viernes, 29 de octubre de 2021

Miguel Sánchez Ibáñez



Miguel Sánchez Ibáñez

Que la palabra nos ubica en medio del Mundo es una realidad que, al día de hoy, algunos seres humanos aún no llegan a compartir.  El lenguaje hablado, escrito, es la principal característica que poseemos y nos diferencia radicalmente de otros seres vivos, principalmente los del reino animal.  Esto es algo de sentido común, desgraciadamente el menos común de todos los sentidos y, por lo tanto, no se puede esperar que nos sirva como elemento de equilibrio.  La lengua madre, en nuestro caso el español, posee unas reglas gramaticales, sintácticas, de las que se ocupa la Lingüística, que se encarga del estudio científico del origen, evolución y estructura del lenguaje.  No sé si alguna vez has leído un ensayo de contenido lingüístico y has conseguido llegar al final.  Personalmente, por mandato académico, lo he intentado (no voy a citar la autoría ni el título) y me he encontrado dando cabezadas continuas porque, además de no enterarme absolutamente de nada, me quedaba dormido de puro aburrimiento.  Ese característico perfil de obra infumable, tocho ilegible, es habitual entre obras que tratan específicamente un tema sea científico o literario.  Son obras que parecen estar escritas pensando en un público especializado, como esas novelas de género histórico que tratan a sus lectores como si fuesen arqueólogos.  En el plano opuesto están los trabajos simplificados: ¡Todo lo que usted debe saber sobre el Efecto de los Rayos Gamma sobre el Ganado Porcino contado en 3.000 palabras!  
Por eso, porque ni don Juan ni Juanillo, cuando aparecen libros que te acercan a un tema de interés y no lo hacen desde la atalaya de la sabiduría sesuda ni tampoco desde la simplicidad insultante sino que te invitan a iniciar una lectura constructiva guiada por una pedagogía didáctica, florida y amena, con un contenido no exento de tecnicismos pero explicados y ejemplificados de forma clara y transparente, trufando toda la narración con anécdotas históricas y situaciones reales, es una satisfacción leer obras como la que traigo hoy al blog.  Quien lo consigue es Miguel Sánchez Ibáñez con su ensayo La (neo)lógica de las lenguas.  ¿Por qué no podemos dejar de crear palabras? publicado por la editorial Pie de Pagina este año 2021.



         
 
Miguel Sánchez Ibáñez nace en Valladolid en 1986.
Se doctoró en Traducción y Mediación Intercultural en la Universidad de Salamanca y su labor didáctica como profesor le ha llevado por universidades españolas, canadienses y norteamericanas.  Forma parte del Departamento de Lingüística Aplicada a la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Politécnica de Madrid.  También ha trabajado como terminólogo para la Organización Intelectual, un organismo dependiente de la ONU.  Desde hace más de diez años sus trabajos de investigación en torno a la neología y la creatividad léxica están relacionados con su participación activa en el Observatorio de Neología de Castilla y León.
También preside MariCorners, asociación dedicada a la difusión y promoción de trabajos académicos de cualquier ámbito de especialidad relacionados con cuestiones LGTBIQ+.
No es la primera obra que publica Miguel Sánchez Ibáñez pero sí la primera que edita firmada con su nombre y sus apellidos ya que otros dos ensayos anteriores los escribió conjuntamente con otros autores:





El lenguaje de la vid y el vino y su traducción
, coescrito con María Teresa Sánchez Nieto.  Editado por la Universidad de Valladolid en 2006








MariCorners (Investigaciones queer en la Academia) investigación realizada entre Moisés Fernández Cano, Sergio Fernández de Pablo, Aarón Pérez Bernabeu y Miguel Sánchez Ibáñez.  Editado por Egales en el año 2020.





Ahora, en solitario, Miguel publica esta obra que se centra en los neologismos porque, como él mismo explica, 
una lengua sin neología es una lengua condenada a morir, y los neologismos son la manera que tiene ese fenómeno de cristalizar

Pero en La (neo)lógica de las lenguas.  ¿Por qué no podemos dejar de crear palabras?  no hay sólo eso, también habla del uso de los Diccionarios y de los abusos hieráticos y férreos que hacen de la lengua y su uso.  Este libro, en palabras de su autor,

puede ayudar a ordenar conceptos y nociones que están en nuestras cabezas pero que a veces nos pueden bailar: el libro abre una puerta bastante amable y accesible a los procedimientos de creación neológica del español, invita a reflexionar sobre qué es la neologicidad y también cuenta con una reflexión sobre la controvertida relación entre los neologismos y los diccionarios. Pero sobre todo,  creo que puede ayudar a quien lo lea a caer en la cuenta del inmenso potencial creador que tenemos los hablantes: la lengua nos pertenece, las palabras nacen de nuestras ganas de entender el mundo, porque no hay mejor manera de empezar a entender algo que poniéndole nombre. Creo que el libro explica por qué es tan importante que no perdamos eso de vista. Y bueno, también enseña la diferencia entre un neologismo winehouse y un neologismo pantoja, que nunca está de más tenerlo claro.

Para ampliar estos datos te remito a la web de la editorial Pie de Página donde hay una entrevista con el autor.  Te dejo el enlace a dicha conversación:

https://editorialpiedepagina.com/entrevista-a-miguel-sanchez-ibanez-autor-de-la-neologica-de-las-lenguas/

Es un placer leer ensayos tan claros y enriquecedores como éste: La (neo)lógica de las lenguas.  ¿Por qué no podemos dejar de crear palabras?   Y como todas las cosas buenas de la Vida, altamente recomendable.



jueves, 28 de octubre de 2021

Cíclope 3.0 - 26-10-21

 


Tres silbando

Cíclope 3.0 del martes 26 de octubre de 2021, un Cíclope que hoy reúne canciones integralmente silbadas o acompañadas por un silbido.  Sin más, comenzamos y lo hacemos con una banda de los años 80 que respondía al nombre de Kissing The Pink.


El grupo se formaba con el principio de la década de los 80, en concreto en 1980, en el ambiente creativo académico del Royal College of Music, ubicado en South Kensington, Londres.  Su debut, en formato de single, lo realizaron con el productor Martin Hannett, que ya había trabajado con, entre otros, Joy Division o Durutti Column.  A pesar de tener tan buen padrino para que le sacara lo mejor de su sonido, Kissing The Pink obtuvieron la colaboración de otro reputado productor, Colin Thurston (1947-2007), ingeniero de sonido y productor.  La banda propuso a Brian Eno como encargado de empaquetar su sonido pero la discográfica optó por Thurston ya que este conseguiría sacar del grupo lo mejor para tener un impacto comercial seguro.  Ni tanto ni tan calvo, aunque es cierto que alcanzaron cierto eco con Naked, el primer álbum publicado en 1983, un disco que contiene algunos temas que merecen la pena, entre otros, The Last Film, la canción que abre Cíclope 3.0 de hoy, con un numeroso acompañamiento de silbidos, que no pitos.




Quentin Tarantino siempre ha mostrado amor y pasión por la música y sus películas suelen estar aderezadas por bandas sonoras compuestas por canciones de todos los tiempos.  En la banda sonora de Kill Bill Vol. 1, Tarantino hace que un personaje (ahora no recuerdo si hombre o mujer) descienda unas escaleras mientras silba una melodía que no es otra que Twisted Nerve.



Traducida en nuestro país como Nervios RotosTwisted Nerve es una película de 1968 dirigida por Roy Boulting.  El score original de la cinta está compuesto por un peso pesado en esto de las bandas sonoras originales para el Cine, Bernard Herrmann.



Bernard Herrmann (1911-1975) trabajó con una nómina de directores inmensa, entre otros con Alfred Hitchcock dejando su huella en el score de PsicosisTwisted Nerve, el corte que le da título a la banda sonora de la película del mismo nombre de 1968, tiene ese perfil característico de algunas composiciones de Herrmann: sonido inocente, cercano, tranquilo que se rompe con la irrupción de la orquesta sonando a todo trapo.  Tarantino recupera esa breve composición (un minuto y veintisiete segundos) en 2003.



  

Canciones silbadas o acompañadas de un silbido.  Quien lo hace puede ser alguien ajeno al grupo o al solista, o puede ser uno de ellos, o el mismo solista el que lo haga como fue el caso de unos de los temas memorables de la Historia de la música moderna: Sentado en el muelle de la bahía, firmado por el gran Ottis Redding.


Apodado El Rey del Soul, Ottis Redding fue cantante, compositor, productor de discos, arreglista y cazador de talentos que nació en 1941 y que falleció en un accidente aéreo en 1967.  Su música, su legado artístico, es uno de los más valorados por su capacidad como cantante para transmitir emociones y por su versatilidad a la hora de componer.  The Dock of the Bay sería un álbum póstumo que aparecía en 1968 y contiene una de sus composiciones más aclamadas, (Sittin' on) The Dock of the Bay, una canción que Redding comenzó a escribir en agosto de 1967, empezando por la letra.  Vivía por aquel entonces en una casa flotante en Sausalito, California.  Completó el tema en Memphis con la ayuda del guitarrista Steve Cropper y la grabó el 7 de diciembre de 1967, tres días antes de morir en un accidente aéreo, viajando en avioneta sobre el lago Monona, en las afueras de Madison, Wisconsin, a tan sólo tres minutos de su destino.  En el accidente murieron él y casi todos los miembros de su banda de acompañamiento, The Bar-Kays, exceptuando uno, el cantante y trompetista Ben Cauley, quien se encontró en el agua helada agarrado a un cojín de asiento para mantenerse a flote.  No sabía nadar y por ese motivo no pudo ayudar a nadie.  Las causas del accidente no se han conocido nunca.

(Sittin' on) The Dock of the Bay es una de las canciones más recordadas de Ottis Redding, con ese silbido con el que resuelve la composición, un silbido realizado por él mismo.



 

Un músico que utilizó en unas cuantas ocasiones el silbido fue John Lennon.


Cuando se piensa en alguna canción de Lennon donde silbe, lo más inmediato es pensar en Jealous Guy del álbum Imagine.  Pero tiene otra, incluida en el LP Walls and Bridges de 1974 titulada Nobody Loves You (When You're Down and Out).  La canción, tal y como la conocimos, tenía acompañamiento de banda más arreglos orquestales y un fragmento sustancioso con la melodía silbada por él.  Eso fue en la edición del disco en formato vinilo, en 1974.  En 1987 el álbum se reedita en formato CD y como en tantos casos se aumenta el número de pistas con alguna que otra versión alternativa como es el caso que tenemos entre manos.  La canción Nobody Loves You (When You're Down and Out) la grababa Lennon un año antes de la publicación de su cuarto disco en solitario, en 1973, y la guardaría en un cajón.  Después, cuando empieza a escoger canciones para formar el LP Walls and Bridges recurre a ella, la interpreta con la banda, le suma los arreglos orquestales y queda como una de sus canciones más hermosa.  Pero el máster de aquella versión de 1973 no se perdió y vería la luz 14 años después, por fortuna.  La versión que se incluye en el CD es tal cual se guardó en aquel master: sin pulir, sin quitar ni un detalle, sólo John cantando, tocando la guitarra acústica y silbando.  Se escucha al técnico de sonido indicar que es la toma número 9 y a Lennon comentar que el 9 es un número de la suerte.  Después, en Walls and Bridges, estaría la canción Dream # 9.



Walls and Bridges
 y su carpeta troquelada: varias tiras se iban añadiendo y quitando para formar diferentes diseños de la cubierta.
  



















Entre las canciones que están completamente silbadas he dado con una que conecta con mi memoria remota de la música que sonaba en casa de mis padres cuando contaba con 4 ó 5 años de edad.  Me ha costado muchísimo dar con ella porque es un tema raro aunque cuando sonaba en la Radio allá por 1960 se convirtió en una de esas canciones constantemente solicitada por los oyentes.  Se trata de The Enchanted Sea, El mar encantado, una composición firmada por The Islanders.

The Islanders fue un grupo estadounidense de corta vida.  Se formó a finales de la década de los años 50 y consistía en dos miembros más la colaboración esporádica de un tercero.  El dúo básico era Frank Metis, acordeón, y el guitarrista Randy StarrStarr, además de ser músico, era un dentista que trabajaba en el Bronx, en Nueva York.  Para diferenciar las dos profesiones, como dentista ejercía como Randy Starr y como músico adoptó el seudónimo artístico de Warren Nadel, nombre con el que firmó algunas composiciones interpretadas por el cantante Fred Wise y Elvis Presley.  Los efectos especiales de algunos de los temas se debían a ese tercer miembro de colaboraciones esporádicas, Ralph F. Curtiss.

Aunque publicaron varios sencillos sólo consiguieron ser recordados por una canción, El mar encantado, single publicado en 1959 y que llegaría a España un año después, en 1960, cuando editaron el LP titulado The Enchanted Sound of The Islanders que incluye ese tema silbado y que recoge el sonido de agua del mar, la campana y la sirena de un barco...los efectos especiales de Curtiss.  Además de silbar ese Mar encantado lo hacían en cuatro canciones más, pero la que resaltó y con diferencia es la que trae el Cíclope.  Después, desaparecieron en el más completo anonimato.  Por no haber no hay ni fotos de los miembros del proyecto, aunque con el paso de los años, en 2016, se reeditó aquel The Enchanted Sound of The Islanders en formato CD.




Un auténtico especialista en utilizar el silbido casi como un instrumento es un español llamado Francisco Rodríguez, conocido en el mundo artístico como Kurt Savoy.


Francisco Rodríguez, nacido en 1948 en Andújar, provincia de Jaén, es un músico especializado en silbar.  Actualmente vive en el sur de Francia y continúa con su nombre artístico de Kurt Savoy.  Como primer paso para adoptar un alias artístico utilizó el seudónimo de Curro Savoy, pero no cuadraba para un mercado internacional y se decidió que su nombre artístico fuese el conocido como Kurt Savoy.  Inició su carrera en 1959 como guitarrista y cantante de Rock & Roll.  Lo de silbar las canciones apareció como algo accidental: estaba preparando una actuación en televisión y le pidieron que improvisara ante las cámaras para rellenar unos minutos de emisión.  Tomó su guitarra y comenzó a silbar una de sus canciones.  El efecto fue tal que, a partir de entonces, sus actuaciones estarían protagonizadas por su capacidad para silbar no sólo sus composiciones sino también cualquier otra.  Entabló amistad con Ennio Morricone, gratamente sorprendido por sus versiones de bandas sonoras de películas como La muerte tenía un precio, Por un puñado de dólares o El bueno, el feo y el malo.  

Los comienzos de Kurt Savoy tuvieron como eje el Rock & Roll rebautizado por él como Full & Roll interpretado a la voz y guitarra eléctrica.  Después llegaría con el tiempo todo lo relacionado con los silbidos.  Los másters originales de aquellas primerizas grabaciones de los años 60 se han perdido pero una labor detectivesca para recuperar al menos algunas canciones se han reunido en formato CD en un disco doble aparecido en el año 2000, Kurt Savoy-Todas sus grabaciones 1960/1977, de la que el Cíclope recupera la pieza Silbando ritmos.



 
Por simple mención y porque en un programa dedicado al silbido en la música no podía faltar, un fragmento de una banda sonora compuesta por Ennio Morricone (1928-2020), para una película de Oeste: A Fistfull of Dollars (Por un puñado de dólares).  El tema principal de la cinta tenía ese silbido característico de las composiciones de Morricone para ambientar historias del Far West.












Ennio Morricone
en 1964, fecha de la banda sonora de la película
                                Por un puñado de dólares

                           

Seguimos con bandas sonoras de películas y ahora le toca el turno a una fácilmente reconocible nada más comenzar a sonar el tema principal de la cinta, porque está grabado en la memoria colectiva que esos silbidos pertenecen a El puente sobre el río Kwai.





El compositor responsable de dicho score fue sir Malcolm Arnold (1921-2006), autor prolífico y responsable de bandas sonoras, entre otras muchas, como De repente, el último verano, de 1959 dirigida por Joseph Mankievicz, con guión basado en la obra de teatro de título homónimo de Tennessee Williams.  La famosa Marcha del Río Kwai, con sus característicos silbidos, es una de esas piezas que como digo pertenecen a la memoria colectiva y es la que nos trae el Cíclope.

En la recta final del programa de hoy nos queda tiempo para escuchar canciones que no van a estar silbadas completamente pero en las que el silbido va a tener un papel muy importante como por ejemplo en este tema de Gun's and Roses, Patience.


G N' R Lies se publicó en 1989, cuando Gun's and Roses a través de sus actuaciones en vivo y con dos discos antes que este, ya se habían granjeado fama de banda fuerte, de rock duro.  Pero hasta los más heavy tienen un lado suave mezcla de ternura y candidez y Gun's and Roses no podía ser menos.  G N' R Lies incluye un tema de medio tiempo, calmado, que comienza precisamente con un silbido: su título, Patience.






Axl Rose silbando al comienzo del tema Patience.

 




Hay canciones que llaman la atención por un detalle.  El caso que hoy nos ocupa, el silbido, está presente a menudo en esa llamada de atención.  Es lo que me sucedió con el tema que viene a continuación.  La banda norteamericana Wall of Voodoo, que ha pasado por Cíclope 3.0 en varias ocasiones, lanzaban en 1982 su segundo álbum, Call of the West.  No los conocía, así que puse el LP en el giradiscos, sonó la primera canción, bien, pero cuando empezó a sonar la segunda hubo algo que me hizo decir: ¿Y esto?  Fue el silbido con el que se traza la primera línea de la melodía, el umbral de la canción Lost WeekendStan Ridgway, vocalista y motor de la banda, compone y silva, sólo al principio, pero cómo seduce ese detalle.












Wall of Voodoo
Stan Ridgway en el centro, en primer plano.


Lo mismo sucede con un tema de una banda que ha sonado en muchas ocasiones por aquí, los suizos Yello.  Comenzaron como trío: Dieter Meier, Boris Blank y Carlos Peron.  En 1981 aparecía su álbum de título español Claro que sí, con Peron con un pie fuera del proyecto.  Al final quedaron los otros dos miembros como base de una de las formaciones más influyentes en la música electrónica de los años 80.  Ese álbum de 1981 incluye un tema de ambiente nocturno y atmósfera de novela negra, She's got a Gun, con el efecto de un silbido poniendo luces en la pista para desarrollar la historia que narra y canta Meier.



Yello en la foto de la derecha.  A la izquierda Dieter Meier, a su lado Boris Blank.





Yello
- Claro que sí - 1981



En 1974 Peter Gabriel grababa el último disco con Genesis, The Lamb Lies Down on Broadway.  A partir de entonces comenzaría una labor en solitario como músico recogida a lo largo de una extensa discografía parada desde hace ya algunos años.

Su primer disco en solitario apareció en 1977 y a lo largo de sus primeros cuatro álbumes el título de cada uno de ellos fue el mismo: Peter Gabriel.  Se les conoce por el número o volumen.  En verdad es una catalogación que se hizo entre los comentaristas musicales y los seguidores del cantante porque no aparece en ninguna de las cuatro carpetas de esos primeros cuatro discos ningún indicador 1, 2...o Volumen 3, Volumen 4...tan sólo su nombre y apellido en un vértice del cuadrado.  Lo distintivo de cada cubierta es la foto que ilustra el disco en cuestión y por su descripción se sabía qué disco era y el número.  Esto cambió después cuando los primeros cuatro álbumes se reeditan y así los nombres cambiaron.



El primer LP de Gabriel tal y como se editó el 25 de febrero de 1977.  Reediciones posteriores lo titularon sencillamente Car.





El segundo trabajo en solitario llevó por título 2 cuando se reedita.  Otras ediciones lo titularon Scratch.




Llamado 3 o Peter Gabriel III en reediciones posteriores a su edición original, también se conoce con el título Melt.






Sería el álbum número 4, rebautizado en el mercado norteamericano con el título de Security.  Desde norteamérica volvió a Europa con ese nuevo nombre y para algunas personas es la referencia válida cuando se refieren al disco.



De esos primeros cuatro álbumes de Peter Gabriel hay uno que incluye una canción indispensable si estamos escuchando temas con silbidos: Games Without Frontiers, incluida en el tercer LP, conocido también como Melt.  Los silbidos se deben al ingeniero de sonido Hugh Padgham, al productor del disco Steve Lillywhite y al mismo Peter Gabriel.




Llegamos al final del programa de hoy y lo hacemos con un tema que tiene un momento silbado, al comienzo, y que como en otros casos, es un detalle que enciende el interés.  El tema en cuestión es Wind of Change de la banda alemana de Rock Duro-Heavy Metal ScorpionsWind of Change apareció en el álbum Crazy World publicado en 1990 y está escrita por el vocalista de la banda, Klaus Meine



Scorpions
- Klaus Meine en el centro

 
















Con esta balada de medio tiempo cerramos Cíclope 3.0 hoy dedicado al silbido.


Espero que te guste el programa.

Enlace:

https://www.radio.tomares.es/blog/ciclope-30-26-10-21




miércoles, 20 de octubre de 2021

Cíclope 3.0 - 19-10-21



Robert and Shana Parkeharrison
- Precipice

 

Cíclope 3.0 del martes 19 de octubre de este año en curso, 2021.  La edición de hoy comienza con sonidos hispanos aunque se utilice el inglés como idioma de expresión.  Desde Londres, vía Sevilla, Talking Dolphins.


Talking Dolphins es el proyecto en solitario del músico Miguel Ángel Redondo (foto de la izquierda) cuya historia musical está unida a la banda Círculo Vicioso, tocando la guitarra junto a José María Sagrista.  El grupo sevillano formado en 1984 por Sagrista y Juan Ortiz amplió su formación con la batería de Nacho Fernández, el saxo de Aquiles del Campo y la guitarra de Miguel Ángel.  En 1985, Círculo Vicioso consiguen el primer premio de la 25 edición del Festival de Benidorm con la canción Portero de noche.  A partir de 1989 habría cambios en los miembros que formaban el grupo que siguió con Sagrista a la cabeza y Redondo colaborando hasta el día de hoy cada vez que la banda ha vuelto a unir fuerzas para seguir haciendo música.  Miguel Ángel pasaría por formaciones paralelas a lo largo de los años finales de la década de los 80 como Parapléjico y los Monos junto a su compañero Nacho Fernández.  En pleno siglo XXI, Miguel Ángel está al frente del proyecto Talking Dolphins donde él compone, canta y toca todos los instrumentos.

Asentado en Londres por motivos laborales desde hace unos veinte años, ha trabajado con músicos de diferentes estilos, entre otros con Roger Taylor, batería de Queen.  Ha producido música para Cine y para series de televisión.

De Talking Dolphins, por el momento, conocemos cuatro canciones con base en las guitarras tanto eléctricas como españolas.  Lo primero que vio la luz fue un single de dos temas, When Love Comes to You y Lost in a Dream, publicado el sencillo el 22 de marzo de este año 2021.  Después aparecería Una vez más que, de las cuatro canciones, es la única interpretada en español.  Las otras tres utilizan el inglés como vía de expresión.  Comenzamos el programa con Part of the Universe, lo último publicado por Talking Dolphins el pasado 7 de julio y conectamos con las otras dos del primer single.  En otra ocasión rescataremos la que nos falta, la que está cantada en castellano.

Música atmosférica para abrir esta edición de Cíclope 3.0 que continúa por derroteros calmados con Wooden Arms.




Wooden Arms es un quinteto británico que se inspira en tres manifestaciones de la música: lo alternativo, lo clásico y el trip-hop.  Entusiasmados con la sensibilidad rítmica de Portishead, mezclada con las melodías etéreas de Sigur Rós, envuelven sus para elaborar unas melodías compuestas principalmente por el almamáter del grupo, Alexander Carson (en la foto, sentado al teclado).  Se dieron a conocer en el año 2014 con el álbum Tide.  Tres años después publicaban Trick of the Light, un disco que presenta una paleta colorida de sonidos, cubiertos de sutileza, tensión y reverberación exuberante.  Es un disco que cambia entre géneros de forma voluntaria y en el que, personalmente, no encuentro ninguna semejanza con Portishead y sí con Sigur Rós de quienes, me parece, están más cercanos, en todo caso en el aspecto etéreo, vaporoso, en el que trabajan los islandeses.  Carson, el motor del grupo, tiene dos álbumes firmados en solitario.  El primero, firmado en el año 2019 con el título Ellipsism, recoge una serie de composiciones cercanas a lo que produce con Wooden Arms.  En 2020 se publicó Tombland donde muestra su faceta más académica: composiciones para piano con estructura de sonata clásica.  Nos quedamos con dos composiciones que son las que rescata el Cíclope de ese segundo álbum de Wooden Arms, el tema que le da título al trabajo y Burial que, a pesar de lo siniestro del nombre (Entierro) entra más en el campo de la música atmosférica.



 

Por alusión y por semejanza, vámonos ahora con los islandeses Sigur Rós.


Después de viajar entre sonidos de paisajes interiores y canciones más soleadas donde no se parecían para nada a sí mismos, o al menos a lo que habían ido haciendo desde que publicaron un disco por primera vez allá por el año 1997, en el año 2012 los islandeses Sigur Rós publicaban Valtari, traducido al inglés como Roller, un álbum en el que recuperaban algo muy querido por sus seguidores: el paisaje sonoro islandés.  Aunque, en verdad, la versatilidad, la capacidad de abstracción de sus melodías, puede trasladarse a cualquier representación plástica o paisaje interior del oyente.


Valtari, en islandés, o su traducción al inglés, Roller  (foto de la carpeta del disco a la izquierda) es un regreso al enfoque épicamente sombrío y sonoro que la banda perfeccionó en sus primeros trabajos.  Repleto de sonidos gigantescos bañados en reverberación, teclados resonantes, focos de cuerdas y coros, el disco fluye entre crescendos titánicos hasta momentos íntimos con la voz de Jonsi surcando los vientos y los mares de islas emocionalmente atmosféricas, canciones de ensueño.  De este álbum de Sigur Rós nos quedamos con un tema que resume todo esto que he enredado.  El tema es Dead Calm.




Jónsi, vocalista de Sigur Rós y compositor, cuyo nombre completo es Jon Thor Birgisson, (en la foto inmediatamente superior a la izquierda) forma en el año 2003 el dúo Jónsi & Alex, otra de las capas de su prolífica creatividad.  En su haber se cuenta una obra de esquema academicista, Sinfonía Nº 1 para 13 guitarras eléctricas, de 1999, cuando ya se encontraba dentro del proyecto Sigur Rós.  Sería a principios de este siglo XXI cuando conocería a su novio, Alex Somers, (en la foto, a la derecha) con el que fundó el dúo Jónsi & Alex.  El encuentro casual entre ambos (Alex era un indigente que se alimentaba a base de arroz y que se pasaba la mayor parte del día y de la noche durmiendo en la calle) hizo posible que se pusiera en marcha la idea de una colaboración musical.  Alex había estado en el seno del grupo islandés Parachutes y de ahí pasó a vivir en la calle.  Cuando él y Jónsi comienzan a trabajar juntos lo hacen bajo el nombre de Riceboy Sleeps, el título de una canción que había escrito Jónsi precisamente cuando conoció a Alex.  En principio no desarrollan ninguna idea relacionada con la música sino que abordan sus creaciones como diseños de decoración: esculturas, muebles,...una exploración de la estética compartida de belleza natural y simplicidad centrada en materiales orgánicos, objetos hechos a mano y objetos encontrados en la basura que pueden tener una segunda vida a pesar del desgaste.  Sin embargo esta labor la realizaron de una forma privada, casi se puede decir que para un disfrute personal.  Su primer proyecto disponible públicamente fue un libro de arte que llevaba el nombre del dúo: Riceboy Sleeps.

El libro se publicó en 2006 en una edición limitada sólo para Islandia.  En 2007 se reeditaría ya para el mercado internacional tal y como vio la luz un año antes: 52 páginas, sin palabras, ilustrado con imágenes encontradas aquí y allá, todo hecho a mano.


Interior del libro 

Ese mismo año de la edición internacional del libro, 2007, el dúo presenta sus primeras exposiciones en galerías fuera del circuito islandés, en Melbourne y Arkansas entre otros sitios, y publican dos piezas musicales, All the Big Trees y Daniel in the Sea, ambas acompañadas por sus correspondientes videoclips.  Siguieron trabajando en la música de forma intermitente, casi al azar.  Jónsi continuó con su labor de compositor y voz de Sirgur Rós; Alex pasó a contribuir con su ingenio creador a diseñar las carpetas de los discos donde canta su pareja.  Sería en el año 2009 cuando rebautizan el proyecto de dúo y pasan a llamarse Jónsi & AlexRiceboy Sleeps sería el nombre de su primer álbum, que contó con colaboraciones de miembros de Sigur Rós y del cuarteto de cuerdas Amiina, colaboradores habituales del grupo.  Jónsi, a la hora de componer, se inclina por las formas y estructuras que trabaja cuando está con el grupo, esos largos paseos por paisajes imaginarios, y parece que se guarda la parte más soleada de esos paisajes interiores para el dúo.  Recuperamos el álbum aparecido en el año 2019 de título Lost & Found y el tema Boy.


Portada del álbum de Jónsi & Alex de 2019 Lost & Found.  Diseño original de 
Alex Somers.



Estamos en la recta final del programa de hoy y vamos a ocupar el espacio que nos queda con un compositor e intérprete adorado por el Cíclope y por quien escribe: Ryuichi Sakamoto.



Qué escalofrío el día que anunció Sakamoto que se retiraba momentáneamente de la música para centrarse en la cura del cáncer de garganta que le diagnosticaron.  Fue hace unos años y cuando se recuperó y volvió, la alegría fue tremenda, como no podía ser menos.  Desde su vuelta ha realizado colaboraciones con otros músicos y, como es lógico, ha publicado álbumes con composiciones nuevas.  Ha trabajado en bandas sonoras de películas que es lo que vamos a escuchar hoy pero antes recuperamos una pieza suya incluida en el disco Playing the Piano del año 2009, una perla titulada Amore.



Este año en curso se han publicado dos bandas sonoras de películas: una, la correspondiente a la serie de televisión Beckett, que se puede ver en Netflix; la otra es el score original de la película Minamata.

Minamata, traducida en nuestro país como El fotógrafo de Minamata, es una cinta dirigida por Andrew Levitas e interpretada por Johnny Depp.  Se sitúa en New York, en el año 1971.  Cuenta la historia de William Eugene Smith (1918-1978), reputado fotoperiodista de la Segunda Guerra Mundial que, en el año de 1971, sintiéndose desconectado de la sociedad y de su labor, recibió el encargo de la revista Life para viajar a la ciudad costera japonesa de Minamata, cuya población había sido devastada por el envenenamiento por mercurio, resultado de décadas de negligencia industrial.  Smith se sumergería en la comunidad y sus imágenes, sus fotografías le dieron, al desastre, una dimensión humana desgarradora.  



Dos fragmentos de dicha banda sonora cierran la edición de hoy de Cíclope 3.0, el fragmento titulado Chisso Co. y Commitment, que parte del tema principal tocado al piano que suena en la cinta titulado Minamata Theme y que vuelve a ser interpretado por Sakamoto 
al piano con arreglos orquestales realizados por él mismo.

Espero que te guste el programa.

Enlace: