John Franklin Bardin fue un escritor estadounidense nacido en Cincinatti, Ohio, el 30 de Noviembre del año 1916 y fallecido en Nueva York el 9 de Julio del año 1981. Aunque trató de estudiar en la Universidad de Cincinnati, por motivos relacionados con enfermedades de su familia, especialmente de su madre, se vio forzado a trabajar en jornada completa en los más diferentes trabajos, logrando un empleo en una librería que le permitió dedicar horas a la lectura.
John Franklin Bardin es el típico caso del autor que pasó casi desapercibido en vida, que se reconoció un poco su obra para, después, caer en el más absoluto olvido poco antes de morir. Y sin embargo su producción enclavada dentro del género de la Novela Negra es algo a tener en cuenta.
Habitualmente se nombran tres títulos suyos, sus tres primeras novelas que tuvieron una buena aceptación entre la crítica literaria y los lectores. Esas tres obras forman una trilogía popularmente conocida como Trilogía de la Amnesia por tener el mismo denominador común: el trastorno de la memoria conocido con dicho nombre. Pero sus causas pueden estar provocadas por diferentes circunstancias y aquí es donde Franklin Bardin despliega su ingenio. La primera novela, El percherón mortal (The deadly percheron) - 1946, presenta un caso de amnesia orgánica, hay un daño en el cerebro provocado por una situación traumática (accidente que se desarrolla en las instalaciones subterráneas de una línea de Metro)
Traducción de César T. Aira
Primera edición Ediciones B - Octubre 1996
Primera reimpresión - Septiembre 1998
Segunda reimpresión - Noviembre 1998En la segunda novela, El final de Philip Banter (The last of Philip Banter) - 1947, la amnesia es funcional, es decir, es un factor psicológico, un mecanismo de defensa (un caso de celos provoca un cuadro psicótico paranoide)
Traducción de Miguel Martínez-Lage
Primera edición - Febrero 1989
Por último, la tercera novela, Al salir del infierno (Devil take the blue-tail fly) - 1948, es un caso de amnesia transitoria pero relacionada con la amnesia funcional y, sobre todo, con la amnesia orgánica. O tal vez una suma de todas esas teorías porque es una disfunción psíquica tan importante como desconocida: la esquizofrenia, donde se da una escisión del "yo", de la conciencia. Se produce una falla y el ego queda dividido: una parte no recuerda a la otra.
Traducción de Miguel Martínez-Lage
Primera edición - Marzo 1989
Con esa temática común, utilizando un personaje que aparece y comunica el primer y el segundo volumen, se cierra, de una forma brillantísima, la tríada. Si sólo hubiese escrito estas tres narraciones, sólo por ellas, tendría derecho pleno a compartir las páginas más plateadas de la Historia de la Literatura. Pero, por suerte, Franklin Bardin continuó escribiendo.
En España lo descubrimos gracias a la edición que realizó Versal entre la década de los años 80 y principios de la década de los 90 del siglo pasado. Versal edita su Trilogía de la Amnesia completa más una serie de títulos sueltos. En plena década de los 90, la editorial RBA compra los derechos y planea editar los mismos títulos que tuvo Versal en su catálogo, pero tan sólo vio la luz El percherón mortal. El resto, que yo sepa, no volvió a ser re-editado. Tuvo una producción corta utilizando dos seudónimos: Douglas Ashe y Gregory Tree. Con éste último nombre escribió Una mortaja para la abuela (A shroud for grandmama) - (1951 o 1954)
¿Quién me mató? (The case against butterfly) - 1951
Traducción de Esteban Riambau Saurí
Primera edición - Enero 1991
Ediciones VersalMientras se va construyendo éste homenaje a John Franklin Bardin me he encontrado con un interesantísimo artículo sobre él escrito por Juan Manuel de Prada aparecido en el suplemento ABC Cultural Número 1258 con fecha 26 de Noviembre de 2016. Dejo aquí el enlace a dicha publicación http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-salir-inferno-201612012110_noticia.html
Juan Manuel de Prada cita la adaptación al Cine de la novela El final de Philip Banter del año 1947 realizada por Hervé Hachuel en 1986, con guión del mismo Hachuel y Álvaro De la Huerta con el título de Banter.
Hace alusión de Prada a Julian Symons que en su obra Historia del relato policial afirma, refiriéndose a John Franklin Bardin, que es un escritor americano tan desconocido en su país que nunca he encontrado a ningún paisano suyo que hubiera leído sus libros. Un párrafo me llamó poderosamente la atención y es cuando de Prada afirma que la novela "El percherón mortal parte de una premisa que podría servir como argumento para una película de David Lynch". Hace un par de años colgué en Facebook un comentario sobre la serie de televisión Twin Peaks dirigida por David Lynch en 1990 que, al parecer, no le gustó a alguien y el comentario desapareció. Esa serie, Twin Peaks, que trata sobre la muerte de una joven, Laura Palmer, y la investigación para descubrir quién la mató, es el texto íntegro (tan sólo cambia el nombre de los personajes) de la novela Demasiado joven para morir (So young to die) de 1953 del escritor John Franklin Bardin, editada por Versal en Septiembre del año 1990 (Primera Edición) y traducida por Esperanza Pérez Moreno.
¿Casualidad? ¿Coincidencia? Se podría proponer cierto parecido pero el paralelismo es tan absoluto, tan transparente, que creo que no se puede hablar de simples y meras semejanzas. Es curioso y extraño que, David Lynch, no haya mencionado nunca el origen de la idea. Es más, es muy raro que nunca haya mencionado a John Franklin Bardin porque hay una cierta y certera influencia del autor de novelas sobre el director de cine, influencias que se pueden encontrar en la utilización de ese mundo onírico que Lynch comienza a usar a raíz de su película Blue Velvet (Terciopelo Azul) del año 1986. Esos enanos, ese fluctuar entre la realidad y lo onírico, esa constante irrupción de lo fantástico en la vida cotidiana, eso es algo desarrollado por Franklin Bardin en su novela El percherón mortal, con esos personajes deformes, enanos que parecen salidos de unos sueños de arquitectura torcida. Sin embargo, si se quiere, con cierta benevolencia, podemos hablar de una incierta coincidencia y digo incierta porque después de leer Demasiado joven para morir y ver la serie de televisión Twin Peaks, al mirar hacia atrás uno se pregunta si entonces ese onirismo tan cautivador de la película Terciopelo Azul no es otra cosa que una marca, sana, una influencia del autor, influencia que no tiene nada de malo, al contrario, porque todo Arte surge de un constante devenir. A no ser que a quien corresponda le ocupe demasiado espacio su propio Ego y no admita sino la reverencia perpetua a su persona. Algo así como lo que le sucede a algunos seguidores de algunos artistas, que no admiten dudas al respecto de la genialidad de sus admirados y cualquier comentario en contra lo toman como una afrenta personal. Ese fue el comentario que hace un año, o tal vez dos, colgué en Facebook, una reseña sobre John Franklin Bardin y su novela Demasiado Joven para Morir, todo el paralelismo sospechoso entre el guión de la serie de televisión dirigida por Lynch y la novela. Entiendo que a alguien no le gustó y sin mediar más opinión lo hizo desaparecer completamente de la página. ¿Acaso el director David Lynch lo leyó y de pura indignación lo borró? No creo. Los acólitos son peores que los líderes de algunas corrientes fanáticas y en el Cine, como en cualquier manifestación humana que conlleve algo de arte, los fanatismos proliferan en todos los campos de expresión y en todos los géneros y estilos. Y a todo esto, a lo que me refiero es a lo que originalmente se conoció como Twin Peaks, no las secuelas posteriores (Twin Peaks: Fuego camina conmigo - 1992; Twin Peaks: The Missing Pieces - 2014). En defensa de David Lynch tengo que decir que es un hombre que cuando adapta una obra literaria lo hace de forma justa y cabal. En 1984 realizó una adaptación a la pantalla de la novela de Ciencia-Ficción Dune de Frank Herbert. Hubo una versión comercial de 2 horas y 25 minutos y, creo, otra versión completa con un mayor metraje, con más horas, que no se proyectó, que yo sepa, en ninguna sala comercial. Pero volviendo a la película, Dune tenía un guión que adaptaba una obra muy extensa: hasta el momento de escribir la adaptación existían 4 títulos de los que se utilizaron los tres primeros. Después aparecerían 2 más. Dune en total son 6 volúmenes. Pero nos quedamos ahora con el principio, para el que Frank Herbert pensó en tres títulos: Dune - 1966, El Mesías de Dune - 1969 y Los Hijos de Dune - 1979. Lynch envió el guión para que fuese supervisado a nadie más ni nadie menos que a Lyon Sprague de Camp, el gran Gurú de las narraciones de Ciencia-Ficción, de Terror, una especie de Base de Datos andante de Literatura Fantástica. Sprague de Camp fue el creador de Conan el Bárbaro además de escritor, ensayista y biógrafo de Howard Phillip Lovecraft. Dio su visto bueno al guión con la adaptación de la novela de Herbert y así lo dejó ver Lynch en los créditos de la película donde aparece claramente detallado: Guión Supervisado por L.S. de Camp. Digo todo esto para mostrar cómo Lynch reconoce una obra y su adaptación. Entonces, ¿por qué no hizo lo mismo con la novela de Framklin Bardin? ¿Qué extraño mecanismo se produce para que se silencie, se ignore la autoría de una obra? No lo sé. Lo único que pienso es en el juego especular del Cine, de sus contenidos. En Cine es donde mejor llega a funcionar la cadena de las copias: no hay nada más válido que la copia de la copia de la copia. Y mientras más prolongada sea la espiral de las copias mejor será el último resultado.
Por último, Franklin Bardin editó Los peligros de Pequeña (Purloining Tiny) en el año 1978, su última novela, escrita y editada tres años antes de su fallecimiento en Nueva York. Está traducida por Jordi L. Mustieles. La primera y única edición en Versal fue en el mes de Abril de 1990 y es el testamento perfecto de éste hombre que supo narrar y de forma extraordinaria los vericuetos más obscuros de la mente humana.