viernes, 29 de junio de 2018

Enrique Anderson Imbert





Enrique Anderson Imbert
(1910-2000)


Que América del Sur es una cantera inagotable de escritores y escritoras es algo sabido.  En la mente de cualquier persona amante de la literatura, el listado de nombres y apellidos conocidos relacionados con el mundo de las Letras es amplísimo.  Pero algunas figuras del ámbito literario sudamericano resultan desconocidas para un numeroso círculo de lectores españoles.  Creo que es el caso que hoy viene a éste blog, el del escritor argentino Enrique Anderson Imbert.
Nació en Córdoba, Argentina, en 1910 y falleció en Buenos Aires en el año 2000.  Autor prolífico, escribió novelas y cuentos, así como ensayo y crítica literaria.  Fue miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias y también formó parte de la Academia Argentina de las Letras.  Ejerció la docencia como profesor de Literatura Hispánica en la cátedra Victor S. Thomas de la Universidad de Harvard, donde trabajó hasta su jubilación en 1980.  Recibió varios premios y en 1994 fue finalista del Premio Cervantes.
La primera vez que una obra de éste autor vio la luz en España fue en 1969, cuando Ediciones de la Revista de Occidente editó su ensayo Métodos de Crítica Literaria, una obra que es a la vez un libro de lectura y un libro de estudio.  Trata de hacer la crítica a la crítica, de proyectar un poco de claridad en las formas y los instrumentos para analizar una obra literaria.  Como la función del comentarista literario suele excitar ciertas polémicas, como en ocasiones se acusa al crítico de ser el aguafiestas del placer de la lectura, Anderson Imbert, en el capítulo 2 de su ensayo y en el apartado Los enemigos de la crítica, sale en su defensa y para ello cita al crítico literario francés Charles Du Bos (1882-1939) cuando afirma
Perfilar, como se ha hecho, una psicología del criticastro -resentido, agrio, envidioso, antipático- es suponer que estos rasgos no son humanos, sino profesionales.  ¿Por qué, en el perfil del crítico, no se toma en cuenta su modestia, su generosidad?  Charles Du Bos, uno de los críticos que hacen figura en nuestro tiempo, llamó humildemente Aproximaciones a sus siete volúmenes de críticas; críticas para las que la literatura era "el lugar de encuentro de dos almas", la del escritor y la del lector, a la luz del amor.



Alguien que también mantuvo una actitud benevolente con el mundo de la crítica literaria fue el autor británico C.S. Lewis, aunque en su caso tuvo una postura más sarcástica que amistosa.  Era indesmayable ante las malas críticas.  Consideraba que un comentarista literario que trabajara en cualquier publicación, ya fuera en la sección de cultura de un diario o publicaciones especializadas, estaba sometido a una presión motivada por el trabajo que se le encomendaba: cada semana tenía sobre su mesa de trabajo una serie de libros (5, 8...) que personalmente no habría escogido, pero que por su labor se veía en la obligación de leer.  Tal vez el libro que hacía número 6 u 8 era el suyo, el de C.S. Lewis y la cabeza del lector obligado ya no daba para más.  Así que el comentario que suscitaría sería una especie de estado de humor obscuro, siniestro, nada agradable, que volcaría sobre el ínclito autor todos los dardos empozoñados del crítico.



C.S. Lewis


La narrativa de Anderson Imbert tiene esa característica poliédrica y caleidoscópica de la imaginación que florece en Sudamérica.  En España conocimos sus narraciones por primera vez en 1976, con la edición de una antología de sus cuentos que llevaba por título el nombre de uno de ellos: El leve Pedro, la historia de un hombre que tras unas fiebres extrañas pierde gravedad, pierde peso tanto que, si camina rápido, se despega del suelo.  Mantiene un estricto cuidado porque no se puede encontrar en una corriente de aire, so pena de ser arrastrado como le sucede en alguna ocasión que, sentado ante la mesa de su despacho, se olvida de cerrar la ventana, entra una tromba de viento que abre la puerta y él, sujetándose con fuerza a los brazos del sillón, grita, llamando a su esposa: ¡María, que me caigo para arriba!
El libro lo publicó Alianza Editorial en su colección Alianza Tres.  Por supuesto, como podrás imaginar, actualmente está descatalogado, además desde hace años.  Se puede encontrar en el mercado de segunda mano.


     

Enrique Anderson Imbert tuvo el privilegio de conocer en vida la publicación de su obra completa  que llevó a cabo la editorial argentina Corregidor en el año 1990.



















































Los dos volúmenes se pueden conseguir a través de Internet, pero si vas de vacaciones a Argentina y en concreto a la ciudad de Buenos Aires, no dejes de visitar la Avenida Corrientes, una calle larguísima con librerías a ambos lados de la calzada repletas de libros de primera y segunda mano, con libreros y libreras con los que da gusto conversar.  Allí encontré esos dos ejemplares de la obra completa de Enrique Anderson Imbert.  Léelo, que merece la pena.







miércoles, 27 de junio de 2018

Cíclope 3.0 - 26-06-18



Nueva edición de Cíclope 3.0 en la sintonia de Radio Tomares.  El programa de hoy reune a músicos amigos, colegas de profesión, más algunos hermanos de familia musicalmente bien avenida.
Comenzamos con cuatro músicos que cumplen con la máxima que ha escogido el Cíclope: amigos, colegas de música y, dos de ellos, hermanos.  Rain Tree Crow reunía a miembros de la banda JapanMick Karn en la guitarra bajo, Richard Barbieri en los teclados, Steve Jansen en la batería y percusión y su hermano David Sylvian voz y algún que otro instrumento.  Grabaron únicamente un álbum bautizado con el nombre del proyecto y fue un paso más allá de lo que hicieron cuando se llamaban Japan.  Más cerca de los proyectos de Steve Jansen o de David Sylvian.



Mick Karn



















Richard Barbieri



Steve Jansen





























David Sylvian



















De los cuatro músicos el que más ha cambiado, físicamente, es David Sylvian.  
Con el grupo Japan, al principio, mantuvo una estética de travestido.



Sylvian
en 1978


En 1980, cerca del final de la existencia de la banda, su estética se vuelve más glamourosa, más  elegantona, cercana a David Bowie.



Sylvian
 entre los años 1981 y 1983



Sylvian
, más o menos, en la actualidad

Ahora es cuando el Cíclope se encuentra a sus anchas, con la cesta de cerezas bajo su atenta mirada, y comienza a sacar una canción que se engancha con otra, como las ínclitas cerezas.
Nos quedamos con David Sylvian en solitario.  En 1987 Sylvian editaba un álbum titulado Secrets of the Beehive (Secretos de la Colmena) realizado entre él, su hermano Steve Jansen, y la estrecha colaboración de sus amigos Mark Isham, trompeta y fliscorno, incondicional de las grabaciones de Sylvian, y Ryuichi Sakamoto, encargado de hacer los arreglos de cuerda, tocar varios instrumentos y coautor de algunas de las composiciones que forman un disco excelente con una portada sugestiva como las que hicieron el colectivo de diseño 23 Envelope, proyecto formado entre el diseñador gráfico Vaughan Oliver y el fotógrafo y cineasta Nigel Grierson.  Entre los años 1983 y 1988 se encargaron de diseñar las carpetas de algunos discos del sello escocés 4AD, entre otros los álbumes de Cocteau Twins, Dead Can Dance o This Mortal Coil.




Ahora es el turno del hermano de Sylvian, Steve Jansen.  El mismo año que su hermano grababa el álbum anteriormente citado, Steve junto a Richard Barbieri formaba el dúo The Dolphin Brothers.  Corta discografía, un sólo disco, para adentrarse en otras aventuras como el proyecto conocido como Nine Horses.
Nine Horses es una prolongación, una metáfora que ha seguido un esquema metonímico impregnado de las melodías de Sylvian, de Jansen, de Barbieri (aunque no esté formando parte de éste trío).  El grupo lo forman los hermanos Jansen, David (de apellido artístico Sylvian) y Steve, más el compositor e intérprete alemán de música electrónica Bernd Friedmann.  Los Nueve Caballos tienen dos álbumes hasta el momento.  El Cíclope recupera When Monday Comes Around, uno de los temas de la cara B del Maxi extraído del mini-álbum firmado en 2007 titulado Money for All.



Nine Horses
 (De izquierda a derecha Steve JansenBernd Friedmann y David Sylvian)
   


Bernd Friedmann
 en el salón de su casa, relajándose después de una sesión de trabajo


Seguimos con las cerezas metafóricas y metonímicas.  Retrocedemos desde el año 2007 al 2001.  Seguimos con Steve Jansen, continuamos en formato de trío, pero ahora cambiando dos de los elementos: Jansen en la percusión, batería, algún instrumento de teclado, con la participación de Richard Barbieri, teclados en general y Mick Karn, guitarra bajo, clarinete.  Viejos conocidos, amigos y colegas de profesión que bautizan el proyecto con las iniciales de los apellidos de cada uno y queda como resultado final J.B.K.  ¿Qué música hacen?  La que vienen grabando en solitario o en colectivos desde mediados la década de los 80 y continúan realizando entre los años 1993 a 2001.    Tocan en vivo, en directo, y eso es lo que recogen en un disco aparecido con el nombre Playing in a room with people.



J.B.K.


El Cíclope deja el árbol genealógico de los hermanos bien avenidos y se queda con la agenda de amigos.  En el álbum anterior de J.B.K. intervenía un músico invitado para la ocasión, un amigo común de los tres miembros que responde al nombre y apellido de Steven Wilson.



Steven Wilson


No es broma pero, ¿descansa alguna vez éste hombre?  Wilson es el responsable de tantos proyectos, graba con tanta continuidad, que uno se pregunta si, por lo menos, se toma una semana de descanso, si llega a desconectar alguna vez por unos días de tanta creatividad.  De todos los colectivos e historias donde Steven Wilson tiene parte activa, sin duda es Porcupine Tree el que más frutos ha dado hasta el momento.  Una discografia tan larga como tan buena, abala el buen hacer de los músicos que componen la banda.  Entre otros, algunos de los miembros constantes en la formación, están los que aparecen en la foto inferior: Gavin Harrison, obviamente Steven Wilson, John Wesley y Richard Barbieri.



Porcupine Tree


De la amplia discografia de Porcupine Tree, el Cíclope recupera un tema de 1999, para darle paso a un disco de Gavin Harrison del año 1997.



Gavin Harrison
Se podría tildar de psicólogo del ritmo a este extraordinario batería inglés, responsable de los tambores y de la percusión en Porcupine Tree, King Crimson y colaborador de músicos como Iggy Pop, Franco Battiato o Manolo García.  Unos cinco álbumes dentro de sus proyectos individuales.
Como estamos con músicos relacionados con la actividad de Steven Wilson nos quedamos con el otro guitarrista de la banda Porcupine TreeJohn Wesley.
Conocido por el apodo Wes DearthJohn Wesley comparte con Steven Wilson el espectro guitarrero en Porcupine Tree.  También es un músico con producción propia, versátil y de una riqueza interesante.  Nacido en Florida, el arco de influencias al que hace mención en las entrevistas es muy amplio, aunque como principal referencia tiene a David Gilmour de Pink Floyd.


John Wesley

En la recta final de ésta edición de Cíclope 3.0 nos quedamos con el citado Steven Wilson, un reputado músico que, además de tener discografia en solitario, está detrás de proyectos como el dúo Blackfield formado junto al músico hebreo Aviv Geffen y que han sonado en alguna ocasión aquí en el programa.  Y también con formato de dúo, Wilson está en el proyecto No-Man, a medias con el músico Tim Bowness.  Comenzaron como cuarteto para convertirse, a los pocos meses de existencia, en la pareja musical que son hasta el momento.



Tim Bowness
 a la izquierda; Steven Wilson a la derecha

Con Hermosas canciones que deberías conocer, uno de los temas del álbum Schoolyard Ghosts del año 2008 firmado por No-Man nos despedimos.


Espero que te guste el programa.


Enlace para descargar y/o escuchar el programa:








viernes, 22 de junio de 2018

Marcel Aymé




Marcel Aymé
(1902-1967)

Marcel Aymé es uno de esos escritores prácticamente desconocidos en España.  Nació en en Joigny, departamento de Yonne, Borgoña, en 1902 y falleció en París en 1967.
Autor de 17 novelas, 3 ensayos, 87 relatos cortos, 18 cuentos, 17 obras de teatro, 4 adaptaciones para el teatro, innumerables artículos periodísticos, prólogos, un estudio histórico y varios guiones cinematográficos, Aymé no es, por desgracia, un escritor del que hayan proliferado traducciones al español.
Poseedor de una virtud brillante para narrar hechos fantásticos, tiene un talento especial para desenrollar la serpentina de la riqueza imaginativa.  La presencia de lo fantástico y maravilloso surge de una forma impredecible en sus narraciones, dotadas además de un exquisito sentido del humor.
La primera vez que una obra de Aymé ve la luz traducida en nuestro país data del año 1931, cuando la editorial Imprenta Helénica saca La calle sin nombre (1930) con traducción de César Vallejo, reeditada en 1990 por Júcar en su colección Biblioteca de Traductores.




En 1983, la editorial Argos-Vergara editaba El hombre que atravesaba las paredes, una colección de 9 relatos con traducción de Basilio Losada.  Como podrás imaginar éste volumen de relatos es inencontrable actualmente.  Es susceptible de ser encontrado en librerías de segunda mano.  Yo conseguí un ejemplar en una Feria del Libro Antiguo y de Ocasión y, cosas de la vida, lo he visto en la sección de muebles de unos grandes almacenes como decoración en una estantería.  Busqué al responsable del área, asegurándole que le daba lo que me pidiera por ese volumen para poder regalarlo.  No fue posible, no era mercancía que estuviera a la venta.




Para quienes no conocíamos a Marcel Aymé, leer las narraciones incluidas en ese volumen, fue un gozo.  Aymé sabe seducir desde las primeras líneas:
Había en Montmartre, en el tercer piso del 75 bis de la rue d'Orchampt, un buen hombre llamado Dutilleul, que tenía el don singular de atravesar las paredes sin la menor dificultad.  Llevaba impertinentes, una barbita negra, y era empleado de tercera en el Ministerio de Registros.  En invierno, iba a su oficina en autobús, y, cuando hacía buen tiempo, hacía el trayecto a pie, bajo su sombrero hongo.  Dutilleul acababa de cumplir cuarenta y tres años cuando tuvo la revelación de su poder.  Una noche, le sorprendió un breve apagón de luz en el vestíbulo de su pequeño piso de soltero, palpó un momento las tinieblas y, vuelta la corriente, se encontró en el rellano del tercer piso.  Como su puerta de entrada estaba cerrada con llave por dentro, el incidente le dio mucho que pensar, hasta que decidió entrar en su casa como había salido: pasando a través del muro.
Desde Argentina se hicieron ediciones de la obra de Aymé entre 1944 y 1956, ediciones que ya no existen si no es en el mercado de segunda mano.  La editorial Lumen, en España, entre 1962 y 1984, publicaron de forma aislada, algunas narraciones y cuentos que, al día de hoy, no se encuentran disponibles.
En 1999, Alianza Editorial sacó Aguas negras.  Antología del relato fantástico, selección realizada por Alberto Manguel.




En una larga nómina de escritores y escritoras, Manguel incluyó a Marcel Aymé y su narración Estado de gracia, con traducción de Héctor Silva.  
En el año 1939 el mejor cristiano de la Rue Gabrielle, y en realidad de todo Montmartre, era un tal monsieur Duperrier, hombre tan piadoso, recto y caritativo que Dios, sin aguardar a su muerte, y cuando estaba todavía en la flor de la vida, coronó su cabeza con un halo que jamás lo abandonaba, ni de día ni de noche.  Como los del paraíso, este halo, aunque hecho de alguna sustancia inmaterial, se manifestaba en forma de aro blanquecino, que tenía el aspecto de haber sido recortado de un cartón bastante rígido, y del cual emanaba una suave luz.  Monsieur Duperrier lo llevaba con gratitud y no dejaba de agradecer al Cielo una distinción que, no obstante, su modestia no le permitía considerar como un compromiso formal con el más allá.
Cuando salga a la calle, Duperrier llevará el halo como un sombrero, ladeado con coquetería.  Por la noche, en la cama, lo utilizará como luz para poder leer, sin necesidad de encender la lámpara de la mesilla de noche.  Como es habitual en el autor, el desarrollo de la obra será impredecible.
Ya en pleno siglo XXI se pueden encontrar dos publicaciones de obras de Aymé: Los cuentos del gato encaramado Vol. 1, editado por Fondo de Cultura Económica en el año 2003 y El vino de París publicado por Editores Be-Uve-Drais en 2006.
En el año 2004, el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz editó la antología El novelista Martin y otros relatos, edición coordinada por Pedro Pardo Jiménez que se encargó de la Introducción y Notas, además de la traducción junto a Claudine Lécrivain.  Es una edición muy rica en detalles, con semblanzas biográficas del autor y su relación con otros escritores de su época, además de analizar la literatura de aquellos tiempos.  Son en total 7 relatos algunos de los cuales se traducen, en el título, con nombres diferentes a como se podían conocer hasta el momento: El hombre que atravesaba las paredes aquí aparece como El pasa-murallas, nombre más fiel al original.  O Estado de gracia que en este volumen se titula simplemente La gracia.  Pero esto es puramente anecdótico porque lo que importa, que es la traducción del cuerpo de los relatos, es excelente.  Publicación altamente recomendable para conocer la literatura de Marcel Aymé.


  

Si vas a París, te recomiendo que visites la Plaza Marcel Aymé.  Está en el barrio de Montmartre, donde él vivió y allí hay una estatua en su honor: está representado traspasando un muro.




Como bien dice Alberto Manguelnada es más difícil que abandonar un placer después de conocerlo.  La lectura de Marcel Aymé despierta las ganas de seguir leyéndolo.  
Pruébalo, ya verás.



Marcel Aymé










miércoles, 20 de junio de 2018

Cíclope 3.0 - 19-06-18 - Especial Sirenas



La Sirena de Copenhage

Cíclope 3.0 del martes 19 de junio de 2018.  En ésta ocasión, el programa gira alrededor de la figura mitológica de Las Sirenas, figura fantástica mitad mujer mitad pez cuya representación más popular es la que aparece en la fotografía que ilustra la cabecera de la entrada al blog que ahora nos ocupa.
Para situarnos un poco hay que recordar que Las Sirenas son divinidades marinas, hijas del dios-río Aqueloo y de la musa, según qué tradición la contemple, Melpómene, o Calíope.  En un principio, Las Sirenas son seres con cabeza y pecho de mujer y el resto del cuerpo de ave.  Dotadas de una maravillosa voz, osaron competir con las musas que, indignadas, las derrotaron y les arrancaron las plumas.  Avergonzadas, se retiraron a las costas de Sicilia, donde al contacto con el agua se metamorfosearon adquiriendo ese cuerpo medio humano medio pez.  Siguieron cantando y con sus voces ejercían una poderosa atracción sobre los marinos tanta que, éstos, embelesados por el canto no podían evitar perder el control de los navíos y se estrellaban contra las rocas.
Los primeros navegantes que consiguieron pasar indemnes por las costas donde habitaban las Sirenas fueron los Argonautas, capitaneados por Jasón, el esónida, quienes arrastrados por el encanto de la música fueron liberados de la influencia negativa por el canto de Orfeo, acompañado por la lira.
Siguiendo las instrucciones de Circe, consiguió pasar también Odiseo, quien, para sustraerse al encanto fatal de las Sirenas sin dejar de escuchar su melodía, taponó con cera los oídos de sus compañeros y ordenó que lo atasen a él al mástil de la nave.



Odiseo y las Sirenas
- Herbert James Draper


Odiseo y las Sirenas - John William Waterhouse (Representación de la idea primitiva de las Sirenas, con cuerpo de ave y cabeza y pecho de mujer)

Un oráculo había vaticinado que las Sirenas perecerían cuando un mortal consiguiera sustraerse al hechizo de su canto.  Y así, al ser derrotadas cuando Odiseo hubo pasado de largo, las Sirenas se sumergieron en el mar.
Y desde las profundidades de los mares, el Cíclope recupera la figura mítica y mitológica de las Sirenas hecha música.
Comenzamos con la que es, probablemente, la canción más emblemática que habla de ésta figura.  La firmó Tim Buckley en 1970 e iba incluida en el álbum Starsailor.  Con Canción a la Sirena (Song to the Siren) comenzamos.



Tim Buckley
 (1947-1975)

 















Starsailor
 - 1970























De éste tema original de Buckley se han hecho muchísimas versiones.  El Cíclope va a rescatar algunas para éste Especial mitológico, pero ahora nos quedamos con una visión distinta de ese ser medio mujer medio pez.  The Cure, en en el año 2008, editaban 4:13 Dream y hablaban de ella, la Sirena.




I Like Trains es una banda originaria de la localidad británica de Leeds, donde surgieron grupos como Sisters of Mercy o Red Lorry Yellow Lorry.  Dedicados al Rock Alternativo en una especie de propuesta al rock practicado por bandas como los islandeses Sigur Rós o los canadienses Godspeed You Black Emperor !.  También le dedican una composición, en éste caso en plural, a las Sirenas.



I Like Trains



Una Sirena que manda cartas escritas a lápiz es la Sirena de la que hablan Van der Graaf Generator.  Una de las muchas reuniones después de no menos separaciones que hizo Peter Hammill de la banda Van der Graaf Generator que lideró a lo largo de los años 70 fue la que se dió en 1977, recogida dicha reestructuración en el álbum The Quiet Zone/The Pleasure Dome (La Zona Tranquila/La Cúpula del Placer).  Habitualmente, tras una separación y su consiguiente reunión, podían variar únicamente dos músicos: Hugh Banton, órgano, y Nick Potter, guitarra bajo.  O estaba uno o estaba el otro.  Dependía de la estructura de las canciones escritas por Hammill, pensando en un instrumento o en otro.  En éste caso de 1977 la formación de Van der Graaf no contó ni con el órgano Banton ni con los saxos de David Jackson.  En la guitarra y piano, por supuesto, Peter Hammill; en la batería y percusión Guy Evans; en el bajo, Nick Potter; en el violín y la viola, Graham Smith.
El LP estaba dividido por el título del disco: la Cara A The Quiet Zone; la Cara B The Pleasure Dome.  Francia e Italia, donde Van der Graaf tenían una larga nómina de admiradores, no recibieron bien el disco cuando se publicó.  En Francia, la prestigiosa revista de música ATEM, admiradores entusiasmados de todo lo que hacía Peter Hammill, sacaron un número con un reportaje amplio sobre el nuevo trabajo de la banda y el nombre de dicho artículo decía mucho: Van der Graaf Degeneration.  Me confieso incondicional de la música y las letras de Peter Hammill y, por supuesto, de lo que hicieron Van der Graaf Generator.  The Quiet Zone/The Pleasure Dome fue un trabajo diferente, distinto a lo que habían hecho hasta el momento, pero no es abominable, como llegó a ser tildado por la crítica francesa.




Van der Graaf (sin Generator) de 1977.  De izquierda a derecha: Nick Potter, Peter Hammill, Graham Smith y Guy Evans

Volvemos a la figura sobre la que gira hoy la mirada del Cíclope, la Sirena.  Otro músico que la ve en plural, las Sirenas, es el compositor e intérprete de música electrónica Robert FoxFox es un músico británico que lleva desde principios de los años 90 en el panorama internacional de la música de ambiente y paisajes electrónicos.  Escuchamos un fragmento de su álbum del año 2013, Still Waters.



Robert Fox










































Dévics es un cuarteto de Los Ángeles capitaneado por Dustin O'Halloran, guitarra, teclados y voz; y Sara Lov vocalista más Ed Maxwell, bajo, Theodore Liscinski y Evan Schnabel, batería y percusionista, respectivamente.  La visión que dan de la Sirena está conectada con el cuento de Hans Christian Andersen, que se basó en leyendas populares. Según la narración clásica, la Sirena se enamoró de un príncipe al que rescató en medio de una tempestad.  Renunció a su condición de Sirena e incluso a su propia existencia por amor, amor que no fue correspondido.  La foto que ilustra ésta entrada de hoy en el blog es la Sirena o Sirenita de Copenhage que representa a la Sirena contemplando melancólicamente el mar y esperando, siempre esperando, ese amor de su vida.
La Sirenita de Copenhage es el símbolo por antonomasia de la capital danesa.  Construida en bronce por Edvard Eriksen, tomando como fuente el cuento de Andersen, fue un regalo para la ciudad por parte del industrial Carl Jacobsen, fundador de la marca de cerveza Carlsberg, en 1913.



El responsable de éste blog de visita en la fábrica 
Carlsberg, trasegando una cerveza 

Volviendo a la música, estábamos hablando de los sonidos exuberantes de Dévics.  En 1998 editaban el álbum que incluía su Canción de la Sirena, If You Forget Me.


Sara Lov izquierda; Dustin O'Halloran derecha




















Dévics


If You Forget Me
 - 1998























Robert Plant, vocalista de Led Zeppelin, una de las mejores bandas de Rock (con mayúsculas) de todos los tiempos, tiene una sustanciosa discografía en solitario.  En el año 2002 lanzó Dreamland, un álbum que incluye una interesante versión del tema original de Tim Buckley Song to the Siren.



Robert Plant













































Desde Australia el Cíclope rescata canciones que llegan desde el océano.  Originales de Melbourne, el trío Dirty Three está capitaneado por el violín de Warren Ellis, miembro de The Bad Seeds de Nick Cave y desde hace años compañero de éste como coautor de Bandas Sonoras de Películas.  Dirty Three también colaboran, sin palabras como es habitual en ellos, a la temática del programa de hoy.


Dirty Three




























Warren Ellis
 ensimismado con su violín


Canciones del Océano
 - 1998



























Decía al principio de ésta entrada que el Cíclope iba a rescatar algunas versiones del tema Song to the Siren original de Tim Buckley.  Hemos escuchado la de Robert Plant y ahora es el turno de This Mortal Coil, probablemente la versión más brillante y personal que se ha hecho por el momento.  Aparecía en 1984, en la primera entrega que realizaba el laboratorio musical montado por Ivo Watts-Russell, responsable del sello discográfico escocés 4AD.  Bajo el paraguas del nombre This Mortal Coil se reunieron una serie de músicos y cantantes relacionados directa o indirectamente con el sello en cuestión.  La versión del tema de Buckley se debe a las guitarras de Robin Guthrie y a la magia de la voz de Elizabeth Fraser.  Sigue siendo una visión onírica de dicha composición.



Robin Guthrie



























Elizabeth Fraser



























El Cíclope tenía prevista otra versión del tema de Buckley, en concreto la que realizaban Gravenhurst como cara B del single The Prize en el año 2012, pero por cuestión de tiempo no la ha podido incluir.  Ha preferido, para cerrar ésta edición dedicada a la figura mitológica de las Sirenas, que escuchemos una pieza instrumental debida a Antonymes.  Es el proyecto de un solo hombre, el músico británico Ian M. Hazeldine.  Comenzó a grabar en 2008 y en el año 2011 lanzaba The License To Interpret Dreams  (La Licencia para Interpretar Sueños) donde incluye La Sirena, perdida sin esperanza.  Desde luego no tiene nada que ver con la visión Disney del mito de origen griego.  Tal vez pienses que ni falta que le hace.  Estoy contigo.


Antonymes (Ian M. Hazeldine)


Antonymes
 - The Licence to Interpret Dreams - 2011


Espero que te guste el programa.


Enlace a Radio Tomares, para escuchar y/o descargar el programa:

http://www.radio.tomares.es/blog/ciclope-30-19-06-18