sábado, 25 de agosto de 2018

Alberto Méndez





Alberto Méndez
(1941-2004)

Decía Rudyard Kipling que "a veces, la literatura, es una necrofilia de segundo orden".  Hacía ésta afirmación refiriéndose a esos autores que son reconocidos después de haber muerto.  Alberto Méndez obtuvo el reconocimiento meses antes de fallecer, el mismo año que se editó su primera y única obra, Los girasoles ciegos, en 2004.  Pero el resplandor de su calidad literaria brilló cuando ya no estaba entre nosotros.
Nacía en Madrid, el 27 de agosto de 1941.  Entre Roma y Madrid cursó su formación académica: en la capital italiana estudió el Bachillerato; en Madrid, la licenciatura en Filosofía y Letras.  Siempre estuvo relacionado con el mundo de la literatura aunque su labor como escritor la llevaba en secreto.  Fue parte activa, como editor y traductor, en editoriales como Aguilar, Montena y fundador, en 1969, de la editorial Ciencia Nueva.  Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo en el franquismo, cerró ésta editorial en ese mismo año de creación, 1969.  Méndez, que militó en el Partido Comunista hasta 1982, estaba en las listas negras.




Colaboró en escenificaciones dramáticas en Televisión Española y fue guionista con Pilar Miró.  Recibió premios por su traducción de William Shakespeare y un día, alentado por familiares como su hermano Juan Antonio, dió a conocer el manuscrito de Los girasoles ciegos.  Lo editó y sigue reeditándolo el sello Anagrama.  A modo de prólogo están éstas palabras del poeta español Carlos Piera, que escribía en la Itroducción del libro En los ojos del día: antología poética del también poeta Tomás Segovia, nacido español y naturalizado mexicano:
Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido.  En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor del duelo, que es del todo independiente de que haya o no reconciliación y perdón.  En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable.  Por el contrario, se festeja una vez y otra, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida.  El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquel en que se patentiza su ausencia definitiva.  Es hacer nuestra la existencia de un vacío.




La obra está compuesta por cuatro relatos que discurren de forma paralela, ambientados en la Guerra Civil Española, en concreto en la posguerra, partiendo del año 1939.  Los cuatro relatos tienen en común la figura del perdedor, del derrotado, tanto en un bando como en el otro.  Perdedores porque todo había sucedido de una forma que no era en la que habían creído.  El primero de dichos relatos, Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir, está protagonizado por el capitán Alegría, miembro del bando nacional, que, a dos días de que Franco se adueñase de Madrid, se entrega a los republicanos porque "no quiere formar parte de la victoria".  La siguiente narración, Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido, presenta a un joven poeta que huye de los restos del conflicto bélico con su novia embarazada.  Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos donde un preso de la cárcel de Porlier se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ejercer de verdugo.  La cuarta narración es la que da título al volumen: Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos, donde un sacerdote libidinoso enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama la sangre purificadora del vencido.
El libro lo edita Anagrama en el año 2004, en el mes de enero.  Rápidamente aparecería una segunda edición ese mismo año, en marzo.  Recibió el Premio Setenil, premio literario que se concede al mejor libro de cuentos publicado en España, convocado anualmente y por primera vez desde 2004, por el ayuntamiento de Molina de Segura, Murcia.  El autor conoció dicho galardón pero no los dos premios siguientes: Premio Nacional de Narrativa y Premio de la Crítica narrativa castellana, ambos otorgados en el año 2005 a título póstumo porque Alberto Méndez fallecía el 30 de diciembre de 2004, con 63 años.
La obra Los girasoles ciegos ha visto una adaptación cinematográfica perpetrada por José Luis Cuerda en el año 2008, probablemente una de las versiones más desastrosas y aberrantes que se pueden realizar sobre un original literario.  El guión lo escribieron entre él y Rafael Azcona, cosa que llama poderosamente la atención porque Azcona era un magnífico autor de guiones y comentarista cinematográfico.  Y el guión recibió el Goya del año 2008 al Mejor guión adaptado (¿?).  Sin embargo el paso de la obra a la pantalla fue una de esas adaptaciones que levantan indignación en el espectador que ha leído el libro.  Con mucho esfuerzo, aguanté 45 minutos.  Para el resto no tuve fuerzas.  Puede parecer un chiste agrio pero José Luis Cuerda fusiló el original de Méndez.  Como cualquier película que no me gusta, la olvido rápidamente, y ahora no recuerdo qué otro relato de los cuatro que forman la obra Los girasoles ciegos está trenzado en el guión de la adaptación. 




El Cine español sigue teniendo una deuda con el tema de la Guerra Civil porque aún no se ha hecho algo mínimamente decente al respecto.  Faltan guiones originales escritos y pensados para la Gran Pantalla.  Abundan las adaptaciones literarias, pero escasean, y de forma escandalosa, ideas hechas guión cinematográfico.  Tras la guerra, el Cine hispano desarrolló una larguísima lista de producciones donde se ensalza la figura de Franco y de los que habían salvado a la nación.  Ha pasado el Tiempo y hasta el momento se han realizado películas en clave de comedia que no han llegado a resultar convincentes.  Y las que no son comedias, las que han optado por el drama o por expresar un punto de vista documental, distante, en un intento por hacer algo, no han conseguido nada.  Te aconsejo, encarecidamente, que si no has visto la película de Cuerda no lo hagas.  Lee la obra: sin lugar a dudas se puede afirmar que es de los mejores trabajos que se han realizado en la literatura española referida a la Guerra Civil y Posguerra en España, una obra tan importante como A sangre y fuego de Manuel Chaves Nogales publicado por Almuzara / Espasa Calpe en 2004 y Libros del Asteroide en 2011, Capital de la gloria de Juan Eduardo Zúñiga, editado en 2003 por Alfaguara, o No encuentro mi cara en el espejo de Fulgencio Argüelles editado en Acantilado en 2014.



Alberto Méndez
 en el año 2004, a pocos meses de su fallecimiento víctima de un cáncer
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Se fue uno de esos escritores que están dotados de una especie de estado de gracia cuando narran: sin costuras, sin que se vean los pespuntes, las fisuras.  Las palabras fluyen, están las que tienen que estar porque son las indicadas, las necesarias.  No sobra nada, no falta ningún detalle.  Todo es como tiene que ser.  Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, un libro recomendable al cien por cien no sólo por lo que narra y cómo lo narra, sino porque cualquier aportación para ayudar a levantar el edificio de la Memoria Histórica pienso que es muy importante.  Como bien dice Carlos Piera en la introducción antes reseñada
En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable.  Por el contrario, se festeja una vez y otra, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida. 





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