viernes, 22 de junio de 2018

Marcel Aymé




Marcel Aymé
(1902-1967)

Marcel Aymé es uno de esos escritores prácticamente desconocidos en España.  Nació en en Joigny, departamento de Yonne, Borgoña, en 1902 y falleció en París en 1967.
Autor de 17 novelas, 3 ensayos, 87 relatos cortos, 18 cuentos, 17 obras de teatro, 4 adaptaciones para el teatro, innumerables artículos periodísticos, prólogos, un estudio histórico y varios guiones cinematográficos, Aymé no es, por desgracia, un escritor del que hayan proliferado traducciones al español.
Poseedor de una virtud brillante para narrar hechos fantásticos, tiene un talento especial para desenrollar la serpentina de la riqueza imaginativa.  La presencia de lo fantástico y maravilloso surge de una forma impredecible en sus narraciones, dotadas además de un exquisito sentido del humor.
La primera vez que una obra de Aymé ve la luz traducida en nuestro país data del año 1931, cuando la editorial Imprenta Helénica saca La calle sin nombre (1930) con traducción de César Vallejo, reeditada en 1990 por Júcar en su colección Biblioteca de Traductores.




En 1983, la editorial Argos-Vergara editaba El hombre que atravesaba las paredes, una colección de 9 relatos con traducción de Basilio Losada.  Como podrás imaginar éste volumen de relatos es inencontrable actualmente.  Es susceptible de ser encontrado en librerías de segunda mano.  Yo conseguí un ejemplar en una Feria del Libro Antiguo y de Ocasión y, cosas de la vida, lo he visto en la sección de muebles de unos grandes almacenes como decoración en una estantería.  Busqué al responsable del área, asegurándole que le daba lo que me pidiera por ese volumen para poder regalarlo.  No fue posible, no era mercancía que estuviera a la venta.




Para quienes no conocíamos a Marcel Aymé, leer las narraciones incluidas en ese volumen, fue un gozo.  Aymé sabe seducir desde las primeras líneas:
Había en Montmartre, en el tercer piso del 75 bis de la rue d'Orchampt, un buen hombre llamado Dutilleul, que tenía el don singular de atravesar las paredes sin la menor dificultad.  Llevaba impertinentes, una barbita negra, y era empleado de tercera en el Ministerio de Registros.  En invierno, iba a su oficina en autobús, y, cuando hacía buen tiempo, hacía el trayecto a pie, bajo su sombrero hongo.  Dutilleul acababa de cumplir cuarenta y tres años cuando tuvo la revelación de su poder.  Una noche, le sorprendió un breve apagón de luz en el vestíbulo de su pequeño piso de soltero, palpó un momento las tinieblas y, vuelta la corriente, se encontró en el rellano del tercer piso.  Como su puerta de entrada estaba cerrada con llave por dentro, el incidente le dio mucho que pensar, hasta que decidió entrar en su casa como había salido: pasando a través del muro.
Desde Argentina se hicieron ediciones de la obra de Aymé entre 1944 y 1956, ediciones que ya no existen si no es en el mercado de segunda mano.  La editorial Lumen, en España, entre 1962 y 1984, publicaron de forma aislada, algunas narraciones y cuentos que, al día de hoy, no se encuentran disponibles.
En 1999, Alianza Editorial sacó Aguas negras.  Antología del relato fantástico, selección realizada por Alberto Manguel.




En una larga nómina de escritores y escritoras, Manguel incluyó a Marcel Aymé y su narración Estado de gracia, con traducción de Héctor Silva.  
En el año 1939 el mejor cristiano de la Rue Gabrielle, y en realidad de todo Montmartre, era un tal monsieur Duperrier, hombre tan piadoso, recto y caritativo que Dios, sin aguardar a su muerte, y cuando estaba todavía en la flor de la vida, coronó su cabeza con un halo que jamás lo abandonaba, ni de día ni de noche.  Como los del paraíso, este halo, aunque hecho de alguna sustancia inmaterial, se manifestaba en forma de aro blanquecino, que tenía el aspecto de haber sido recortado de un cartón bastante rígido, y del cual emanaba una suave luz.  Monsieur Duperrier lo llevaba con gratitud y no dejaba de agradecer al Cielo una distinción que, no obstante, su modestia no le permitía considerar como un compromiso formal con el más allá.
Cuando salga a la calle, Duperrier llevará el halo como un sombrero, ladeado con coquetería.  Por la noche, en la cama, lo utilizará como luz para poder leer, sin necesidad de encender la lámpara de la mesilla de noche.  Como es habitual en el autor, el desarrollo de la obra será impredecible.
Ya en pleno siglo XXI se pueden encontrar dos publicaciones de obras de Aymé: Los cuentos del gato encaramado Vol. 1, editado por Fondo de Cultura Económica en el año 2003 y El vino de París publicado por Editores Be-Uve-Drais en 2006.
En el año 2004, el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz editó la antología El novelista Martin y otros relatos, edición coordinada por Pedro Pardo Jiménez que se encargó de la Introducción y Notas, además de la traducción junto a Claudine Lécrivain.  Es una edición muy rica en detalles, con semblanzas biográficas del autor y su relación con otros escritores de su época, además de analizar la literatura de aquellos tiempos.  Son en total 7 relatos algunos de los cuales se traducen, en el título, con nombres diferentes a como se podían conocer hasta el momento: El hombre que atravesaba las paredes aquí aparece como El pasa-murallas, nombre más fiel al original.  O Estado de gracia que en este volumen se titula simplemente La gracia.  Pero esto es puramente anecdótico porque lo que importa, que es la traducción del cuerpo de los relatos, es excelente.  Publicación altamente recomendable para conocer la literatura de Marcel Aymé.


  

Si vas a París, te recomiendo que visites la Plaza Marcel Aymé.  Está en el barrio de Montmartre, donde él vivió y allí hay una estatua en su honor: está representado traspasando un muro.




Como bien dice Alberto Manguelnada es más difícil que abandonar un placer después de conocerlo.  La lectura de Marcel Aymé despierta las ganas de seguir leyéndolo.  
Pruébalo, ya verás.



Marcel Aymé










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