lunes, 30 de julio de 2018

Ronald Firbank




Ronald Firbank
(1886-1926)


Arthur Annesley Ronald Firbank, conocido popularmente como Ronald Firbank, nacía en Londres, en el 40 de Clarges Street, el 17 de enero de 1886.  Su padre, Sir Thomas Firbank, contó, entre sus distinciones, las de juez de paz, teneniente delegado, miembro del Parlamento y alto comisario de Monmauthshire.  Finalmente fue ordenado caballero.  Tras su matrimonio con la hija de un clérigo irlandés, se convirtió en un experto de arte y en coleccionista de porcelanas.
Su esposa,  Harriet Jane Garrett, más tarde lady Firbank, primero dio a luz a un varón, Joseph Sydney; después nacerían Ronald, Hubert Somerset y la niña Heather.  Lady Firbank fue una madre cariñosa que, a la vez, mimaba y dominaba a sus hijos, especialmente a Ronald, con quien mantuvo una relación pantanosa.
Ronald pasó la infancia dentro de un círculo familiar muy unido.  Con sus padres, hermanos y sirvientes, viajan por Inglaterra y fuera de las fronteras de su país.  Todos sus hermanos y hermana coleccionaban algo, en el caso de Ronald se trataba de autógrafos y libros.  Cuando cumple 10 años, en 1896, es un aventajado estudiante en la Mortimer Vicarage School, Eton, Bucks.  Con esa edad escribe Lila, su primera novela.  Su vocación literaria afloró desde muy joven.  Sin embargo, sus padres consideraron la posibilidad de que Ronald se dedicara al servicio diplomático, para lo cual lo envían a Francia para perfeccionar el idioma.  Eso sería entre los años 1900 y 1904, dedicándose a leer a los principales autores franceses, que influirán poderosamente en su carrera literaria, y a seguir escribiendo.  En 1905 aparecen editadas tres obras suyas, traducidas al francés por él mismo, y con su propia aportación económica para que se publicasen, cosa que fue la tónica general cuando de editar sus obras se trataba.  Él pagaba las ediciones.
Son los tiempos en los que colecciona ediciones extrañas de su admirado Oscar Wilde.  Viaja a España y visita Madrid, donde reside un tiempo en una pensión, recibiendo pródiga y profusamente en habitaciones repletas de sedas, incienso y velas de sahumerio.  Un amigo español de esos años le describe textualmente, en español:
Alto, rubio, delgado y un poco presuntuoso, aunque con chic, un tanto afectadillo.
Se traslada a Inglaterra, a Cambridge, donde lleva adelante una vida de despreocupación y lujo, realizando frecuentes viajes a Londres para asistir a estrenos de obras de teatro y exposiciones.  Todo a pesar de los serios problemas financieros de su padre.  Continúa con sus estudios pero está más preocupado por la relación con el Arte y con el hecho de entrar a formar parte del seno de la Iglesia Católica Romana.  Lo consigue a través de las gestiones realizadas por monseñor Hugh Benson, el cual pretende introducirlo en el deporte del remo y, por lo tanto, en un grupo de uno de los colegios de remo que estaban por aquel entonces a la cabeza de las competiciones.  Pero Firbank no se presenta ni a las pruebas ni a los exámenes en la Universidad y abandona el mundo académico definitivamente.  Realiza gestiones para ingresar en el Servicio Vaticano, primero en la Guardia Suiza, luego en la Nobile (la montada).  Incapaz de conseguir una entrevista en el Vaticano, siente que la Iglesia le ha rechazado y el fracaso ante ésta pretensión influirá su obra posterior: los rituales del culto se convertirán en fuente inagotable de parodias hilarantes.
Fallece su padre y Ronald y su madre viven juntos con cierta holgura.  Viaja por Egipto, Constantinopla, Viena, Roma, Florencia y París.  Son los años en los que se mueve por Europa (Francia e Inglaterra) hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.  Sirve en el Ejército durante un día.  Recibirá un certificado dándole de baja, que no es difícil de imaginar porque una personalidad como la de Ronald Firbank, en el Ejército...
Las excentricidades se van haciendo más evidentes.  Bebe demasiado.  Viste como un dandy: traje negro, camisas de colores en un juego casi caleidoscópico con las corbatas.  Mejillas visiblemente maquilladas, movimientos sinuosos al caminar marcando mucho el contoneo de cintura...todo en él llamaba la atención en el ambiente bohemio del Londres de las tres primeras décadas del siglo XX.
En 1917 comienza a trabajar en su novela Valmouth.  A principios del año 1919, Ronald es agasajado con una cena en Golden Cross Inn, en Oxford.  Los dos hermanos SitwellOsbert Sacheverell e imaginamos que la hermana Edith también, han invitado a los asistentes a escuchar al propio Firbank que leerá trozos de su obra Valmouth, cuya edición en noviembre de ese mismo año le facilitó la amistad con otros autores como fue el caso de Aldous Huxley.
La sátira y, especialmente, la ironía, han sido elementos situados en el binomio Vida-Mundo Ideal Imaginado que ha dado pie a un estilo, espléndida y generosamente tratado, en Inglaterra.  Ese espíritu de ironía con el que el inglés se ríe de sí mismo, de lo absurdo de la condición humana y de la rigidez aparente de sus tradiciones, es algo ampliamente desarrollado por escritores y escritoras.  Ese sentido del humor, sin carcajadas, en ocasiones sin sonrisas, tiñe el universo de la lengua anglosajona, y Ronald Firbank es, sin lugar a dudas, uno de los representantes más espléndidos de esa ironía, de esa sátira que, elaborada con su ingenio, aguijonea, de forma y manera magistral, con el tábano de la risa más visceral y oxigenante.
Vivió en contradicción constante su pertenencia a la Iglesia Católica porque no consiguió armonizar su homosexualidad con los principios religiosos del Estado Vaticano.  A eso se sumaba el hecho de no haber sido aceptado en el Servicio Vaticano como miembro de la Guardia Suiza.  Peor aún: no consiguió la anhelada entrevista en el Vaticano, como se ha reseñado unas líneas más arriba.  Todo eso provocará una reacción en Firbank, y sus obras estarán habitadas, entre otros personajes, por santas de las que contará sus vidas y proezas, en una especie de retrato de lo que en verdad le hubiera gustado ser.  Probablemente si Ronald Firbank hubiera escuchado a Parálisis Permanente y sobre todo a Eduardo Benavente cantar aquello de "Quiero ser santaquiero ser beata", se habría sentido plenamente identificado.
Por desgracia pocas obras suyas han visto la luz en nuestro país.  Siguiendo la cronología original de la publicación de sus trabajos, Valmouth, aparecida en 1919, se editó aquí en pleno siglo XXI, en el año 2004.  Se trata de una sátira amable de las villas de retiro inglesas, con su propia sociedad cerrada y ritualista, en la que Firbank es capaz de entretejer diálogos y personajes inolvidables.  En Valmouth, especie de balneario donde todos sus habitantes alcanzan edades probatorias y casi bíblicas, una masajista negra de nombre impronunciable, Yajñavalkya, ejerce su influencia como hechicera, sanadora y celestina.  A lo largo de la narración desfilan criaturas improbables llenas de encanto y gracia, en la que lo grotesco se combina con lo exquisito: monjas mudas, sacerdotes promiscuos, guapos marineros, pastores fáunicos.  Aquí el tema de las santas, de las beatas, está representado por Santa Automona Meris que, en una ocasión, vio bostezar a una joven novicia y súbitamente le escupió en la boca.  Lo hizo sin maldad, sin deseos de agraviarla.  Noventa horas después, dicha novicia daba a luz a la bendita Santa Elizabeth Bathilde, quien, a fuerza de saltar todo el tiempo, a los cuarenta años de edad cambió de sexo y se transformó en un hombre.
Firbank levanta la arquitectura de una catedral en cuyas vidrieras se narran escenas de la vida ejemplar de Santa Automona Meris:
Santa Automona, a manera de preludio, apoyada en un espejo, una alegoría del chic, los dedos de los pies sobre un almohadón, lee un mensaje amoroso.  Automona, con una capa purpúrea, persigue a un tímido y ruborizado mancebo.  Automona con cuatro machos depravados (todos ellos morenos, como los hombres de Egipto), el cabello suelto y en la mano un abanico de plumas de avestruz.  Automona de maravilloso luto, el pelo verde Nilo, sentada con la rigidez de una momia.  Automona y su encuentro con la reina Maud de Casiopea que le dice: ¡Querida, tienes el aspecto de una planta rara!
La obra la publicó la editorial Valdemar en el año 2004, en la colección Planeta Maldito, con traducción de Javier Candeira.




Entre sus influencias literarias se encontraban Oscar WildeMaurice Maeterlinck...  De Wilde, tal vez es la influencia más directa, por el sesgo humorístico que tienen los Artículos como por ejemplo Impresiones de Yanquilandia.  Y un autor al que nunca se le nombra como influencia pero que se encuentra entre sus escritores admirados como es el caso de Thomas Love Peacock (1785-1866), al que leyó con delectación.



Thomas Love Peacock
 (1785-1866)


Thomas Love Peacock fue un escritor inglés eminentemente satírico.  En 1818 vio la luz Nightmare Abbey, una novela que utiliza, como era habitual en su producción, un escenario común: una serie de personajes de nombres extravagantes, sentados alrededor de una mesa y discutiendo y criticando las corrientes filosóficas y las opiniones de la época.
Nightmare Abbey, traducida en España como La mansión de las pesadillas, se publicó en la colección La Fontana Literaria de Ediciones Felmar en el mes de febrero de 1975.  La traducción y prólogo corrió a cargo de María Eugenia Aspillaga.  La edición contó con un listado de los nombres de los personajes traducidos al español, con intención de mostrar el sentido burlesco por parte del autor que, con ésta obra, ironizaba acerca de la llamada Novela Gótica.  La lista de esos nombres es la siguiente:
• Aquarius - Acuario
• Mr. Asterias - El señor Asteroide
• Crow - Corneja
• Mr. Cypress - El señor Ciprés
• Diggory Deathhead - Cavador Cabezamuerta
• Fatout - Una corrupción del francés fait tout, que quiere decir que hace     de todo, Hacelotodo
• Mr. Flosky - El señor Amante de las Sombras.  Flosky es una                      corrupción del griego Filosky
• Miss Emily Girouette - Señorita Emilia Veleta
• Mr. Glowry - Señor Mirada Ceñuda
• Graves - Cementerios
• Mr. y Mrs. Hilary - El señor y la señora Hilaridad
• El reverendo Mr. Larynx - El reverendo señor Laringe
• Mr. Listless - El señor Lánguido, desmayado, apático, indiferente
• Mattocks - Azadón
• Marionetta O'Carroll - Marioneta Villancico
• Raven - Cuervo
• Skellet - Esqueleto
• Scythrop - Mezcla de dos nombres, Scythe (Guadaña) y Syrup (Jarabe        dulce)
• Mr. Toobad - Viene de las dos palabras inglesas, too y bad, que quieren      decir ¡Qué pena!





Sería precisamente la novela La Flor Pisoteada (The Flower Beneath the Foot) la que recogiera esas formas de Peacock, la de bautizar a sus personajes con nombres extravagantes, que es precisamente lo que hace Firbank en su obra, aparecida en 1923.  Comenzó a escribirla en  Francia, Versalles, en el año 1921.  Continúa trabajando en la obra durante 1922 durante su estancia en Montreux, Suiza, y  en una de sus muchos viajes a Italia, Florencia, la termina.  El título completo es La flor pisoteada o La historia de la juventud de Santa Laura de Nazianzi y de la época que la vio vivir.  A modo de introducción, dos frases, dos sentencias firmadas por la Santa:
Algunas muchachas nacen orgánicamente buenas. Yo, no.
Y esta otra:
Fue alrededor de mis dieciocho años cuando logré conquistar mi Ego.
La Flor Pisoteada cuenta la historia de la juventud de Laura Lita Carmen Etoile de Nazianzi, “Rara” para sus íntimos, conocida después de su muerte (por amor no correspondido) como Santa Laura de Nazianzi.  Aquí la galería, la pinacoteca viviente de seres poco comunes, reciben nombres como los que siguen:
Condesa Medusa Rappa: Meduza Voraz
Dr. Cuncliffe Babcock: Dr. Cacareo Sabihondo
Sir Somebody Something: Sir Alguien Algo
Maggie Mellon: Margarita Melónmaduro
Rosa Bark: Rosa Ladradora
Lady Violetrock: Lady Violetapedrosa
Grim-Lips: Labios Torvos
Ladybird: Canora
Hairy: Peloplumosa
Fluffy: Mullida
Hardylegs: Robuspiernas
Bluewing: Alastriste
Lady of Furs: Lady de las Pieles
Spindleshanks: Piernas Largas
Nanny Goat: Cabra
Lord Clanlubber: Lord Grupotorpe
Lord Intriguer: Lord Intrigante
Robbie Renard: Robertito Zorrote
Lionel Limpness: Lionel Blandura
Lord Tiredstock: Lord Linajeagotado
Mrs. Chilleywater: Sra. Aguafiestas
April Flowers: Florecillas de Abril
Father Geordie Picpus: Padre Geordie Regañaespurios
Peter Passer: Pedro Viajero
Lilian Adrian Bloater: Liliana Adriana Arenque
Sir Trotter-Stormer: Sir Trotador Tormentoso
Conde Gabinet: Conde Ministerial
Lady Canon-of-Noon: Lady Preceptos-del-Mediodía
Guy Thin: Adefesio Enjuto
Lord Derby Fields: Lord Hipódromo
Lady Diana Duff Seymour: Lady Diana Seymour Falsa
Fue Ediciones Felmar, en su colección La Fontana Literaria, la editorial que publicó la novela en enero de 1978, con traducción de Graciela Colombo y Mariano Aguirre.





Volviendo a las páginas biográficas de Firbank, nos encontramos que cambia de escenario siempre que puede: viaja a París, Marsella, se pasa al norte de África y visita Argelia, Kairouan, Túnez; después cruza a Cuba y Jamaica.  Decae su salud (1922), siempre precaria, desde su infancia.  El régimen de comidas que mantiene más la adicción al alcohol, no le ayudan en absoluto.  El hecho de caminar o el mínimo esfuerzo le provocan ataques de asma.
En el verano del año 1923 viaja a España, en concreto a Sevilla, donde concibe la novela En torno a las excentricidades del cardenal Pirelli (Concerning the Eccentricities of Cardinal Pirelli), que comienza a redactar en la capital andaluza.  En 1924 fallece su madre.  Con el corazón embargado por el dolor viaja a Roma donde finaliza, en 1925, su Cardenal Pirelli.
De toda su producción narrativa, En torno a las excentricidades del cardenal Pirelli es su novela más completa, más madura, más hecha.  La historia de la narración nos sitúa en Constanza, una ciudad que por su perfil recuerda a Sevilla.  Constanza es un punto neurálgico de sensualidad donde el ambiente de las corridas de toros, el mundo de los toreros, el cante jondo, llena cada rincón de las calles y de las casas.  La Catedral rivaliza con la Maestranza: Pirelli llama a sus feligreses "aficionados", y las misas se asemejan a una suerte de tarde de toros.  Un obscuro complot se cierne sobre Pirelli, que será el tema guía de ésta obra donde los motivos religiosos aparecen una vez más, como es lógico.  Aquí, por ejemplo, hay obras de arte religioso que están descritas en la misma línea que las vidas y los hechos beatíficos de esas santas de las que habla el autor.  Así nos encontramos, en la casa del campo del Cardenal Pirelli, un Cristo de mejillas afiladas que más bien parece un apache.  En otro lugar cuelga La Virgen de la noria, atribuida a Murillo, donde Nuestra Señora se divierte pinchando a una mula.  O Magdalena al acecho de Nuestro Señor Jesucristo, cuadro en el que la  bíblica ramera importuna al Hijo de Dios.
El cardenal Pirelli reúne todos los elementos de adorno, toda la decoración, los personajes y sus charlas de verborrea incontenida que le son tan queridos a Firbank: telas, sedas, olores de perfumes exóticos, fragancias que invaden la noche, afectación en los modos y en las maneras de sus queridas criaturas, todas capitaneadas por Alvaro Pirelli.
La Editorial Anagrama la publicó en 1985, con un magnífico prólogo y traducción del escritor mexicano Sergio Pitol.


 

Si no me equivoco, éstas son las tres únicas obras de Ronald Firbank traducidas en España.  Su producción literaria abarcó la narrativa (relatos y, sobre todo, novelas), poesía y obras de teatro.  La primera vez que alguien habló de él en nuestro país fue, nada más y nada menos, que Luis Cernuda.  Entre sus ensayos de crítica literaria, Cernuda firmaba, en 1958, un largo comentario sobre el autor británico que titulaba La Novela Arabesco de Ronald Firbank.  Pienso que merece la pena recuperar los dos primeros párrafos de dicha disertación:
Me figuro que la obra de Ronald Firbank, y hasta su nombre, son desconocidos para los lectores de lengua española.  Precisemos que se trata de un escritor de esos a los que nuestros críticos e historiadores literarios, dada su falta de maneras, suelen calificar de "menor", calificación que resultaría también injusta en su caso.  Por nuestra parte nos limitaremos a idicar que sería mejor llamarle "excéntrico", con lo cual tratamos de designar a un escritor cuya órbita le llevó por otros rumbos de los que sigue el número mayor de los escritores ordinarios, al moverse éstos, como en efecto se mueven, dentro del acostumbrado espacio literario.  Una literatura no rica, y hasta provinciana, como parece serlo la española en la actualidad, carece de tal tipo de literato.  Ya José Bergamín indicaba hace años (cito de memoria) cómo "en la literatura francesa se puede comer a la carta, mientras que en la española no hay más que el cubierto".  Verdad que acaso Bergamín pecase de optimismo demasiado respecto a la literatura francesa.
Como la obra de Firbank no es recomendable a todo lector, debe tenerse en cuenta la aclaración anterior; sólo aquél cuyo paladar, mejor dicho (para abandonar la metáfora de Bergamín), cuyo gusto, formado y acostumbrado a la variedad de formas literarias, le permita apreciar y gozar de una obra en la cual capricho, ingenio, humor y malicia se combinan para producir, en literatura, algo semejante a lo que en música suele llamarse "divertimiento", no haría mal en leer a Firbank.  Quien esto escribe no sólo le ha leído, sino releído más de una vez; con lo cual indica que la obra de Firbank no es quizá de ésas que agota una lectura única, y que, además de seguir entreteniendo a la relectura, gracias a ésta llega a apreciarse mejor su modo de composición y su intención como novelista.
(Luis Cernuda La Novela Arabesco de Ronald Firbank (1958) - Obra Completa.  Edición a cargo de Derek Harris y Luis Maristany.  Barral Editores - 1975)
¿Qué se puede añadir tras éstas palabras?  Algún dato biográfico más.  En 1925, con la salud visiblemente deteriorada, permanece en Londres.  Viaja a El Cairo y antes de abandonar la ciudad se queja de haberse acatarrado.  En el año 1926, en Roma, su salud decae aún más y el 21 de mayo de ese año fallece en el Hotel Quirinal.  Fue enterrado en el cementerio católico de San Lorenzo.
Durante años, la figura de Ronald Firbank ha sido ignorada en los anales de Historia de la Literatura precisamente por sus paisanos.  En su adolescencia incurrió en algunas sonoras equivocaciones que facilitaron que su figura fuese tratada con cierto distanciamiento: en Londres, frecuentó el círculo de Lord Alfred Douglas, cuando las secuelas del juicio de Oscar Wilde estaban aún flotando en el aire.  ¿Lo hizo por vanidad, como un desafío, como parte de una impostura...?  Pagó cara esa acción con una contundente marginación social.  Escritores de renombre admiraron sus escritos pero él se dolía de no tener eco entre el público lector.  La Historia le ha ido recompensando y su memoria está viva en autores actuales como es el caso de Alan Hollinghurst y su novela La biblioteca de la piscina.
La biblioteca de la piscina (The Swimming-Pool Library) es la primera novela de Hollinghurst, escritor inglés, editor del conocido suplemento Times Literary Supplement.  En 1988 vio la luz su primera obra, ésta Biblioteca de la piscina, que recibió el premio Somerset Maugham, otorgado a óperas primas de autores tan prestigiosos como Martin Amis, Ian McEwan o Julian Barnes.
La novela narra la historia de un joven aristócrata, William Beckwith, homosexual, que, por casualidad, coincide en unos servicios públicos con Lord Nantwich, un anciano, homosexual también, que sufre un amago de infarto.  Beckwith le auxiliará y así entraran en contacto.  Conversan, y poco a poco, Beckwith que es un profundo admirador de la literatura de Ronald Firbank, se entera de que el hombre al que ha socorrido conoció en vida a Firbank.  Lord Nantwich busca a alguien que escriba sus memorias, pobladas de personajes claves en la Historia de la Cultura inglesa, figuras pertenecientes al mundo gay.  Y encuentra en ese joven Becwith el aliado perfecto para sus intenciones.  Su biógrafo podrá asistir a un descubrimiento sin igual: Lord Nantwich guarda, entre objetos, correspondencia y un sin fin de recuerdos, unas bobinas de celuloide donde se pueden ver algunas de las pocas imágenes que hay de Firbank.  Son películas caseras que muestran los últimos tiempos de Firbank en vida, caminando torcido, ahogándose por el asma, trastabillando por el alcohol ingerido...  Hollinghurst, por si hubiera dudas, manifiesta su admiración por Ronald tomando un fragmento de la novela La flor pisoteada como cita al comienzo de su obra:
"Lee con una celeridad increíble", se quejó ella, "y cuando le pregunté dónde había aprendido a leer con tanta rapidez, replicó: "En las pantallas de los cines"  La flor pisoteada



Alan Hollinghurst


La biblioteca de la piscina la publicó en España la editorial Anagrama en el mes de abril de 1990, con traducción de Jordi Fibla.  Esa fue la primera edición.  Actualmente no sé qué número de reedición lleva, porque es una obra que ha tenido varias reimpresiones cosa que, en verdad, la novela  merece.  Hollinghurst es uno de esos escritores que parecen estar en estado de gracia cuando escriben: la claridad, la transparencia de su sintaxis, el pulso narrativo, el interés de lo que cuenta y cómo lo cuenta, hacen de él uno de esos autores a tener en cuenta.  Lástima que su personalidad, su carácter, estén en el polo opuesto.  Decía Alberto Manguel refiriéndose al trato personal con V.S. Naipaul, hombre de carácter áspero, que hay autores cuya obra hay que situar en una balda de la biblioteca, y su biografía en otra.  Creo que es el caso de Hollinghurst.  Él es homosexual, sus personajes son homosexuales, y él escribe para un público eminentemente homosexual.  Si te gusta su novela o sus novelas, muy bien, estupendo.  Pero, si no te gusta o te gustan, la primera cuestión radica en la direccionalidad de tu libido: si eres homosexual, entramos a dialogar; si no, entonces tu opinión vale tanto como un yogur caducado.  Lástima.  De todas formas, léelo.  Te guste o no, probablemente él no se va a enterar.


 

Hasta aquí ésta semblanza sobre uno de los escritores ingleses más injustamente olvidados, Ronal Firbank, artista cuidadoso, libérrimo, cuya existencia estuvo determinada por su pasión por el acto de escribir.  Léelo, merece muchísimo la pena.


(Dos instantáneas de Ronald Firbank)




























































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