sábado, 25 de agosto de 2018

Alberto Méndez





Alberto Méndez
(1941-2004)

Decía Rudyard Kipling que "a veces, la literatura, es una necrofilia de segundo orden".  Hacía ésta afirmación refiriéndose a esos autores que son reconocidos después de haber muerto.  Alberto Méndez obtuvo el reconocimiento meses antes de fallecer, el mismo año que se editó su primera y única obra, Los girasoles ciegos, en 2004.  Pero el resplandor de su calidad literaria brilló cuando ya no estaba entre nosotros.
Nacía en Madrid, el 27 de agosto de 1941.  Entre Roma y Madrid cursó su formación académica: en la capital italiana estudió el Bachillerato; en Madrid, la licenciatura en Filosofía y Letras.  Siempre estuvo relacionado con el mundo de la literatura aunque su labor como escritor la llevaba en secreto.  Fue parte activa, como editor y traductor, en editoriales como Aguilar, Montena y fundador, en 1969, de la editorial Ciencia Nueva.  Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo en el franquismo, cerró ésta editorial en ese mismo año de creación, 1969.  Méndez, que militó en el Partido Comunista hasta 1982, estaba en las listas negras.




Colaboró en escenificaciones dramáticas en Televisión Española y fue guionista con Pilar Miró.  Recibió premios por su traducción de William Shakespeare y un día, alentado por familiares como su hermano Juan Antonio, dió a conocer el manuscrito de Los girasoles ciegos.  Lo editó y sigue reeditándolo el sello Anagrama.  A modo de prólogo están éstas palabras del poeta español Carlos Piera, que escribía en la Itroducción del libro En los ojos del día: antología poética del también poeta Tomás Segovia, nacido español y naturalizado mexicano:
Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido.  En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor del duelo, que es del todo independiente de que haya o no reconciliación y perdón.  En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable.  Por el contrario, se festeja una vez y otra, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida.  El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquel en que se patentiza su ausencia definitiva.  Es hacer nuestra la existencia de un vacío.




La obra está compuesta por cuatro relatos que discurren de forma paralela, ambientados en la Guerra Civil Española, en concreto en la posguerra, partiendo del año 1939.  Los cuatro relatos tienen en común la figura del perdedor, del derrotado, tanto en un bando como en el otro.  Perdedores porque todo había sucedido de una forma que no era en la que habían creído.  El primero de dichos relatos, Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir, está protagonizado por el capitán Alegría, miembro del bando nacional, que, a dos días de que Franco se adueñase de Madrid, se entrega a los republicanos porque "no quiere formar parte de la victoria".  La siguiente narración, Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido, presenta a un joven poeta que huye de los restos del conflicto bélico con su novia embarazada.  Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos donde un preso de la cárcel de Porlier se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ejercer de verdugo.  La cuarta narración es la que da título al volumen: Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos, donde un sacerdote libidinoso enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama la sangre purificadora del vencido.
El libro lo edita Anagrama en el año 2004, en el mes de enero.  Rápidamente aparecería una segunda edición ese mismo año, en marzo.  Recibió el Premio Setenil, premio literario que se concede al mejor libro de cuentos publicado en España, convocado anualmente y por primera vez desde 2004, por el ayuntamiento de Molina de Segura, Murcia.  El autor conoció dicho galardón pero no los dos premios siguientes: Premio Nacional de Narrativa y Premio de la Crítica narrativa castellana, ambos otorgados en el año 2005 a título póstumo porque Alberto Méndez fallecía el 30 de diciembre de 2004, con 63 años.
La obra Los girasoles ciegos ha visto una adaptación cinematográfica perpetrada por José Luis Cuerda en el año 2008, probablemente una de las versiones más desastrosas y aberrantes que se pueden realizar sobre un original literario.  El guión lo escribieron entre él y Rafael Azcona, cosa que llama poderosamente la atención porque Azcona era un magnífico autor de guiones y comentarista cinematográfico.  Y el guión recibió el Goya del año 2008 al Mejor guión adaptado (¿?).  Sin embargo el paso de la obra a la pantalla fue una de esas adaptaciones que levantan indignación en el espectador que ha leído el libro.  Con mucho esfuerzo, aguanté 45 minutos.  Para el resto no tuve fuerzas.  Puede parecer un chiste agrio pero José Luis Cuerda fusiló el original de Méndez.  Como cualquier película que no me gusta, la olvido rápidamente, y ahora no recuerdo qué otro relato de los cuatro que forman la obra Los girasoles ciegos está trenzado en el guión de la adaptación. 




El Cine español sigue teniendo una deuda con el tema de la Guerra Civil porque aún no se ha hecho algo mínimamente decente al respecto.  Faltan guiones originales escritos y pensados para la Gran Pantalla.  Abundan las adaptaciones literarias, pero escasean, y de forma escandalosa, ideas hechas guión cinematográfico.  Tras la guerra, el Cine hispano desarrolló una larguísima lista de producciones donde se ensalza la figura de Franco y de los que habían salvado a la nación.  Ha pasado el Tiempo y hasta el momento se han realizado películas en clave de comedia que no han llegado a resultar convincentes.  Y las que no son comedias, las que han optado por el drama o por expresar un punto de vista documental, distante, en un intento por hacer algo, no han conseguido nada.  Te aconsejo, encarecidamente, que si no has visto la película de Cuerda no lo hagas.  Lee la obra: sin lugar a dudas se puede afirmar que es de los mejores trabajos que se han realizado en la literatura española referida a la Guerra Civil y Posguerra en España, una obra tan importante como A sangre y fuego de Manuel Chaves Nogales publicado por Almuzara / Espasa Calpe en 2004 y Libros del Asteroide en 2011, Capital de la gloria de Juan Eduardo Zúñiga, editado en 2003 por Alfaguara, o No encuentro mi cara en el espejo de Fulgencio Argüelles editado en Acantilado en 2014.



Alberto Méndez
 en el año 2004, a pocos meses de su fallecimiento víctima de un cáncer
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Se fue uno de esos escritores que están dotados de una especie de estado de gracia cuando narran: sin costuras, sin que se vean los pespuntes, las fisuras.  Las palabras fluyen, están las que tienen que estar porque son las indicadas, las necesarias.  No sobra nada, no falta ningún detalle.  Todo es como tiene que ser.  Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, un libro recomendable al cien por cien no sólo por lo que narra y cómo lo narra, sino porque cualquier aportación para ayudar a levantar el edificio de la Memoria Histórica pienso que es muy importante.  Como bien dice Carlos Piera en la introducción antes reseñada
En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable.  Por el contrario, se festeja una vez y otra, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida. 





lunes, 20 de agosto de 2018

Eric Ambler



Eric Ambler
(1909-1998)

Desde hace años, la narrativa conocida como Novela Negra, goza de una popularidad que se refleja en las colecciones y editoriales que poseen amplios catálogos repletos de títulos con más o menos acierto en éste género de la literatura.  Digamos que la Novela Negra goza de buena salud a estas alturas del siglo XXI, viendo constantemente ampliada la oferta con autores y escritoras que amplían esas nóminas abundantes en nombres y apellidos de todos los rincones geográficos conocidos.  Sin embargo no está de más volver, de vez en cuando, a los orígenes de lo que se conoció popularmente como Novelas de Detectives y leer o releer a algunos autores que levantaron los cimientos de ese género.  Rastreando el pasado podemos recuperar aquella novela de detectives que fue La Piedra Lunar de Wilkie Collins de 1868.  Por supuesto está la conocida tríada formada por Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Ross Macdonald, para seguir con Horace McCoy, James Hadley Chase, Jim Thompson y tantos más por citar algunos de una larguísima nómina de escritores.  Por recordar a uno especialmente, hoy traemos a ésta entrada del blog a un hombre que hizo mucho por ennoblecer el arte de la literatura de espías, de detectives, un hombre que responde al nombre y apellido de Eric Ambler.
Eric Clifford Ambler nació en Londres, en junio del año 1909 y fallecía en octubre de 1998, cerca del final del siglo XX.  Ingeniero, actor de vaudeville, publicista, perteneció al ejército británico durante los años de la Segunda Guerra Mundial.  Cuando el conflicto llegó a su final, Ambler deja el cuerpo militar con la graduación de teniente-coronel y recibe el nombramiento de Oficial de la Orden del Imperio Británico por sus méritos conseguidos en los batallones de propaganda cinematográfica, donde escribía guiones y realizaba filmaciones en el frente de batalla.
Su labor como escritor la desarrolla de forma paralela a los acontecimientos bélicos.  Escribe entre 1936 y 1940 lo mejor de su producción, sintiéndose cómodo y a gusto en el género de la novela negra.  Probablemente una de sus mejores obras sea esta que ocupa la entrada hoy en el blog: La máscara de Dimitrios (A coffin for Dimitrios), escrita y editada en 1939, reúne lo mejor de Ambler como narrador.  La solidez de la historia que cuenta, la forma que va adquiriendo a medida que avanzan los hechos, el cierre con el que resuelve todo...  Sin lugar a dudas es uno de los pilares sobre los que se asienta toda la narrativa detectivesca posterior.  Novelas de detectives, novelas de espías...Thriller, como se llega a denominar el género literario cuya esencia es la intriga, las atmósferas inquietantes.  En La máscara de Dimitrios nos encontramos con una historia protagonizada por Charles Latimer, un profesor universitario ya retirado y reconocido escritor de novelas policiales, que se encuentra de vacaciones en Turquía donde el coronel Haki, un miembro de la policía turca, no deja de mostrar un interés inusitado por él.  El coronel Haki, gran amante de las novelas de detectives, pretende regalarle la trama de su próximo libro.  No es la primera vez que Latimer se encuentra con este tipo de proposiciones pero, a pesar de que Latimer busca desesperadamente una manera de irse por la tangente, pasar del tema, no puede ignorar la pregunta del coronel de la policía: ¿se siente usted interesado o no por los verdaderos asesinos?.  Es ahí, en Estambul, donde escucha por primera vez el nombre de Dimitrios Makropoulos.  También es allí donde, por primera vez, ve un cadáver, recién sacado del Bósforo: acuchillado, abandonado, flotando entre porquería.  Y todo eso, mueve todas las imágenes del pasado de un europeo torturado por su mente como si de una pesadilla se tratase: asesinatos, insurrecciones y la extraordinaria vida doble de los espías.  Mezclarse con el cadáver de Dimitrios Makropoulos del que, aparentemente, se sabe todo, pero cuya vida, al ser reconstruida, pone al descubierto una historia inquietante y terrible, va a significar que la vida de Latimer se complique.  El escritor Charles Latimer lleva a cabo todo un proceso comparable al proceso creativo de una construcción literaria de ficción aunque en éste caso es una situación real que debe ser resuelta.  Los personajes de la novela huyen de lo utópico.  Son hombres y mujeres de carne y hueso, anti-héroes que se ven envueltos en entresijos y vericuetos de los que es mejor no saber nada.  Son seres vapuleados, golpeados por individuos de los que se debe mantener uno alejado.  Ambler utiliza, con sabiduría e ingenio, sus conocimientos comerciales y su experiencia como ingeniero para dotar así de mayor verosimilitud a su narración.  Nombres tan prestigiosos como los de John Le Carré, Graham Greene o Guillermo Cabrera Infante han reconocido el valor de Ambler y su aportación a la literatura policíaco/detectivesca/espionaje.
Es una obra editada y vuelta a editar por diferentes casas editoriales, es fácil de conseguir, no está agotada.  La primera edición en España la llevó a cabo la editorial Bruguera, en 1979.  Ésta portada pertenece a la primera edición realizada por la editorial Diagonal del Grup 62 en mayo del año 2002, con traducción de Ana Goldar.




Eric Ambler también estuvo relacionado con el Cine, donde colaboró principalmente como guionista y como productor.  Su obra literaria ha visto adaptaciones a la gran pantalla.  La primera vez que una de sus novelas se hizo película fue en 1943, cuando Raoul Wash rueda Background to Danger, basada en la novela de 1937 Uncommon Danger, traducida aquí como Insólito Peligro y en una traducción más reciente como Peligro Extremo.  El guión de la cinta corrió a cargo de W.R. Burnett.




Ese mismo año, 1943, Norman Foster junto a Orson Welles dirigen Estambul, nombre que recibió en español y cuyo original era Journey into Fear (Viaje al Miedo), novela homónima de 1940  traducida y editada en España.  El guión de la película lo escribieron entre Orson Welles, que también actuaba, y el actor principal, Joseph Cotten, adaptando la novela homónima de Ambler.




El año de 1944 fue la fecha de mayor producción hollywoodiense en adaptaciones de novelas amblerianas se refiere.  En ese año, el escritor realiza una de las primeras intervenciones como guionista precisamente coescribiendo con el actor Peter Ustinov la historia de Hacia delante (The Way Ahead).  La dirección fue de Carol Reed.




También del año 1944 es la película Hotel Reserve que aquí se tradujo como Contraespionaje y que era la adaptación de la novela Epitafio para un espía (Epitaph for a Spy) de 1938.  El guión lo escriben a medias entre Eric Ambler y John Davenport y la cinta la realizan tres directores: Lance Comfort, Max Greene Victor Hanbury.



Y así llegamos a la adaptación del libro que hoy ocupa ésta entrada del blog, La máscara de Dimitrios, realizada en 1944 por Jean Negulesco, con guión de Frank Gruber.


        

De nuevo Ambler ejercerá de guionista en una película que no adapta ninguna novela suya, sino que la historia es original de él.  Además, en éste caso que nos ocupa también hará de productor y fue en la cinta de 1947 The October Man, dirigida por Roy Ward Baker.




Escribió más guiones para el Cine.  La lista es considerable.  En 1964, su novela La luz del día (The Light of Day) escrita y editada en 1962, se convirtió en la gran pantalla en Topkapi, película dirigida por Jules Dassin y con guión de Monja Danischewsky adaptando la novela de Ambler.



   
En 1975 se hizo un remake de aquella Journey into Fear (Viaje al Miedo) de 1943.  Con el mismo título original pero con una traducción diferente (aquí se llamó Ruta hacia el pánico) la cinta adaptaba la novela con guión de Trevor Wallace y la dirección de Daniel Mann.



Seguro que, por lo menos, has visto algunas de estas películas y otras con guiones originales de Eric Ambler.  Las adaptaciones, por muy buenas que sean, son una forma de interpretación, de traducir en imágenes las palabras que levantan la arquitectura de una historia a través de las palabras.  Te recomiendo que leas a Ambler y sobre todo su obra La máscara de Dimitrios.  Es curioso, el original, A coffin for Dimitrios, no habla de máscaras sino de Un ataúd para Dimitrios.  Qué más da.  La novela es magnífica y aunque hayas visto la película merece la pena que la leas.  De verdad.




Eric Ambler







viernes, 10 de agosto de 2018

Alberto Manguel / Gianni Guadalupi






Hay viajes físicos, reales, que se realizan en ésta Dimensión, en la que participamos todos los seres mortales: avión, tren, autobús, coche, moto, a pie; traslados de un punto a otro, de la ciudad a la naturaleza, de ciudad a ciudad, de continente a continente.  Y también están los viajes que se hacen de una forma intangible, espiritual, si se me permite la expresión.  Con los libros y especialmente con los libros de Literatura Fantástica, se visitan parajes, ciudades, pueblos, se conoce a gente remota...  Es el viaje que se lleva a cabo por dentro, desde el sillón o el sofá, el viaje que sobrevuela paisajes imposibles.  Si cada persona lectora hiciera una lista de esos países fantásticos que ha visitado a través de los libros, seguro que coincidiríamos en muchos lugares comunes.  Hace unos años se publicó una guía de algunos de esos sitios pertenecientes al reino de la Imaginación, de la Fantasía.  El título es extraordinariamente claro y transparente: Breve guía de lugares imaginarios.  La obra está firmada a medias entre Alberto Manguel y Gianni Guadalupi, y fue editada por Alianza Editorial en 1992, en la colección Libros Singulares.  Fue una de esas ediciones cuidadas, muy hermosa, en un formato más grande de lo habitual.  Se reimprimió en 1994 para después ser reeditada en el año 2000, en versión abreviada (tamaño menor) en la colección Gran Bolsillo, también de Alianza Editorial.  Contiene mapas, dibujos, fotos, pero no es tan espléndida, visualmente hablando, que la que vio la luz allá en la década de los 90.  La traducción estuvo en manos de Ana María Becciú, Borja García Bercero y Javier Setó, éste último junto a Javier Martín Lalanda, encargados de de la revisión para la edición española.
La génesis, la idea desde la que arrancó el proyecto Breve guía de lugares imaginarios, lo cuenta Alberto Manguel en el Prólogo:
Este libro comenzó una tarde de 1977, cuando Gianni Guadalupi me propuso escribir una guía de turismo que sirviese a quien quisiera visitar la antiquísima (e imaginaria) ciudad de Selene creada por Paul Féval en su novela "La ciudad vampiro".  De esta imprescindible idea surgió el deseo de guiar al viajero por otras ciudades igualmente ficticias; de las ciudades pasamos a países; de países a islas; de islas a continentes.  Esa tarde (y varias tardes sucesivas) compilamos largas listas de lugares visitados durante muchos años de lecturas (yo en español, francés, alemán e inglés, Gianni en italiano, ruso y varias lenguas orientales).  El resultado fue un volumen de varios cientos de páginas, escrito en el estilo de las enciclopedias geográficas del siglo XIX, cuyos grabados ilustraron la infancia de Gianni en una granja de la Toscana y la mía en una casa de Buenos Aires.
Alberto Manguel,  nacido en Argentina, en Buenos Aires en 1948, nacionalizado canadiense, es escritor, traductor, antólogo, editor y el mayor divulgador del acto de leer que he conocido.  Habitualmente escribe en inglés, de ahí que sus libros aparezcan traducidos.  También lo hace en español desde hace un tiempo.  Su obra, extensa, cubre el Ensayo, la Novela, Cuentos, Relatos, Antologías por Géneros y por Países...  Es una persona de la que José Saramago, cuando se refería a él, decía que 
Es un hombre sabio



Alberto Manguel


Hasta hace escasamente un mes, era el director de la Biblioteca Nacional argentina, cargo que han ocupado, entre otros, Jorge Luis Borges.  Deja el cargo por motivos de salud, dicen unas noticias; por discrepancias con el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, opinan otras crónicas.  Aquí, las dos visiones:





La otra columna donde se apoya ésta Breve guía de lugares imaginarios es Gianni Guadalupi, escritor e historiador italiano de amplia bibliografía pero desconocida en España, por lo poco, poquísimo que hay traducido de él.  Probablemente sea la obra Latitud cero.  Viajeros y aventureros alrededor de la línea del ecuador de lo poco que se encuentre por aquí de él.  Su nombre brilla a raíz del trabajo a medias con Manguel para la publicación de ésta obra que traemos hoy al blog.



Gianni Guadalupi

Breve guía de lugares imaginarios no creo que sea un libro para ser leído de forma occidental, quiero decir: de izquierda a derecha y desde la primera página a la última.  Tal y como su título indica, pienso que es más para ser consultado, leído buscando nombres que se recuerden (Narnia, Prydain, Océana, Nutopía...), leyendo aquí y allá nombres desconocidos, mirando mapas topográficos de geografías imaginarias...  El placer de la Imaginación con dos guías excepcionales.  Un libro para entretenerse mientras cantan las cigarras, resistiendo el peso del calor del mes de agosto.







martes, 7 de agosto de 2018

Eduardo Blanco-Amor




Eduardo Blanco-Amor
(1897-1979)

Nace en Orense, en 1897. Aunque en algunos libros su fecha de nacimiento aparece datada en 1900 en realidad nació en 1897.  Fue él mismo el que escogió la fecha de 1900 para indicar que había nacido con el siglo nuevo.  Vivió en su ciudad natal hasta 1916.  Se marchó, con 19 años y el título de maestro de la Escuela de Magisterio, a la Argentina, en concreto a Buenos Aires, donde realizó su gran formación humanística.  Conoció a escritores como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Horacio Quiroga, entre otros.  Se hizo periodista, entró en contacto con artistas, intelectuales; estudió idiomas, se sumergió en la vida cultural bonaerense.  Él mismo decía de Buenos Aires:
Buenos Aires era la ciudad más ecuménicamente culta del habla castellana, no tanto como contribución cuanto como receptividad de las culturas.  Un joven de mi tiempo podía ver danzar a la Paulova y a Nijinsky, dirigir a Sigfried Wagner las obras de su padre, asistir a exposiciones colectivas de los impresionistas franceses y las conferencias de Clemenceau y el Ortega treintañero; asistir al teatro en cinco idiomas, entre ellos el yiddish, con estupendos actores.  Leer casi al mismo tiempo que en Londres, París o Roma las novedades literarias, porque en Buenos Aires una de las formas previas de todo proceso de culturación era leer no menos de cuatro idiomas.  Había también el "tono" de gran ciudad cosmopolita.  Y uno podía beneficiarse de todo ello sin desfigurarse, incluyéndolo instrumentalmente en su ser sin alteración esencial.

Como periodista fundó en 1923 la revista literaria en lengua gallega Tera.  Estuvo al frente del periódico que editaba la Federación de Sociedades Gallegas además de haber participado activamente en revistas ilustradas como Céltiga o en la publicación Galicia.  Probablemente su labor periodística más importante fue la que desarrolló en el famoso diario La Nación, comenzada en 1926.  Adquirió más importancia cuando, tres años después, en 1929, es enviado a España como corresponsal.  Aquí permaneció hasta 1931; después volvería en una estancia que le ocupó desde 1933 a 1935.  En esos años conoció a los miembros de la Generación del 27, a la que pertenecía por varias condiciones: la edad, preocupaciones políticas e inquietudes literarias.  En 1935, Federico García Lorca publicó en Santiago de Compostela sus Seis poemas galegos, con prólogo de Eduardo Blanco-Amor.  Al parecer, también corrigió los aspectos lingüísticos de los poemas.
La amistad de Blanco-Amor con el poeta granadino y su familia fue estrecha.  En la casa museo del poeta en Granada, la que se conoce popularmente como la Huerta de San Vicente, finca de veraneo de la familia García Lorca, en las paredes de las habitaciones, hay o por lo menos había, fotos de la vida doméstica de la familia realizadas, según el pie de las fotos, por E.B.A. (Eduardo Blanco-Amor).  Digo que al menos había porque, a mediados de la década de los 90, cuando se facilitó el acceso para visitar la casa-museo, entonces, se podía entrar en las diferentes habitaciones.  Después, al parecer, el acceso quedó restringido y tan solo se pueden ver las estancias desde la puerta: un cordón impide entrar.
Volviendo a la narrativa de nuestro autor, cuatro novelas y un libro de cuentos constituyen la obra como narrador, en gallego y en castellano, de Eduardo Blanco-Amor.  Cultivó también el ensayo, la poesía y el teatro.  De toda su producción nos vamos a quedar con tres novelas, que es lo que conozco de él.
Toda su obra narrativa tiene un mismo denominador común: todas las historias se desarrollan en un mismo lugar, en una misma ciudad, Auria.  Auria es, en verdad, Orense, el Orense donde él vivió hasta que se marchó a Argentina, lo que sucede es que es una ciudad idealizada.  O más que idealizada, una ciudad de la que guarda tan sólo buenos recuerdos, la parte más luminosa de la urbe.  Evita ciertas realidades desagradables para levantar una arquitectura donde únicamente prevalece lo hermoso, la poesía, los recuerdos de la niñez inundándolo todo con una neblina de ensueño guardado en el corazón.  Hasta el clima de la ciudad original se cambia por otro más amable, más despreocupado.
La catedral y el niño, su primera novela, fechada en 1946,  se publicó primero en Buenos Aires, Argentina, y treinta años después se editó, en 1976, en España por Ediciones del Centro.  Habría que esperar unos años más, hasta éste 2018, para poder leer aquella obra.  Ha sido la editorial Libros del Asteroide la que ha devuelto a Blanco-Amor a la memoria actualizada, publicando una edición con una magnífica introducción del escritor, poeta y ensayista Andrés Trapiello.




El gran tema por antonomasia de Blanco-Amor (la infancia, la adolescencia, la primera juventud) encuentra aquí un campo de cultivo que florece con toda su fuerza narrativa, en este caso especialmente el mundo de la infancia, la vida de un niño de ocho años que está en medio de una relación rota, la de sus padres, caracterizados por dos ambientes opuestos: principios del siglo XX, la madre que se desenvuelve en atmósferas burguesas y clericales, y el padre, pequeño aristócrata librepensador rodeado de amistades relacionadas con la vida bohemia.
Una de las fuentes/influencias en la literatura de Eduardo Blanco-Amor es Sigmund Freud.  Precisamente la obra de la que vamos a hablar a continuación tiene mucho que ver con el Psicoanálisis, no porque se utilice como un comodín de interpretación, sino porque el autor trabajó precisamente bajo las premisas de dicha doctrina.  Y ésto lo reconoció él mismo, como reconocía influencias de Valle-Inclán.
En 1959 publicó A esmorgaEsmorga es una palabra gallega que significa juerga, jolgorio.  Escrita originalmente en gallego realizaría, posteriormente, una versión en castellano: La parranda.
La parranda es una novela tremenda, o más bien dicho, tremendista.  De nuevo la ciudad que aparece es Auria pero ésta vez, la visión transmutada de su Orense original no tiene nada de poético, no hay nada idealizado, al contrario, el ambiente, la atmósfera, es dura: lluvia constante, frío que corta el aliento, y un estado interior de los personajes nublado, obscuro, por el alcohol ingerido para soportar temperaturas tan inhóspitas que parece cortar los dientes.
La acción de La parranda sucede a lo largo de 24 horas.  Tres tipos de la más baja clase social se ven envueltos en el desenlace más atroz después de haber decidido montar una juerga, una parranda que los unirá en la catarsis final purificadora.  Tres hombres, jóvenes, contando los veinte años y algo cada uno, a los que conocemos por sus apodos: Milhombres, Bocas y Castizo.  Tres personajes que entablan unas relaciones que se van, progresivamente, espesando: la relación sadomasoquista, interdependiente, entre el afeminado Milhombres y el machista Bocas, la debilidad de carácter del epiléptico Castizo...  Perfiles opuestos, caracteres que no pueden estar juntos.  Y sin embargo, el binomio atracción-rechazo ejerce su fuerza entre dos personalidades contrapuestas.  El Bocas se lo confiesa al Castizo, hablándole del Milhombres:
...la idea  de que ese mierda me tenga cogida la voluntad me hace hervir los sesos, ¿sabes?, que ni con hombre ni con mujer me ha pasado esto...
Sin embargo, no puede pasar sin él:
Pues ahí está lo jodido del caso, sin él no me divierto, y si andamos siempre juntos, tiene que llegar un momento en que tenemos que pegarnos o, mejor dicho, en que tengo que zurrarle, venga o no a cuento. 
El Castizo es el que narra la acción de la novela en primera persona.  Una trama obscura que se va desliando como una serpentina macabra en la fiesta de la destrucción.  No tiene el autor ningún tipo de afinidad ni de tacto para con sus personajes, los deja a merced de ese séquito de fantasmas que los persigue con tenacidad: la epilepsia, la soledad, la represión, el mundo hostil que los rodea.  Afirma el Castizo:
Nosotros íbamos haciéndolas de mal en peor, como si las hiciésemos sin darnos cuenta, para que luego no tuvieran remedio, como quien va cerrando puertas tras sí y tirando las llaves, que eso es lo que quiero decir: como aquel que va hacia su perdición, sin más.
El narrador, el Castizo, le cuenta lo sucedido a un juez que le hace preguntas cuyo contenido no se da a conocer en la novela pero que el lector lee entre líneas por las explicaciones que da el interrogado.
Y en medio de esa actividad prosaica un hecho fantástico que parece una proyección alucinatoria de las mentes abotargadas de los tres personajes principales de la obra: la aparición, en medio de la maleza, de una casa habitada por dos personajes singulares, un fumador de opio y su compañera, una muñeca de porcelana de tamaño natural.  No es fruto de la imaginación, la casa está ahí, y en uno de sus balcones la muñeca, con los brazos extendidos, como si quisiera pedir ayuda, escapar.  Entran en el espacio de la vivienda y en un salón descubren al dueño, dormido en su sillón.  Junto a él humea una pipa donde se consume una perla de opio.
Era el año 1959.  Blanco-Amor envió el original de la novela a la editorial Galaxia, de Vigo, que la presentó a la censura ya con el texto compuesto y paginado.  Pero tuvieron que transcurrir once años para que la obra viera la luz en España.  Se editó primero en Argentina, después en nuestra piel de toro.  Desconozco quién publicó la novela entonces.  Blanco-Amor pagó cara su audacia: año, 1959; novela de final estremecedor, con una implícita acusación a la Guardia Civil.  A mediados del siglo XX hubo una edición publicada en el mes de diciembre de 1973 por la editorial La Vela Latina.  Ediciones Júcar la editó en julio de 1985 con prólogo de Carlos Ruiz Silva.




La parranda ha pasado por dos adaptaciones cinematográficas, una con el título Parranda, dirigida por Gonzalo Suárez con guión suyo adaptando la novela de Eduardo Blanco-Amor e interpretada en los tres personajes principales por José Luis Gómez, José Sacristán y Antonio Ferrandis en 1977.  Si no la has visto, evitala como alma que ve al Diablo porque es extraordinariamente mala.  No me extraña ya que, para Gonzalo Suárez, la literatura está muy bien pero le falta algo: la imagen.  Sí.  Y se quedó tan tranquilo cuando lanzó semejante artefacto mental.  La adaptación cinematográfica no llega ni por asomo al contenido, al espíritu de la novela, a su atmósfera, a un todo que queda disuelto, desvanecido, estéril...  Mala, muy mala.




De la versión gallega de La parrandaA esmorga, se realiza una adaptación a la gran pantalla de fecha más reciente: en el año 2014, Ignacio Vilar convierte la novela en película, adaptando el texto original gallego entre él y Carlos Asorey.  El trío de personajes principales lo interpretan Miguel de Lira, Karra Elejalde y Antonio Durán "Morris".  No sé qué resultado final tiene ésta propuesta y, francamente, no creo que la vea.  Al menos, no voy a pagar por ello.




Existe una adaptación cinematográfica para televisión, realizada por Ánxeles Cuña Bóveda en el año 1997 con guión de Carlos Couceiro y Begoña Muñoz.  No se dispone ni de afiche de la cinta ni de ninguna otra información.
Saltando de nuevo a los años de creación de Eduardo Blanco-Amor, nos encontramos que, después de La parranda, en el año 1961, fue finalista del Premio Nadal con su novela Los miedosLos miedos se desarrolla en la Galicia rural, en una finca en las afueras de esa ciudad imaginaria, Auria, que no es otra cosa que una trasposición de su Orense natal, como ya se ha idicado más arriba.  En esa finca llamada El Palacio, un grupo de niños viven el Tiempo por dentro, alargado en los meses de las vacaciones de verano.  La historia que se cuenta son las vivencias del mundo infantil previo a la adolescencia, los miedos al mundo de los adultos, los miedos a los cambios hormonales, los miedos a los cambios incipientes, narrado todo en una trama que reúne el perfil de los niños Peruco, sus primos Rosa Andrea y Diego, y de un pariente lejano y pobre, Roque Lois.  La novela vería la luz definitivamente en 1963, después de atravesar las espinosas claves de la Censura.  En el mes de septiembre de 1989 la publicó Ediciones Destino.




Nacía en Orense un 14 de septiembre.  El año en el que ve la luz difiere entre 1897 y 1900 como ya se ha indicado.  Fallecía el 1 de diciembre en Vigo y aquí también varían las fechas, 1979 ó 1980.  Lo importante es que Eduardo Blanco-Amor es un autor español al que merece la pena, y mucho, recuperar.  Léelo.



Eduardo Blanco-Amor









jueves, 2 de agosto de 2018

Cíclope 3.0 - 31-07-18 - Especial Marc Ribot


Marc Ribot

En la sintonia de Radio Tomares, Cíclope 3.0 del martes 31 de julio de 2018, último Cíclope de ésta temporada.  Durante el mes de agosto, como es habitual, el Cíclope cierra su ojo poderoso y se marcha a descansar unos días.  Volverá en septiembre.  Pero por ahora nos quedan por delante los sesenta minutos de ésta edición, dedicados íntegramente a un músico muy interesante, un guitarrista versátil llamado Marc Ribot.
Ribot nació en Newark, Nueva Jersey, el 21 de mayo de 1954.  Toca la guitarra desde su adolescencia cuando formaba parte de bandas locales de rock mientras estaba en la escuela secundaria.  A medida que sus intereses en la música se iban expandiendo, Ribot comenzó a estudiar con Frantz Casseus, un compositor haitiano y guitarrista clásico.  Ribot, que es zurdo, aprendió a tocar la guitarra con la mano derecha, lo que ayudó a darle a su trabajo un sonido duro y arriesgado.



Marc Ribot
 (izquierda) con su mentor y maestro, 
Frantz Casseus



Frantz Casseus














































En 1978, Ribot salió de Newark rumbo a la ciudad de Nueva York y comenzó a hacerse un nombre en la escena musical experimental, inicialmente como miembro de la banda The Realtones, y más tarde con el grupo de John Lurie, The Lounge Lizards, donde compartió el sonido de la guitarra con su amigo Arto Lindsay.  También se convirtió en un colaborador frecuente del compositor vanguardista John Zorn, mientras trabajaba como músico de estudio en sesiones de Soul y R & B con nombres como Solomon Burke, Wilson Pickett y Carla Thomas.  
En 1985, Ribot fue reclutado para tocar en el álbum Rain Dogs de Tom Waits, lo que se convirtió en una larga colaboración entre el compositor y el guitarrista.





Tom Waits
 y en segundo plano, tocando la guitarra, Marc Ribot

Nuestro hombre también se familiarizó con el productor T-Bone Burnett, quien a menudo llamaba al guitarrista para sus sesiones de estudio con Elvis Costello, Sam Phillips, John Mellencamp, Robert Plant y Alison Krauss, Diana Krall, Elton John y Leon Russell.  Uno de los que quedó fascinado con el trabajo de Marc Ribot fue Costello, que le invitó a unirse a su banda The Rude Five.  Denegó educadamente la invitación de permanencia en una banda pero colaboró con su guitarra en las álbumes costellianos Spike (1989), Mighty Like a Rose (1991) y Kojak Variety (1995).



Ribot
 y Costello


Marc Ribot hizo su debut discográfico en 1990 al frente de su grupo The Rootless Cosmopolitans. Desde entonces recorre un camino diversificado donde firma álbumes con su nombre y apellido, o al frente de proyectos tan variados y distintos como Marc Ribot y los Cubanos Postizos, Ceramic Dog y Young Philadelphians.
El programa de hoy comienza precisamente con uno de estos proyectos de RibotMarc Ribot y los Cubanos PostizosThe Prosthetics Cubans, firmado en 1998, es un álbum que profundiza en los ritmos cubanos y, de hecho, el disco es un homenaje al maestro cubano Ignacio de Loyola Rodríguez Scull, conocido popularmente como Arsenio Rodríguez (1911- 1970).  Compositor e intérprete de ascendencia congolesa, cuando era niño sufrió un accidente con una mula, que le propinó una coz en la cabeza que le dejó ciego de por vida.  Su labor musical tuvo gran importancia en el desarrollo de lo que se conoce como Tres Cubano y Son Montuno.  Su formación de conjunto con varias trompetas sentó las bases de lo que posteriormente se ha conocido como Salsa.



Arsenio Rodríguez
 (Cuba 1911-Los Ángeles 1970)



En éste disco Ribot elabora un auténtico sonido cubano que emplea instrumentación tradicional: contrabajo, bloques de madera, cherke y otros sonidos de percusión.
Es lo primero que suena en ésta edición de Cíclope.  Después está la primera aparición de Ribot como colaborador en la obra de otro músico como es el caso del disco Rain Dogs del año 1985 firmado por Tom Waits, un álbum donde también tocaban otros guitarristas como Chris Spedding, Keith Richards y Robert Quine.
Siguiendo el orden de las canciones que forma éste Especial Marc Ribot nos quedamos ahora con Rootless Cosmopolitans, la primitiva banda de nuestro músico, un grupo que era un cruce entre el Rock, el Free Jazz y el Ruido.  La banda, como tal, no es una formación con miembros fijos.  La variedad es su principal característica aunque hay algunos músicos que colaboren posteriormente en otros proyectos de Ribot como es el caso del clarinetista Don Byron y los imaginativos teclados de Anthony Coleman.  Hay una creación de sonido de conjunto único, extraordinariamente espinoso.  El álbum, aparecido en 1990, incluye un par de versiones interesantes como la que hacen del tema de Jimi Hendrix The Wind Cries Mary o la interpretación en solitario de Ribot de While My Guitar Gently Weeps de The Beatles.  Hay momentos en éste disco que recuerdan las formas, los modos de hacer música de Captain Beefheart.



























The Rootless Cosmopolitans Band





















Saltamos del año 1990 al año 2000, cuando aparece la segunda entrega del proyecto Marc Ribot y los Cubanos Postizos, un disco titulado ¡Muy Divertido!  Reagrupando a su grupo de apoyo latino Los Cubanos Postizos, Ribot ofrece una secuela de su tributo a Arsenio Rodríguez.  Si bien hay una vez más algunas canciones escritas por Rodríguez, también hay una mayor variedad de compositores representados, incluidos tres temas originales de Ribot.  El estilo de guitarra angular y visceral agrega rock y vanguardismo a estos profundos surcos latinos.  A quien le gustó la primera entrega de Marc Ribot y Los Cubanos Postizos puede disfrutar de la misma manera de ésta segunda visión cubana.  Como ejemplo, la canción que reseña el Cíclope, Las lomas de New Jersey, cantada en español y simultáneamente en inglés.




Y un salto más en el Tiempo.  En el año 2010 aparecía un disco titulado Silent Movies (Películas Mudas).  Es una colección de 13 piezas para guitarra solista, grabadas en tomas completas con un mínimo de atmósferas sónicas añadidas en post-producción.  El álbum fue parcialmente inspirado por su experiencia de tocar en vivo como acompañante de una proyección de la película de Charlie Chaplin, The Kid.  Algunas de estas canciones fueron compuestas para el documental El General de Natalia Almada del año 2009 y otras para Drunkboat dirigida por Bob Meyer en el año 2010.  Este disco recoge principalmente el lado más melódico de Ribot.  Los temas que forman el disco están escritos por el guitarrista excepto la última pista del álbum, firmada por el compositor franco-suizo Hubert Giraud.  En todas las composiciones hay unas propuestas, se formulan preguntas, a menudo delicadas, siempre deliberadas, sobre el elemento misterioso que crea la imagen del sonido en la mente de un oyente.




Hay muchos adjetivos que describen a Marc Ribot: aventurero, experimental, intrépido, ecléctico. Pero un adjetivo que no se escuchará habitualmente y que lo define con precisión es impredecible.  Capaz de tocar de todo, desde jazz hasta rock clásico, el guitarrista es una de las figuras más impredecibles de la música.  Lanzado en 2001, Saints es un disco de jazz vanguardista que encuentra a Ribot tocando la guitarra solista sin acompañamiento.  Aquí no hay batería ni bajo, solo él y su guitarra, y el músico-explorador dirige su atención a todo, desde Hapiness is a Warm Gun de los Beatles hasta estándars de Dixieland como St. James Infirmary.  Este no es un álbum de caos atonal; el guitarrista favorece un enfoque interno-externo, y aunque sus improvisaciones muestran un caos sonoro, en verdad, esa atonalidad que es compleja de escuchar, porque no se capta rápidamente en una audición, está llena de melodías discernibles.  Es un conjunto de composiciones, versiones excelentes que son, sobre todo, eso: impredecibles.  Nos quedamos con aquel Hapiness is a Warm Gun del beatlemaníaco Álbum Blanco.




Del año 2001, de un trabajo eminentemente en solitario, saltamos al año 2008, cuando presenta un nuevo proyecto, una formación en trío llamada Marc Ribot's Ceramic DogEl Perro de Cerámica de Marc Ribot debutó con Party Intellectuals en el año 2008.  Your Turn, firmado cinco años después, en 2013, le sigue en calidad, eclecticismo, sonidos oscilantes, brutos y ruidosos.  En la formación continúan los mismos músicos que entonces: Shahzad Ismaily, guitarra bajo, sintetizador, vocal; Ches Smith, batería, percusión y Marc Ribot, guitarras, vocal.  La primera vez que escuché el tema Lies My Body Told Me me quedé alucinado: formación clásica de trío de rock, guitarra eléctrica, bajo y batería, una fuerza que se va extendiendo desde los primeros compases, en tensión, una de esas canciones arrolladoras, rock hecho con sabiduría.  El Cíclope extrae un par de temas de ese álbum del año 2013: Lies My Body Told Me y Bread and Roses que es una especie de protesta airada inspirada en un poema originalmente escrito en apoyo de los derechos de las mujeres en 1911 pero que luego recibió música y fue adoptado por el movimiento laboral en los años 70.





Ceramic Dog
 (de izquierda a derecha 
Shahzad Ismaily, guitarra bajo; Ches Smith, batería; Marc Ribot guitarra eléctrica y voz)


En éste 2018 Ceramic Dog han lanzado un nuevo trabajo, YRU Still Here, pero por cuestión de tiempo no nos podemos detener en su contenido, hemos escogido pasar a una de las grabaciones de Ribot donde interpreta las composiciones de su amigo y colega de trabajo John Zorn, compositor y saxofonista estadounidense, figura fundamental en la escena vanguardista por antonomasia.  El álbum en cuestión es Asmodeus-Book of Angels Vol. 7, aparecido en el año 2007.  En esta aventura emocionante, amplificada, el mago de seis cuerdas Marc Ribot interpreta las composiciones de John Zorn con hermosa intensidad.  Flanqueado por el bajista Trevor Dunn y el bateria G. Calvin Weston que ha tocado, entre otros, con Ornette Coleman, Ribot presenta un conjunto impresionante que se inspira en el rock-duro, el free jazz, la fusión y el funk.  El espíritu de Jimi Hendrix se cierne aquí sobre la forma de tocar de Ribot.  Las composiciones de Zorn se prestan perfectamente a la interpretación audaz y con visión de futuro que posee nuestro protagonista.




Y así llegamos al final de éste programa dedicado hoy a la figura de Marc Ribot y lo hacemos con un tema del segundo trabajo de Los Cubanos Postizos.



Marc Ribot

Cíclope 3.0 descansa durante el mes de agosto, como he comentado al principio de ésta entrada, y volverá el próximo 4 de septiembre, primer martes de mes, lo cual significa, como bien sabes, que es Programa Especial.  A partir de ese día comenzaremos a escuchar la discografía completa de Tom Verlaine, lo que implica escuchar también la discografia (corta pero extraordinariamente significativa por su influencia) de Television.  
Cíclope 3.0 descansa, pero éste blog continúa hasta finales de mes, cuando nos vayamos unos días de vacaciones también.  

Espero que te guste el programa de hoy.


Enlace para descargarlo y/o escucharlo: