martes, 20 de febrero de 2018

Edith Sitwell


Edith Sitwell
(1887-1964)

Original, excéntrica, vanguardista, Edith Sitwell fue una autora británica, poetisa, narradora, comentarista literaria nacida en Inglaterra, en Scarborough, el 7 de Septiembre de 1887 y fallecida en su ciudad natal el 9 de Diciembre de 1964.  Su árbol genealógico está cuajado de frutos de la cultura de la alta alcurnia: fue la mayor de tres hermanos, fruto de la unión de Sir George Reresby Sitwell, cuarto baronet, y Lady Ida Emily Augusta Denison, una de las hijas del Barón Londesborough y nieta de Henry Somerset, séptimo duque Beaufort, quien descendía de la Casa de Plantagenet.
Tras Edith nacerían sus dos hermanos: Osbert Sacheverell




De rostro anguloso, medía 1'83 de estatura.  Solía vestir ropas amplias de tejidos aterciopelados y siempre se cubría la cabeza con tocados voluminosos y turbantes.  Editó por primera vez un poema en el año 1913, Los soles ahogados, y posteriormente vería la luz una antología poética, Ruedas, realizada a medias con sus dos hermanos, una actividad literaria que se convirtió en habitual y que para identificar la autoría recibía el sobrenombre de hecho por los Sitwells.



Los hermanos Sitwell.  De izquierda a derecha: Osbert, Edith y 
Sacheverell



Otra instantánea con los tres hermanos en el mismo orden que la foto anterior.  Tanto Osbert como Sacheverell también se dedicaron a la actividad literaria.  Osbert, desarrollando narrativa, no llegó a alcanzar la fama de su hermana, aunque tiene una bibliografía considerable; 
Sacheverell también ejerció el papel de literato aunque centrado en la Crítica de Arte y en el Comentario Crítico sobre Arquitectura, sobre todo en la Arquitectura del Tiempo Barroco. 



Edith Sitwell
 en una composición jugando con el efecto óptico


Edith se fue convirtiendo en una defensora acérrima de tendencias innovadoras.  Su casa era un continuo ir y venir de artistas que buscaban una forma de expresión desanclada del pasado.  Ella lo que buscaba era la amistad de esos artistas jóvenes y la forma de apoyarlos.  Uno de los habituales a las tertulias que se montaban en casa de Sitwell fue Dylan Thomas.
Como buena defensora de las formas más avanzadas de la expresión cultural, en el año 1929 publicó el poema Costumbres de la Costa de Oro, compuesto con un tambor tomtom y los ritmos del Jazz.
Una de sus grandes preocupaciones fue distinguir, separar Música de Poesía, algo que exploró en la obra Façade, de 1922.  Façade es una serie de poemas abstractos cuyos ritmos imitan la estructura de una partitura musical.  La primera y única interpretación de la obra se llevó a cabo detrás de una cortina que tenía pintado un rostro, en ese rostro había un agujero en lo que correspondía a la boca y a través de ese agujero, por mediación de un megáfono, se leyeron los poemas.  El público de aquel año 1922 fue bastante tolerante y recibió la obra con cierto escepticismo.



Sitwell
 en un ensayo previo de su obra 
Façade
  

En España conocimos por primera vez la obra de Edith Sitwell allá por 1971, cuando la Colección Visor de Poesía editó Cánticos del sol, de la vida y de la muerte con traducción de Manuel Moreno Jimeno.  Éste mismo traductor, años después, en 2012, haría una selección de poemas y la introducción-presentación de La canción verde y otros poemas, editada por Biblioteca Abraham Valdelomar.
Lo más inmediato al volumen de poesía Cánticos del sol, de la vida y de la muerte, en cuanto a edición española se refiere, fue la obra Ingleses excéntricos, del año 1933, editado por Tusquets en una primera edición en el mes de Mayo de 1989, con traducción de Jordi Fibla.  La obra es un compendio delicioso de figuras extravagantes, casi fantásticas a no ser porque sabemos que existieron de verdad: la anciana condesa de Desmond, que trepó a un manzano a los 140 años de edad; el anfibio Lord Rokeby, cuya barba le llegaba a las rodillas y quien apenas si salía del agua; el loco hacendado Jack Mytton, que se tomaba ocho botellas de oporto al día y prendió fuego a su camisa de dormir para quitarse el hipo; el irascible capitán Thicknesse, quien legó su mano derecha, que habrían de cortarle a su muerte, a su hijo; la patética princesa Caraboo, la sirvienta de Devon que robó el corazón de Napoleón en Santa Elena o el virtuoso hacendado Waterton, quien acostumbraba a cabalgar a lomos de un cocodrilo.




La narrativa de Sitwell se teje como una conversación, como si estuviera contándole a unos amigos las historias peculiares de personas no menos singulares.  Como si la tuvieras sentada a tu lado, en el sofá y te fuera enumerando los diferentes elementos de la Poción Árabe, utilizada y recetada en el Siglo XVIII por el Doctor Richard Russell, para las personas ancianas, para mantener niveles óptimos de Salud y cuyos componentes merecen la pena reproducir:
Historia de la Medicina del Doctor Russell - Poción Árabe (Componentes)
Canela, Pimienta común, Jugo de adormidera, Pétalos de rosa secos, Germandría acuática, Semilla de colza, Lirio de Iliria, Agárico, Bálsamo de Judea, Mirra, Azafrán, Jengibre, Rapóntico, Cincoenrama, Calamita, Marrubio, Casidaria, Costo, Pimienta blanca y larga, Díctamo, Flores de junco dulce, Incienso macho, Terebinto, Mastrich, Casia negra, Nardo, Flores de zamarrilla, Azúmbar, Semilla de perejil, Bolsa de pastor, Biznaga, Pinillo, Jugo de hipocristo, Hoja de la India, Spignel, Genciana, Anís, Semilla de Jenvel, Tierra lemmiana, Calchetis tostados, Amomo, Ácoro Bálsamo, Valeriana póntica, Hierba de San Juan, Acacia, Semilla de zanahoria, Gálbano, Sagapeno, Betún natural, Aposonax, Ricino, Centaura, Clemátide, Miel ática, Vino de Falerno. 

Y continúa la autora hablando de la Salud y dice:
Supongo que en los siglos XVI y XVII los enfermos imaginarios no eran tan frecuentes como lo son hoy, pues caer enfermo era demasiado peligroso, si tenemos en cuenta que al paciente se le podían administrar remedios como estos: Piojos de cerdo vivos, Coque quemado y apagado con aguardiente, Coral rojo, Lombrices de tierra recién cogidas, Sapos vivos, Puntas negras de patas de cangrejo, Cráneo humano, Pezuñas de alce, Láminas de oro, Huesos humanos calcinados, Piel interna de molleja de capón, Estiércol de ganso recogido en primavera y secado al sol, La piedra de la cabeza de una carpa, Cuerno de unicornio, Diente de jabalí, Mandíbula de lucio, Diente de hipocampo raspado, Hígado de rana, Estiércol blanco y seco de pavo real, Carne de sapo, Carne de víbora. 

Esto no es sino un extracto de la obra, no vayas a pensar que todo es así, ni mucho menos.  Lo curioso, lo atractivo de esas personas cuya memoria Sitwell recupera está en las peculiaridades de la vida de cada uno, algunos de los cuales he reseñado más arriba.
Actualmente existe una edición más reciente de Ingleses excéntricos y es la que tiene la editorial Lumen, aparecida en el mes de Febrero del año 2009 con traducción, de nuevo, de Jordi Fibla Feito.




Edith Sitwell ha sido una figura en la que se han fijado artistas de las más variadas disciplinas y formas de expresión.  El que fuera vocalista de la banda británica The Smiths, Morrisey, utilizó el rostro de la autora como telón de fondo en sus actuaciones en vivo a lo largo del año 1991, haciendo gala de ésta forma de la admiración que siente por ella.  Michael Stipe, vocalista de la banda norteamericana R.E.M., siempre ha reconocido su admiración por los poemas de nuestra protagonista.  La banda británica Black Sabbath, una de las que iniciaron lo que después se conoce como Rock Heavy, incluían una reproducción del poema Still Falls the Rain en el interior de la carpeta de su primer LP del año 1970 y que bautizaron con el nombre del grupo.





Si quieres escuchar cómo lee Edith Sitwell su poema Still Falls the Rain, aquí te dejo el enlace:



Amiga de sus amigos y enemiga virulenta de quienes no la querían bien, Edith Sitwell, según quienes la conocieron en vida, era una mujer afable, dispuesta a mantener una conversación amena con quien estuviera en disposición de charlar un rato.  Como muestra, ésta foto: ella y una invitada muy, muy especial, Marilyn Monroe.




La producción de Edith Sitwell no está traducida al completo en nuestro país.  Otra obra que también vio la luz por estas tierras fue Fanfare for Elizabeth, del año 1946, biografía de Isabel I que se tradujo como Trompetas para Isabel y que apareció en la editorial Planeta en 1991, con traducción de Carlos Escriche.
Si encuentras sus obras, tanto poesía como en prosa, échale un vistazo.  De verdad que merece la pena. 



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