martes, 29 de mayo de 2018

Peter Straub - Fantasmas



Algunas obras en cualquier disciplina de las Artes parecen poseer un estigma desafortunado, de mala suerte, que les impide ser reconocidas en su momento o pasan desapercibidas por la conjunción de una serie de elementos ajenos a su génesis y a su intención: discos que se publican en una etapa en la que ciertas tendencias comerciales bombardean los oidos de posibles oyentes produciendo una sordera metafórica que obscurece la posible audición de ese disco que, cosas del Destino, tal vez se vuelva relevante cuando pasen 10 años, cuando el grupo de músicos o el solista ya no existan; películas, estrenadas en fechas no muy apropiadas (en agosto, mes de las Vacaciones de Verano, por antonomasia) o compartiendo cartelera con otras cintas con mayor campaña de promoción; exposiciones de pintura que pasan sin pena ni gloria porque se realizan sin la campaña publicitaria indicada.  La literatura, los libros, no es un área ajena a esas desproporciones: libros que, en proceso de impresión y con fecha de salida, se ven abocados al anonimato porque las máquinas de la Imprenta se paran, la editorial ha cerrado en pleno trabajo de pre-edición y el autor, la escritora, ven cómo su criatura muere en un aborto que ni él ni ella han escogido.  O nace, correctamente, las máquinas continúan su trabajo, la edición se empaqueta en cajas, se prepara la presentación...  Pero después el libro en cuestión no funciona.  Si un libro no se vende puede ser por dos motivos: porque no es bueno, no tiene calidad literaria, a nadie le gusta, a nadie le interesa...  o porque la editorial no ha sabido promocionarlo bien.  Es una situación paralela a la dinámica del Fútbol: si un equipo gana un partido es porque los jugadores han hecho bien su trabajo, es decir, han jugado bien; pero si pierden, entonces, la culpa es del entrenador.  En la Industria del Libro ocurre algo parecido: si un libro se vende es porque quien lo ha escrito es una estrella brillante del arte de la palabra; si el libro no se vende, entonces la culpa es de la editorial, por no haber hecho una promoción en condiciones.  Claro que a la editorial siempre le quedará la opción de echarle la culpa al Distribuidor o empresa Distribuidora, que no han hecho bien su trabajo y...  Al final, la estrella brillante del arte de la palabra se queda esperando a Godot...o a quien le pueda explicar de forma convincente qué ha pasado para que las cosas se hayan torcido, complicado, de esa forma tan alambicada.  Probablemente hay una traducción en símbolos metafísicos de lo que le ha sucedido a esa estrella brillante del arte de la palabra, pero es un argumento extraordinariamente abigarrado, lento, que podría convertir ésta entrada del blog en un relato cuya narración tuviera el efecto de estar expuesto a la influencia de ondas narcóticas y, francamente, no es mi intención.
Peter Francis Straub, conocido como Peter Straub, es un novelista, escritor de relatos y poeta estadounidense nacido en Milwaukee, Wisconsin en 1943.  Es especialista del género de la narrativa de Terror.  Ha recibido premios tan prestigiosos como el Premio Bram Stoker, World Fantasy Award y el International Horror Guild Award, entre otros.  Éste hecho lo sitúa como uno de los autores más galardonados en este campo de la historia más reciente.



Peter Straub

A Straub lo conocimos en España a través de su novela de 1979 titulada Fantasmas (Ghost Story), editada por Bruguera con traducción de Lucrecia Moreno de Sáenz en 1981.
Fantasmas se entronca con la tradición de la Novela Gótica, destilando goticismo a lo largo de sus 542 páginas.  Nos cuenta la historia de cuatro amigos, veteranos de la vida, que tienen en común haber participado de unos hechos cuyo desenlace provocó unas consecuencias siniestras, resultados obscuros que se inscriben en una historia que les atormenta desde los tiempos en que eran estudiantes universitarios.    Los personajes protagonistas de la obra de Straub tienen apellidos que rememoran a escritores famosos de la tradición fantástica del terror: Ricky Hawthorne (por Nathaniel Hawthorne), Sears James (por Henry James), Edgar Allan Poe aparece también en ese homenaje a nombres y apellidos famosos de escritores y cineastas entre los que está George A. Romero con su película La noche de los muertos vivientes que se está proyectando en una sala donde se desarrolla uno de los momentos más terroríficos de la narración cuya estructura recuerda, en ese homenaje claro y trasparente que le brinda a la tradición gótica, a Drácula de Bram Stoker: no está resuelta a través de los diarios de los personajes como hizo Stoker, sino que compone historias individuales de cada uno de los personajes, historias que se van cruzando hasta coincidir todas en la gran traca final, como sucede con los diarios de los personajes de Drácula, que se van cruzando hasta el desenlace con el que culmina.
La obra de Straub arranca con unas circunstancias extraordinariamente confusas: a ciencia cierta no se sabe qué estás leyendo.  El primer capítulo, breve, funciona como una introducción a no se sabe qué.  El planteamiento general, con los cuatro amigos miembros de una sociedad-tertulia donde se habla de fenómenos paranormales, de historias de fantasmas, se ve alterada por la muerte del hijo de uno de los cuatro miembros.  El hermano del difunto regresa a su ciudad natal, donde ha fallecido el otro, y comienza a desentrañar el misterio de esa historia que tanto atormenta a los cuatro amigos.  Misterio que está relacionado con la aparición de una mujer espectral.  ¿Han hecho algo para que se produzca ese retorno?  Por el momento, no se sabe, únicamente cabe suscribir aquellas palabras del gran Gilbert K. Chesterton:
Nunca dije que siempre fuera un error entrar en el país de las hadas. Me limito a decir que siempre es peligroso. 
Con ingenio y sabiduría terrorífica, Peter Straub construye una de las, probablemente, mejores novelas que se han escrito a finales del siglo XX en la mejor tradición de la literatura goticista, una genuina Historia de Fantasmas que homenajea aquellas que acuñaron, entre otros, padres y madres del género como Joseph Sheridan Le Fanu o Ann Radcliffe.
Creo que es necesario hacer algunas puntualizaciones sobre la lectura de la obra por tener una forma, una estructura que provoca una reacción común para la mayoría de los que hemos leído la novela.  Lo primero que llama la atención es el desconcierto que deja el comienzo de la narración, caótico e incomprensible, cosa que provoca en quien la lea el deseo inmediato de abandonar.  Reconozco que a mi me sucedió, que cuando iba por la página veintitanto pensé en dejar "colgada" la lectura porque aquello no se sabía ni a dónde iba ni de dónde venía.  Sin embargo, leyendo un periódico (creo recordar que fue en EL PAIS) di con una reseña de la obra de Straub.  El o la comentarista (no recuerdo quién era) aconsejaban paciencia hasta pasar las primeras 40 páginas porque cruzando ese punto, dejar la lectura del libro se volvía imposible.  Y así es.  Para colmo, alrededor de ese número de páginas, el personaje principal, el protagonista central que conduce toda la historia, pregunta en voz alta: "¿Alguien me puede explicar de qué va todo esto?"   Digamos que la pregunta que hace el personaje, pregunta que se hace uno mismo, sienta jurisprudencia y alentado por el hecho de que hay un misterio, y grande, del que nadie habla con claridad, que es lo que desconcierta tanto al comenzar, a partir de ese momento no es que el Secreto se desvele, es que va a comenzar a hacerse plural y a medida que avanza, la seducción de la historia que te cuenta Straub es subyugante: domina la tensión y el interés va creciendo.  Hasta el final, resuelto con mano de narrador sabio y certero.
A quien le gusten las historias de espectros y visitas maléficas del Más Allá, ésta novela de Straub es un festín, una celebración del escalofrío y el miedo.
Y siendo así, ¿por qué esta obra no tuvo ninguna repercusión en España?  Que en las Américas arrasase en las listas de Libros Más Vendidos no implica que en otro país tenga que repetir resultados, sobre todo cuando la edición que llevó a cabo Bruguera no fue la más acertada.  ¿Qué pasó?  Bruguera tenía una colección que se llamaba Cinco Estrellas Bruguera cuyo catálogo lo formaban títulos pertenecientes al mercado del Best-Seller.  El concepto comercial de éste tipo de libros apuesta sobre seguro, de ahí que, en líneas generales, los caza-talentos de las editoriales huelan un libro cuyas ventas van a ser millonarias nada más leer el manuscrito original que tiene una serie de elementos que caracteriza a esos libros millonarios en cifras de ventas: acción desde el comienzo, diálogos ágiles, cortos y muy picados, un gran Misterio por resolver y otros secretos, menores, que van trufando la narración, algo de sexo...  La novela Fantasmas de Straub no tiene nada de lo anteriormente citado, exceptuando los secretos y el gran Misterio.  Apareció en la colección indicada (Cinco Estrellas de Bruguera), selección de títulos dirigidos a un público consumidor de narrativa ligera que se encontraba en las librerías, entre las Novedades del mueble destinado a últimos lanzamientos, con la posible lectura de una novela de miedo, abalada por el reclamo de una colección dedicada a ese tipo de libros, ligeros e intrascendentes.  Y aquí estuvo el problema: el buen lector de narraciones de Horror/Terror, al verla publicada en una colección donde, de forma explícita, se fomentaba la forma del Best-Seller se la perdían, pensando que se trataba de una novela menor, una novelita de susto y espasmos, nada interesante; los que buscaban una cosa ligera con un poco de temblor y temor se desesperaban leyéndola, porque una narración bestselleriana empieza enganchando y ésta, con ese comienzo que no seduce sino al pasar la página 40...¡uf!.  Y así, Fantasmas, de Peter Straub, pasó sin pena ni gloria, quedándose en una primera edición, la de 1981, sin ver ni siquiera una reedición posterior.
En 1981, después de la edición traducida de la novela, se estrenó en Cine la versión cinematográfica.  Se llevó a la Gran Pantalla con el título original de la obra: Ghost Story (traducida aquí como Historia Macabra).  La adaptación de la novela a guión la realizó Lawrence D. Cohen, la cinta la dirigió John Irvin, con un resultado final catastrófico porque el guión resumía, y mal, todo lo que era la novela, afeitada y podada de toda la riqueza de imágenes originales para que pudiera entrar en una cinta de 90 minutos.




Straub había comenzado su labor literaria como poeta.  Entre 1971 y 1972 se editaron tres libros suyos de poemas.  En 1983 se editaría Leeson Park and Belsize Square, un volumen que recogía su obra poética entre los años 1970 y 1975.  La narrativa y el ensayo ocuparían su trabajo y después de que Fantasmas viera la luz, le seguirían obras muy desiguales como la prometedora La tierra de las sombras (Shadowland) de 1980 y Dragon de 1983.  Ésta última editada en España por Plaza & Janes en su colección Gran Parada, el mismo año, con traducción de J. Ferrer Aleu.  Aunque se quiso vender como "la última obra del autor de Fantasmas", la referencia no levantó ningún eco porque estaba más que olvidada o, mejor dicho, era más que desconocida.  Así que Dragon no hizo mucha mella y no porque el autor fuera desconocido sino porque, por desgracia, la obra no era ni de lejos parecida en calidad narrativa a su trabajo de 1979.  Una narración puede tener un comienzo endeble, pero si la composición se va enderezando y alcanza un nivel para llegar a un buen desenlace y resolución, no hay problema.  Lo malo es que comience y se vaya desarrollando de forma aceptable, que entusiasme lo que cuenta y cómo lo cuenta, pero que al final todo se caiga, todo se desmorone, pieza a pieza.  Eso es lo que le ocurre a la novela Dragon: el Dragón, el Mal, el Diablo...todo está en un orden sin mácula de ambiente y atmósfera siniestra, una especie de radiografía imposible de lo maléfico, lo infernal...para desembocar en un final en el que únicamente faltan Mickey Mouse, Pluto, Goofy y el resto de la familia del Pato Donald.  Desgraciadamente una obra fallida.




En 1984 y 2001, Peter Straub coescribió con Stephen King (amigos y copartícipes secretos de miedos ancestrales) dos novelas de fantasía: El Talismán (The Talisman) y su secuela, Casa Negra (Black House).  Se ha hablado de una tercera entrega pero, hasta el momento, no se han dado noticias nuevas al respecto.



Stephen King
 y Peter Straub

Straub sigue creando en éste siglo XXI y aunque sea sólo por el buen recuerdo de su novela Fantasmas merece la pena tenerlo en cuenta.  Actualmente la novela está agotada y solamente se encuentra en el mercado de librerías de segunda mano y a muy buen precio.  Si te la encuentras y te gusta el género del Terror, no la dejes pasar.  Es un buen ejemplo de cómo hacer bien las cosas.






  

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