jueves, 26 de diciembre de 2019

Martín Lucía




Martín Lucía


Martín Lucía, poeta por insistencia como él mismo se define, edita a finales de este año 2019, en el mes de noviembre, su primera obra de narrativa, una novela titulada Ya no hay tiempo.
Nace en Castilleja de la Cuesta, Sevilla, en 1976.  Entre otros proyectos relacionados con la Cultura, es el editor y alma de la editorial Ediciones En Huida.  En el año 2010 publica su primer poemario, Los desperfectos; un año después, en 2011, ve la luz Poemario en construcción y en 2012, se edita AQTC.  Así que el bagaje de este hombre es poético y algo de ese mundo impregna las páginas de Ya no hay tiempo, una novela que me atrevo a clasificar de desasosiego poético porque es precisamente la ausencia de paz, de calma anímica, la constante inquietud emocional lo que transita a través de sus páginas.
Que quien escribe es un poeta que conoce la importancia de las palabras es innegable: las palabras nos ubican en el Mundo, las palabras nos hacen, y Martín Lucía escribe buscando constantemente significados y significantes, multiplicando los conceptos de dos en dos, buscando el sinónimo y oponiendolo a su antónimo no para rellenar sino para llenar de significados un mundo que se ha quedado vacío, como le sucede a la protagonista principal de la novela sobre la que oscilan y giran todos los demás personajes.  Las palabras sirven para que quien lee descubra hilos entre líneas, se anticipe o crea anticiparse porque, en parte, tendrá razón al intuir ciertos aspectos de la trama pero descubrirá con el gozo de la sorpresa que faltaban datos, datos que el autor va a saber cómo dosificar de atrás hacia delante, adelante y atrás.  
El hueco que deja la muerte de un ser amado provoca un mecanismo de resiliencia que hay que saber construir para desestructurar y así volver a levantar.  Esa capacidad del ser humano para adaptarse a situaciones adversas, terriblemente adversas, forma parte integral de la estructura de la narración.  Y en el proceso, las palabras, plenas, organizando cada rincón del espacio físico, las emociones, rotas, reuniéndose como el mercurio de un termómetro roto que derrama sentimientos plateados que ya no se pueden compartir con quien un desgraciado accidente ha arrebatado la vida.
Ya no hay tiempo es una narración que corta el aliento desde el principio.  La redacción es ágil, los diálogos funcionan perfectamente, algo difícil de conseguir porque habitualmente es un área que como no se cuide suele caer en el acartonamiento, en lo artificial.  Lucía sabe engarzarlos muy bien, como sabe entremeter esas circunstancias oscuras que forman el lado oculto de la historia, una historia donde la metáfora se erige como una respuesta posible para multiplicarse en significados que ayuden, si es posible, a ubicarse en medio del Mundo, un mundo hecho de girones donde la palabra es el único puente entre emoción, sentimiento, deseo y realidad.  
Editado por Ediciones En Huida en su colección Toro de Verdes Ojos, Ya no hay tiempo, de Martín Lucía, es una novela primeriza que tiene las maneras de un trabajo bien hecho.  Merece la pena leerla.


    






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