jueves, 30 de abril de 2020

Jeanette Winterson





Jeanette Winterson


La primera vez que leí una obra de Jeanette Winterson supe que desde ese momento  buscaría todo lo que pudiera encontrar editado de esta autora.  Caí en el mundo, el universo de una de las plumas vivas más inteligentes e interesantes que ha dado Inglaterra desde finales del siglo XX.  Hoy me propongo acercártela, sugerirte que leas sus libros porque es una de las tareas más gozosas que toda persona con hábito de lectura puede realizar.  Comenzamos haciendo una reseña de su biografía. 
El 27 de agosto de 1959, en Mánchester, nacía Jeanette Winterson.  Antes de cumplir un año de edad, el 21 de enero 1960, fue adoptada por Constance y John William Winterson, una pareja evangélica que la registrarían con su apellido.  Su infancia y adolescencia transcurrieron en Accrington, Lancashire.
Estudió Literatura en Oxford y desde niña emborronó cuadernos con su escritura que se fue haciendo a base de esponjar todo lo que leía y de escribir constantemente, todos los días.  Su primer fruto literario sería Oranges are not the only fruit, escrita cuando contaba 24 años de edad y publicada en 1985, consiguiendo el prestigioso Whitbread Award a la Mejor Primera Novela.  
Con 16 años, Jeanette se enamoró de otra mujer y con la mayor naturalidad se lo hizo saber a su madre que le respondió tajantemente
O te vas de esta casa y no vuelves nunca más o dejas de ver a esa chica
La opción a escoger la tuvo clara, transparente y diáfana como la luz del día: abandonó el hogar de los padres.  Ese hecho alimentó el sentido de esa primera novela que, publicada en 1985, tendría una adaptación cinematográfica en 1990 para la pequeña pantalla, una miniserie dirigida por la realizadora británica Beeban Kidron para la BBC con guión de la autora.  Contó con la banda sonora de Rachel Portman.






Esa ópera prima sería el comienzo de una labor literaria encomiable por su estilo y contenido.  La naturalidad de Winterson al escribir, su complicidad con quien la lee, hace de sus libros puertas por las que se accede a un paseo donde te toma del brazo y conversa de tú a tú, narrando con una elocuencia sencilla pero envolvente historias que se desarrollan en tiempos actuales, o en los años de las campañas de Napoleón, o en los tiempos oscuros en los que quemaban a mujeres sospechosas de ser brujas.








Oranges are not the only fruit se publicó en España por primera vez en 1990 con el título Fruta prohibída, con traducción de Margarita Cavándoli y Horacio González Trejo en la editorial Edhasa.















Cinco años después, en 1995, sería la editorial Salvat la que volvería a publicarla, conservando la traducción de la edición de Edhasa, la de Margarita Cavándoli y Horacio González Trejo















En el mes de mayo de 2017, la editorial Lumen haría la que hasta el momento es la última edición de la primera obra de Winterson.  No puedo reseñar de quién es la traducción porque no poseo este ejemplar y a pesar de haber buscado en la Red no he dado con ese dato.









Siguiendo la trayectoria en el Tiempo, su segunda obra sería La pasión (The Passion), de 1986.  Los elementos de esta historia podrían dar pie a pensar que se trata de una novela histórica: Napoleón y sus campañas por toda Europa; un joven cocinero al servicio del general se enamora de una hermosísima pelirroja que conoce las salas de juego y los secretos de las góndolas de Venecia...  Es una traslación de elementos atemporales a otra época, porque lo que cuenta puede suceder en nuestros días con otros significantes y sin embargo los mismos significados.  Extraordinariamente narrada, hermosa y seductora la forma en que la obra avanza, al más puro estilo Winterson, el juego especular de épocas consigue que una historia de los tiempos de Napoleón rompa barreras y se pueda trasladar a cualquier planteamiento en nuestros días.
La obra se tradujo, por primera vez en España, en 1989 en la Editorial Sudamericana, con traducción de Elena Rius.  En septiembre del año 2007, la traducción de Elena Rius la publicaría la Editorial Lumen, en su Colección Biblioteca Jeanette Winterson.



      







Escrito en el cuerpo (Written On The Body) aparecía en 1992, en nuestro país lo haría dos años después, en 1994, en la Editorial Anagrama bajo traducción de Encarna Gómez Castejón.  Esa sería la primera edición en Panorama de narrativas, después se volvería a imprimir en la colección Compactos, en febrero de 1998 con la misma traducción.








Llama poderosamente la atención la naturalidad con la que habla del amor entre mujeres, de la pasión entre seres humanos.  La autora tuvo diferentes relaciones sentimentales en su pasado y por ejemplo en la década de los años 80 mantuvo una con la agente literaria Pat Kavanagh, esposa del escritor Julian Barnes, a quien abandonó por Jeanette.  Después volvió de nuevo con Barnes pero fruto de aquella historia de amor entre ambas fue este Escrito en el cuerpo, una narración contada por ¿un hombre o una mujer?  La autora borra las marcas genéricas y se acerca al Orlando de Virginia Woolf.  Desgraciadamente ambas ediciones de Anagrama están completa y absolutamente descatalogadas pero con el amplio espectro que tiene el mercado de segunda mano, seguro que encuentras uno de los dos formatos.  Por cierto, a título anecdótico, Julian Barnes escribiría unas cuatro novelas policíacas con el  seudónimo Dan Kavanagh, el apellido de su esposa-exesposa-esposa.  Coincidencias del Destino. 



Como en tantas otras ocasiones, no hablo de todos los libros de un escritor, de una autora, si no los he leído.  En este caso sucede eso: no los he leído todos y los que me faltan están en proceso de ser adquiridos.  Los que sí conozco, de esos puedo comentar y celebrar, como es el caso siguiente: The Daylight Gate apareció en el año 2012.  Un año después, 2013, se tradujo al español por Alejandro Palomas Pubill con el título La mujer de púrpura, publicada por Lumen.  Otra vez el gozo de leer a Winterson porque entre sus manos una historia de sesgo gótico como ésta va más allá de un simple género literario.
La historia que leemos está basada en un hecho real: el juicio a unas mujeres en Lancashire, acusadas de brujería en tiempos de Jacobo I.  En esa estructura, Winterson introduce un personaje de ficción, Alice Nutter, una mujer que ha inventado una fórmula para teñir la ropa de un color rojo oscuro y que le proporciona independencia económica, ya que vive de su trabajo.  El invento despierta interés y también envidias ya que será acusada de brujería.  Y de brujas va esta historia, pero qué historia de brujas.  Escribir como lo hace Jeanette Winterson sólo es posible si se redacta, si se trabaja todos los días.  Ella comenzó desde pequeña a emborronar papeles, a escribir, tachar, romper para volver a ensayar el aleteo de las palabras.  Y al final, lo consigue.  Su maestría como narradora la muestra en párrafos de un par de frases donde consigue transmitir, por ejemplo, la emoción, el escalofrío del miedo.  No le hace falta extenderse más para dotar de goticismo a una historia que, como he dicho, va más allá del género literario de la novela gótica.



Escrita y publicada en el año 2011, esta obra cuyo título recuerda, de forma irónica, un posible e infame libro de autoayuda, es una autobiografía de la autora, pero una autobiografía al estilo Winterson: te toma del brazo y te lleva por una alameda imaginaria contándote su infancia, su adolescencia, su juventud...  Salta del ayer al hoy, vuelve atrás, con esa agilidad que caracteriza su forma de narrar, y además con sentido del humor, cosa que muestra su dimensión como ser humano porque sus inicios en la Vida no fueron particularmente fáciles.  El título del libro es una pregunta que le hizo su madre adoptiva, precisamente cuando su hija le confesó su amor por otra mujer.
¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? (Why Be Happy When You Could Be Normal?) se tradujo un año después de su publicación inglesa por Álvaro Abella Villar, en la editorial Lumen.  En febrero de este año 2020, Lumen la reedita pero esta vez en una colección muy atractiva, Lumen60: tapa dura, muy buen tamaño de letra...  Probablemente, si no conoces a Jeanette Winterson, es un buen punto de fuga para leer después sus otras obras de narrativa y poesía, porque en ésta cuenta algunos aspectos relacionados con el andamiaje y la tornillería del cuerpo, de las estructuras de sus novelas o relatos anteriores.



Y llegamos a lo último que ha escrito nuestra autora protagonista hoy de la entrada del blog: Frankissstein.  Una historia de amor (Frankissstein. A Love Story).  Publicada simultáneamente en Inglaterra y otros países europeos, España entre ellos, en el año 2019, Lumen la edita en febrero del año pasado con traducción de Laura Martín de Dios.
Deslizándose por una narración que une atemporalidad y presente activo, Winterson escribe una historia sobre el futuro de la especie humana donde juegan la inteligencia artificial, la vida erótica como motor de vida que se podrá proyectar libremente en la relación incondicional que se va a poder mantener con robots, muñecas sexuales fabricadas por un iluminado que pretende hacerse de oro con el invento, y una instalación de criogenia donde aguardan docenas de cadáveres de hombres y mujeres a que se les devuelva la vida.  El protagonista es un joven médico transgénero que encabeza la acción al entrar en relación íntima con un profesor que lidera el debate sobre la inteligencia artificial.  Winterson se plantea qué ocurrirá con las mujeres, que no están participando en el diseño y programación del futuro.  Utiliza un evento que lo hace aparecer de forma atemporal aunque inscrito en unas circunstancias concretas: la reunión en 1816 en Villa Diodati, en Suiza, de Lord Byron acompañado de su médico de cabecera y escritor John Polidori, el poeta Percy Bysshe Shelley, su futura esposa Mary Wollstonecraft Godwin y Claire Clairmont, casi hermana de Mary y amante de Lord Byron.  La situación es conocida: la violenta erupción explosiva del volcán Tambora, en Indonesia, produjo un profundo cambio climático en todo el mundo traducido en un perseverante mal tiempo, un frío húmedo y lluvioso que obligó a los cinco miembros de la reunión a vivir confinados en casa durante varios días.  Para pasar el tiempo, además de leer, recitar poesías, jugar a las cartas y a las adivinanzas, a Lord Byron se le ocurrió la idea de proponer una especie de desafío: quién, de todos los allí reunidos, era capaz de escribir, de idear, una historia siniestra, la historia más aterradora que se conociese hasta el momento.  Él mismo esbozó un apunte de un posible relato que dejó sin terminar.  Sería Polidori quien, basándose en un fragmento de la vida de Byron, escribiera El vampiro y Mary diera a luz una obra fundamental en la historia de la literatura fantástica, Frankenstein.  
Aquella reunión y la relación entre los protagonistas se ha llevado a la literatura, al cine...pero la ternura con la que trata Winterson a la creadora del Nuevo Prometeo no la he visto ni leído antes, nunca.  La metáfora de la mujer creadora, la autora que piensa en su criatura y en su comportamiento, en su forma de actuar, de interactuar en un mundo en el que va a ser rechazado por su fealdad, por sus diferencias...las reflexiones de la autora de Frankenstein sobre la Vida, la Muerte, el Destino de ese Ser inventado...  Merece la pena, y mucho.  La visión lírica que proyecta Winterson de aquella excursión a Suiza brilla especialmente en una obra donde se mezclan lo absurdo, lo sexual, lo imaginativo y hasta un sesgo de sentido del humor.
Ahora, en estos días de confinamiento, la búsqueda de los libros que me faltan de Winterson está en pausa porque, además, prefiero ir a librerías físicas de mi ciudad y comprarle los libros a las personas que las regentan, antes que buscarlos on line, por mucha rapidez que me ofrezcan a la hora de entregármelos.  Creo que hay que apoyar a los libreros, masculinos y femeninos, máxime en estos días tan raros que nos rodean.



Jeanette Winterson
   

Lee sus historias, sus relatos, sus poemas.  Es Vida hecha Literatura.  Sí, con mayúsculas.





miércoles, 29 de abril de 2020

Cíclope 3.0 - 28-04-20 - Especial Coros Infantiles




Cíclope 3.0 del martes 28 de abril de 2020.  En la edición de hoy recuperamos un programa ya emitido, como viene siendo habitual  desde que el Cíclope se quedó sin programas nuevos almacenados.  El último fue el Especial John Cale # 4, emitido el día 7 de este mes que está a punto de terminar.  Desde entonces estamos recuperando Cíclopes pasados, hasta que se pueda volver a Radio Tomares a seguir grabando.  Así que vamos a ponerle caras y comentarios al programa de hoy cuyo enlace aparece en el blog pero sin fotos ni reseña alguna.  En esta ocasión nos trasladamos hasta el 14 de octubre del año 2014 para volver a escuchar, o conocer, el contenido de un Especial que tiene como protagonistas coros formados por niñas y niños, voces infantiles, adolescentes, acompañando o como solistas: Especial Coros Infantiles.


Las primeras notas musicales las pone un compositor e intérprete islandés tristemente desaparecido con tan sólo 49 años de edad: Jóhann Jóhannsson.
En el año 2008 publicaba esta segunda entrega de la Trilogía Americana sobre tecnología y marcas icónicas.  Ya había trabajado sobre la computadora IBM en su álbum anterior y ahora escogía el fracaso de la planta de caucho brasileña de Henry Ford, el proyecto condenado que Ford imaginó como una utopía pero terminó en desastre, con disturbios de trabajadores y el desarrollo del caucho sintético que, en última instancia, le costó millones de dólares.
La obra es tremenda, magnífica, y cuenta, entre otras colaboraciones, la del Coro de la Filarmónica de la Ciudad de Praga, una masa coral que incluye entre sus miembros las voces jóvenes de adolescentes para dar forma a El gran dios Pan está muerto, composición que utiliza como base los poemas que la escritora del siglo XIX, Elizabeth Barrett Browning, le dedicó al dios mitológico que encarnó la creación y la destrucción.



Jóhann Jóhannsson
(1969-2018)


Como ocurre en tantas ocasiones, la banda escocesa The Skids fueron germen de otros proyectos que tuvieron más renombre que el que pudieran alcanzar los grupos en los que se limaron asperezas y se aclararon ideas.  Stuart Adamson (en la foto, primero por la izquierda) capitaneó a esos Skids en 1977.  Unos años después se pondría al frente de Big Country.  Pero con su grupo anterior dejó algunas canciones interesantes como la que escuchamos a continuación, Circus Games, con coro de voces infantiles incluido como tiene que ser.


  


Si hay una canción que se recuerde porque hay un montón de críos cantando esa es sin duda Another brick in the Wall (Part II) de Pink Floyd.  Los fans oyentes de Roger Waters y compañía, cuando escucharon el disco por primera vez, afirmaban de forma apasionada que, vamos, ahí tenía que haber un coro de cien niños y niñas, por lo menos.  Pues fueron algunos, sí, pero no cien.  Pertenecían al Coro Infantil de New York y cuando pasaron los años de la edición del disco, se querellaron contra la banda porque habían utilizado su imagen, sus voces, y no habían visto ni un céntimo por derecho de interpretación y todos los derechos que se pudieran imaginar.  Sin acritud, recuperamos a los niños cantando ese fragmento de la obra egotrónica de Waters.


  


Más voces infantiles y adolescentes, en este caso sólo voces masculinas, las de Los chicos del coro.





La película Les Choristes, traducída como Los chicos del coro, dirigida en el año 2004 por Christophe Barratier, tiene un score original del compositor francés Bruno Coulais, que trabajó la banda sonora codo con codo con el director, coautor de algunos fragmentos así como también coguionista de la cinta con Philippe Lopes-Curval.


Si no recuerdo mal, fue la semana pasada con motivo del segundo Especial dedicado a David Sylvian, cuando hacíamos mención a ésta película, Feliz Navidad, Mr. Lawrence.  Interpretada por, entre otros, David Bowie y Ryuichi Sakamoto, que se encargaba de componer la banda sonora.  Hay un fragmento que no está compuesto por Sakamoto, es original de Stephen McCurdy y está cantado por un niño del que no he conseguido saber ni el nombre ni el apellido, sólo que es un momento muy hermoso que, aunque sea tan sólo una voz, no un coro, también merece la pena.  Se titula Ride, Ride, Ride (Celliers' Brother's Song)



Bowie
 y Sakamoto


El siguiente coro es el Coro de la Escuela de Coro de la Catedral de Llandaff, nombre de una diócesis de la Iglesia de Gales, de donde es el próximo músico, John Cale.  En su Especial aún no hemos llegado a su álbum Words for the Dying del año 1989 que ahora recuperamos por lo de las voces corales de niños y adolescentes.




The Choir Of Llandaff Cathedral Choir School



Words for the Dying (Palabras para los moribundos) está construido sobre un gran bloque, The Falklands Suite (La Suite de las Malvinas), un intento tardío por parte de Cale para canonizar el conflicto de Inglaterra con las Islas Malvinas utilizando la poesía de Dylan Thomas.  
Aquí el staff de colaboradores es corto y al mismo tiempo numeroso: Brian Eno participa de la producción, encargándose de los 6 fragmentos que forman la Suite; también compone la música del tema El alma de Carmen Miranda, escribiendo la letra a medias con Cale y encargándose de los teclados.





El violín y viola adicional de ésta canción suenan en las manos de una violinista, Nell Catchpole.







La Orquesta de Música Sinfónica y de Variedades del Comité Estatal de Televisión y Radio de la URSS se encarga de cerrar la lista de colaboradores que es corta y al mismo tiempo amplia, sobre todo por el número de profesores que conforman el combo orquestal.  De este disco de Cale nos quedamos con dos momentos realmente hermosos de la Suite que ocupa la mayor parte del álbum.
Estamos enredando obras de música con coros de voces infantiles, coros como parte integrante de una composición donde hay otras voces, otros instrumentos...ahora nos quedamos con un coro como solista y para colmo sin instrumentos de apoyo, tan sólo las voces, a capela: Kennedy Choir, también conocidos como Choral Beatles.



Kennedy Choir


Proyecto de origen argentino, creado en 1983 por Raúl Fritzche, Psicólogo Social y Licenciado en Teatro y Demografía, optó por su gran pasión, la música, y se puso al frente de este coro que, entre adultos, jóvenes, adolescentes y niños, llega a reunir a unos 500 (quinientos) miembros.
Han cantado acompañando a artistas de diferentes estilos, han apoyado campañas contra el SIDA o actos de UNICEF, y el gran reconocimiento les llegó en el año 2006, cuando publicaron el álbum Choral Beatles, 12 versiones del cuarteto de Liverpool que recibieron el beneplácito de crítica y oyentes.  De esa docena de éxitos beatles nos quedamos con dos.





Nos vamos situando en la recta final del programa de hoy.  Ahora nos trasladamos hacia atrás y nos situamos en el año 1973 con una de las mejores escuelas británicas de Rhythm & Blues: Procol Harum.



Procol Harum al completo, allá por finales de los 60 y principios de los 70, antes de la partida del guitarrista Robin Trower (de pie en la esquina superior izquierda) y el organista Matthew Fisher (sentado, con bigotes y abrazándose las rodillas).  En 1973, los miembros de la banda habían cambiado algo pero el grupo seguía entregando buenos álbumes capitaneados por la voz y el piano de Gary Brooker y los textos de Keith Reid.  



Ese año, 1973, Procol Harum publicaban Grand Hotel, un disco que contó con la colaboración de The Swingle Singers, un grupo vocal caracterizado por sus interpretaciones a capela de cualquier composición de cualquier época: desde la música gótica al jazz.  Para la ocasión, Brooker y compañía pidieron que, del grupo coral, interviniese una voz joven, de niño o niña...  Pues la cosa estaba difícil: en el Coro sólo y exclusivamente había miembros adultos, ninguno estaba por debajo de los 30 años, de ahí para arriba.  Pero encontraron una solución: uno de los componentes de The Swingle Singers, la cantante Christiane Legrand, que por aquel entonces contaba 43 años, poseía una voz tan moldeable que era capaz de sonar como la de un infante.




Christiane Legrand
(1930-2011)



Y lo consiguió: la voz que acompaña a Brooker en la canción Fires (Which Burnt Brightly) suena infantil, o adolescente si quieres, pero no, es la voz de una señora.









Los hermanos Timmins, Peter en la batería, Michael, guitarra, Margo, vocal, más el guitarra bajo Alan Anton, han producido siempre desde que comenzaron en 1985 música de alta calidad.  Originales de Toronto, Ontario, Canadá, en el año 2007 publicaban el disco At The End Of Paths Taken.




  


En uno de los temas, el titulado My Only Guarantee, contaban con la participación de voces jóvenes de The Sarah J. Ratzlaff / Madeleine Wieler Youth Choir.








The Sarah J. Ratzlaff / Madeleine Wieler Youth Choir




Cowboy Junkies
 en nuestros días


Para cerrar la edición de hoy, doble cita cinematográfica.  Por un lado una novela, La vida de Pi, original de Yann Martel y adaptada a guión cinematográfico por David Magee para la cinta  del mismo nombre realizada por Ang Lee en el año 2012.




La banda sonora original de la película pertenece a Mychael Danna, compositor habitual de scores originales para el Cine y que, en ésta ocasión, trenzaba con muy buen pulso instrumentación electrónica y orquestación a la que sumaba la colaboración de una masa coral, la Schola Cantorum of the Cardinal Vaughan Memorial School, para conseguir momentos como el que rescatamos: First Night First Day.







Schola Cantorum of the Cardinal Vaughan Memorial School




Mychael Danna


El punto y final no lo pone ningún coro de voces jóvenes.  El punto y final es casi una metáfora porque hace alusión a niños y niñas, pero la composición la interpreta una dama del mundo de la música, Marianne Faithfull.




Marianne Faithfull


Cantante, actriz, novia de Mick Jagger, Marianne Faithfull es heredera del título nobiliario de Baronesa por parte de la rama materna Sacher-Masoch.



No hace mucho, el Cíclope recuperaba el mismo fragmento que va a sonar de esta banda sonora escrita por Angelo Badalamenti para la película La ciudad de los niños perdidos.  Fue con motivo de un programa en el que enredamos melodías que suenan mientras pasan los créditos finales de algunas películas cuando recuperamos este Who will take my dreams away? cantado por Faithfull.  Cosas del Destino hoy vuelve de nuevo, unos minutos, porque no nos da tiempo a escucharlo completo.  Con estos niños perdidos acabamos hoy.
Si conocías ya esta edición de Cíclope 3.0, bueno, espero que te haya servido de entretenimiento el recordarla; si no, espero que te haya gustado.  Volvemos la semana que viene, más cerca del final de este confinamiento.

Salud.


Enlace:

https://radiotomares.wordpress.com/2014/10/16/ciclope-3-0-14-10-14/







jueves, 23 de abril de 2020

Cíclope 3.0 - 21-04-20


David Sylvian


Cíclope 3.0 del martes 21 de abril de 2020.  Segunda entrega del Especial David Sylvian emitido el 16 de septiembre del año 2014 y que recuperamos dadas las circunstancias de confinamiento en casa por la pandemia del coronavirus o COVID-19.
Comenzamos esta segunda edición dedicada al músico original de Lewisham, Londres, Inglaterra, con su tercer larga duración firmado en 1987 y bautizado con el título Secrets of the Beehive.


Estos Secretos de la Colmena fue uno de los trabajos de Sylvian donde estuvo más presente la figura de su amigo y colega de labores musicales Ryuichi Sakamoto.  No sólo tocó el piano sino que realizó el arreglo de cuerdas de algunas de las composiciones.
El resultado es un álbum hermoso, de sonido limpio.

Continúan las atmósferas silenciosas del anterior trabajo, Gone to Earth, pero aquí todo tiene una mayor cohesión, las inflecciones jazzísticas, los elegantes arreglos de cuerdas, todo suma para hacer del disco uno de los más asequibles a la hora de escucharlo.
Los músicos que colaboran para completar el Todo del LP vienen de escuelas varias.



Danny Thompson, veterano contrabajista británico, se encarga del bajo eléctrico y del contrabajo.  Se llama igual que su hijo lo que sucede es que este, aunque músico también, tomó otros derroteros estéticos y se convirtió en batería de la banda Hawkwind; no confundir tampoco con otro Danny Thompson, el músico intérprete del fagot, flauta y saxofón.




Otro músico veterano, el guitarrista y compositor norteamericano David Torn, colaborador de proyectos coordinados por músicos como Bill Bruford, Tony Levin...



Danny Cummings, de origen británico, se encarga de la batería y de la percusión junto a Steve Jansen, siempre presente en cualquier proyecto o idea de su hermano Sylvian. 








Otro colaborador también de origen británico es Phil Palmer, guitarrista, músico de sesión y miembro de diferentes grupos, entre otros, el capitaneado por Bob Geldof con el nombre Bob Geldof & The Vegetarians of Love







Como eje, como coordinador, tocando el piano y realizando arreglos de cuerdas en algunas composiciones, Ryuichi Sakamoto.









Sakamoto se encarga de los arreglos de cuerdas de algunos temas, no de todos.  Donde no lo hace aparece otro músico como arreglista, Brian Gascoigne, pianista y compositor conocido como responsable de algunas bandas sonoras de películas pero también como músico de sesión.  Llegó a formar parte del proyecto Stomu Yamash'ta's East Wind, del percusionista y teclista japonés Tsutomu Yamashita, conocido como Stomu Yamash'ta.



En la trompeta y en el fliscorno, un amigo, estrecho colaborador de Sylvian y que ya había tocado con él en el disco de 1986 Gone to Earth: Mark Isham, del que ya se habló en el programa anterior.
La producción recayó sobre la figura de Steve Nye, que consiguió redondear el sonido del álbum con la supervisión del mismísimo Sylvian.
El remate extramusical lo puso el diseño de la carpeta del disco en manos del colectivo de diseño 23 Envelope, formado por el diseñador Vaughan Oliver y el fotógrafo-cineasta Nigel Grierson.
Como 23 Envelope realizaron carpetas de discos sobre todo editados por el sello independiente escocés 4AD para bandas como Mojave 3, Lush, Cocteau Twins, The Breeders, This Mortal Coil, Pale Saints, PixiesThrowing Muses, Clan of Xymox o Dif Juz.




Vaughan Oliver
(1957-2019)




















Nigel Grierson



















La asociación entre ambos (Oliver encargado del diseño, Grierson de fotografiar) intercambiaba los papeles: unas veces uno hacía lo que el otro realizaba habitualmente.  La unión duró 8 años, entre 1980 y 1988, año en el que Grierson abandona el proyecto.  Oliver continuaría sólo y no le pareció buena idea mantener el mismo nombre por lo que de 23 Envelope pasó a llamarse v23, con la colaboración de otros diseñadores.  Grierson se dedicó a filmar videoclips, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos.

En este Especial David Sylvian # 2, al igual que en la edición de la semana pasada, escuchamos no solo la música de él, también la de sus amigos y colegas de trabajo así como de algunos miembros de la familia, como es el caso de su hermano, Steve Jansen, batería y percusionista desde la formación Japan.  Siempre ha tenido presente la labor de su hermano mayor y, por ejemplo, en el año 2005 lo reuniría a él en la voz, piano y teclados, Jansen en la percusión y el músico alemán Bernd Friedmann encargado de programar máquinas electrónicas y teclados en general bajo el nombre de Nine Horses.  Llevan dos discos grabados hasta el momento con la impronta de Sylvian en el sonido.  Lo que escuchamos es una pieza del primer disco, Snow Borne Sorrow que incluye unos créditos tan extensos como ricos por la intervención de músicos llegados desde el Jazz como el saxofonista británico Theo Travis o el trompetista noruego Arve Heriksen.  Como la cosa va de colegas y amigos apuntándose a hacer lo que mejor saben, música, el piano lo toca Ryuichi Sakamoto.




Nine Horses
 - Snow Borne Sorrow - 2005





Bernd Friedmann























Nine Horses




Antes de Nine Horses, Jansen había sido motor de proyectos como The Dolphin Brothers.
Richard Barbieri, en la foto a la izquierda, (entre otras cosas, teclista de Japan y más cerca en el tiempo, teclista de Porcupine Tree) y Steve Jansen, a la derecha, formaron el dúo The Dolphin Brothers que grabaron un disco de perfil sylvianiano titulado Catch the Fall en 1987 del que el Cíclope extrae un tema.  









Después continuaron trabajando juntos y coincidiendo en otras bandas y en otros inventos.









De Japan surgió otro músico que se desdoblaría en varios colectivos, el guitarra bajo Mick Karn.




Mick Karn

Su forma peculiar, personal de tocar el instrumento hizo que su presencia fuese apreciada por otros músicos.  Tiene su discografia en solitario de la que escuchamos un tema del álbum de 1982, Titles, donde colabora el cantante y compositor brasileño Roberto Carlos, el que cantaba aquello de "...el gato que está triste y azul...".  Esa forma de hacer sonar las cuerdas del bajo eléctrico, vibrante y cartilaginosa, le dio fama.  Fue uno de los miembros del grupo de halo de culto llamado Dali's Car.




Disco perseguido, estigmatizado como algo raro, inencontrable, The Waking Hour, de 1984, fue el único álbum que grabaron mientras duró el invento.  Fue una colaboración entre el cantante de BauhausPeter Murphy y el bajista de Japan, Mick Karn.  El resultado fue un ramo de canciones dotadas de una musicalidad única con extraños estados de ánimo oscuros, basada en el sonido particular del bajo sin trastes de Karn.




Dali's Car
(Mick Karn izquierda; Peter Murphy derecha)








Los diferentes instrumentos, además del bajo, los tocaba Karn, excepto la batería y percusión de las que se encargó Paul Vincent Lawford (en la foto a la derecha), músico británico, bloggero y actor ocasional. 






En agosto de 2010, Peter Murphy anunció en Twitter que él y Karn planeaban ir al estudio en septiembre del mismo año para comenzar a trabajar en el segundo álbum de Dali's Car.  Sin embargo, el proyecto se interrumpió cuando Karn fue diagnosticado de cáncer.  Murió el 4 de enero de 2011, terminando así la continuidad del proyecto.  Cinco de las pistas que grabaron fueron lanzadas el 5 de abril de 2012 como un EP titulado In Glad Aloneness.


De Japan también saldría Richard Barbieri, con trabajos en solitario y prodigando intervenciones como la anteriormente citada presencia en Porcupine Tree.  Como estamos enredando vibraciones manufacturadas por los colaboradores de David Sylvian, ahora Barbieri en el año 2008.




Richard Barbieri
- Stanger Inside - 2008


A principios de la década de los 90 hubo una especie de reunión de los miembros de Japan.  Especie porque no estaban los cinco miembros originales, faltaba el guitarrista Rob Dean






pero el resto, Steve Jansen, Richard Barbieri, Mick Karn y David Sylvian sí. 




Rain Tree Crow


Fue una reunión sin intenciones revitalistas: no se trataba de ¡Vuelve Japan!, era tan sólo una reunión de músicos que se conocían bien, que habían colaborado juntos y seguirían haciéndolo, y por qué no grabar un disco y repartirse los derechos para poder seguir dedicándose a la música.  Así surgió la idea Rain Tree Crow, un proyecto que tan sólo grabó un álbum para continuar después cada uno su camino, sin olvidar que se podrían volver a cruzar cualquier día de estos.  



  

Paisajes interiores coloreados con los mejores matices de cada uno de los músicos, Rain Tree Crow nos sirven para recuperar el  origen, la banda Japan, formada en 1974 en Londres y con una vida como grupo que los llevó hasta 1983.  El grupo como tal, una de las figuras más intrigantes y exóticas de la época, graba por primera vez en 1978 con una apariencia entre la estética Glam de David Bowie y el desorden de excesos de New York Dolls.




Sylvian, en el álbum de presentación del año 1978, Adolescent Sex, canta con un registro de voz visceral, absolutamente todo lo opuesto a lo que llegaría después a desarrollar.  Ese mismo año, 1978, publican Obscure Alternatives, recogiendo un poco de los esquemas rítmicos del primer disco pero derivando hacia otras metas.  Primer cambio de look, nueva estética, nueva apariencia.
















No se sabía dónde ponerlos, en qué sección del Panorama Musical: ¿New Wave?  No, no.  New Romantic, por la estética.















Se parecían a Duran Duran: los peinados, la ropa...















Con estos perfiles cercanos a una de las apariencias del Duque Blanco, Japan cierran los 70, en 1979, con un álbum, Quiet Life, que despista un poco más si puede: se meten a versionear a The Velvet Underground, en concreto el tema All Tomorrow's Parties, pero no se dedican a incentivar formas de New Punk, lo suyo es seguir adelante, buscando un cambio que parece alejarse de sonidos funk impulsados por el bajo de Mick Karn que junto con Sylvian marcan la pauta estructural y formal del sonido de la banda.  
Llega 1980 y el cambio echa raíces y fructifica: Gentlemen Take Polaroids representa el giro definitivo, máxime cuando tres años después el grupo se disolvía.  




En este disco hay un punto luminoso, como una bengala que ayuda a situarnos en medio de un paisaje cubierto por la niebla, y ese punto brillante es la presencia de Ryuichi Sakamoto, que viene de enredar cables y ritmos electrónicos con Yellow Magic Orchestra, y cuya creatividad busca otros caminos de expresión.  Su asociación imaginaria con Sylvian va a dar resultados fructíferos en un futuro inmediato.
Este disco de Japan recoge una de las composiciones más íntimas y personales que ha realizado su vocalista, el tema Nightporter, con una sombra del piano del compositor Erik Satie.
Tin Drum, de 1981, es el eje sobre el que se balancea el futuro del proyecto, futuro que se desvanece por aspectos relacionados con la vida íntima de dos de los miembros del grupo, Karn y Sylvian: la novia de aquel lo abandona por este, y la tensión personal es lo suficientemente tirante como para dar al traste con todo lo que tenían entre manos.  El tiempo los volverá a reunir, sin rencores ni odios, pero Japan desaparece para dejar abiertas otras puertas, como la que nos lleva al final del programa de hoy, que se resuelve con música de película.  
En el año 1983, el realizador japonés Nagisa Ôshima estrenaba su película Feliz Navidad, Mr. Lawrence, con guión de Paul Mayersberg y el propio Ôshima adaptando la novela The Seed and the Sower, del año 1963, original del autor sudafricano Lauren van der Post.  Está interpretada por, entre otros, David Bowie y Ryuichi Sakamoto, que se encargó además del score original para la cinta.  Al final de la película, mientras van desfilando los títulos de créditos, suena una magnífica canción (cosa habitual en muchas producciones) que no es otra que Forbidden Colours, compuesta a medias entre Ryuichi Sakamoto y David Sylvian, cantada por este y con Sakamoto al piano y arreglando la orquestación.  Primero apareció como Single, después incluiría una versión más extensa en el LP que recogía la banda sonora original.



  








Single de Forbidden Colours con los dos responsables del tema, jóvenes y felices

















Edición japonesa del mismo single.  Sylvian alejándose de la estética que cultivó mientras estuvo en Japan; Sakamoto con los ecos de Yellow Magic Orchestra a su alrededor.