miércoles, 7 de febrero de 2018

Anne Sexton


Anne Sexton
 (1928-1974)

Anne Sexton fue una poeta estadounidense, dueña de una poesía confesional extraordinariamente dolorosa.  Nació en Newton, Massachusetts, en 1928 y fallecía en Boston en 1974.
Su nombre era Anne Gray Harvey.  A raíz de su matrimonio con Alfred Muller Sexton cambiaría su apellido por el que es conocida y recordada.  De su matrimonio nacieron dos hijas.  La mayor de las dos, Linda Gray Sexton, es escritora de novelas y ensayos.  Una de sus obras de narrativa, la novela Puntos de Luz, del año 1988, está traducida al español.  Recogió en un libro de memorias en 1994, Searching for Mercy Street: My Journey Back to My Mother, Anne Sexton, los años en los que creció junto a su madre.
Anne Sexton comenzó a escribir poesía después del nacimiento de sus dos hijas.  Linda Gray Sexton nacía en 1953 y al año siguiente, en 1954, Anne sufrió el primer brote de un cuadro depresivo que le acompañaría durante toda su vida.  Se le diagnosticó depresión postparto.  Un año más tarde, en 1955, nacía su segunda hija, Joyce Sexton, y de nuevo la depresión colapsa el sistema nervioso de Anne.  Ese mismo año se produce un intento de suicidio el mismo día de su cumpleaños.  Desde entonces, esa fecha, la del cumpleaños, se convertiría en una fobia.  Sería su médico el que le aconsejara que escribiera y que ensayara la forma de la poesía para desarrollar todo un sistema de catarsis para salir a flote de la obscuridad.  Asiste a talleres de poesía, se relaciona con otros poetas y autores, comienzan a conocerse los poemas que escribe, conoce a la poetisa Maxine Kumin con quien mantiene una amistad hasta el final de sus días.  Organiza sus propios talleres de poesía y entra en contacto con otra mujer importante en el mundo de la literatura, Sylvia Plath.  
Entre los años finales de la década de los años 50 y los primeros de la década de los 60, Anne Sexton desarrolla una producción poética que la hace merecedora del Premio Pulitzer de Poesía del año 1967.



Anne Sexton
    

La angustia emocional que caracterizó su vida es el tema que expone constantemente a lo largo de sus poemas.  Si tenemos en cuenta las fechas en las que su producción ve la luz no es de extrañar que la Crítica torciera el gesto ante una temática tabú como la que vertebra tantos poemas de la producción de Sexton: la experiencia de ser mujer, la menstruación, el aborto, el suicidio.  Hace unos años, en una entrevista a la compositora e intérprete canadiense Joni Mitchell, compararon los textos de sus canciones con la poesía de Sylvia Plath y Anne SextonMitchell, visiblemente molesta, contestó con rotundidad que "Sexton y Plath son escritoras confesionales y las dos me enferman. No tengo nada en común con ellas".



Sexton
 con un cigarrillo en la mano, algo habitual en muchas instantáneas de las que se le hicieron

La vida de Anne Sexton discurrió entre el cuidado de sus hijas y la literatura basada en dos columnas vertebrales: la poesía y la correspondencia escrita.  Escribía cartas con la misma pasión con la que esperaba recibirlas.
Pero un día del año 1974, después de almorzar con su amiga poeta Maxine Kumin y revisar las galeradas de un libro suyo de inminente aparición, Sexton se metió en su coche en el garaje de su casa, encendió el motor y puso fin a sus días inhalando monóxido de carbono.
En el año 2011, su hija Linda Gray Sexton editó un libro de memorias, Half in Love: Surviving the Legacy of Suicide, donde habla de su madre y de su trágica decisión.

En muchos casos conocemos a un compositor, a una autora, a través de otros creadores, sea en la doctrina artística que sea.  Recuerdo, por ejemplo, los casos de algunas piezas de Música que en España adquirieron popularidad a raíz de algunas películas, como por ejemplo el Adagio para Cuerda y Continuo de Tomaso Albinoni, banda sonora de la película El Proceso de Orson Welles de 1962; también en Cine, el caso de Muerte en Venecia de Luchino Visconti del año 1971, donde muchos nos enteramos de que existía un compositor llamado Gustav Mahler y una pieza como el Adagietto de su Sinfonía Nº 5.  Con un caso parecido, no de Cine sino de Música, muchos supimos de la existencia de una mujer llamada Anne Sexton.  Era el año 1986, el músico Peter Gabriel editó el álbum So, un disco en el que incluía una canción dedicada a Anne Sexton: Mercy Street, nombre que deriva de 45 Mercy Street original de la autora.  El álbum de vinilo o la versión digital en CD incluyen los textos de las canciones del disco donde el correspondiente al tema Mercy Street aparece con una dedicatoria a una mujer: Anne Sexton.  Ahí conocimos que existía ésta poetisa.




La canción de Gabriel es una hermosa composición construida sobre un ritmo circular realizado con una instrumentación cristalina.  Para recordarla aquí está el enlace al vídeo de dicha canción



La obra de Anne Sexton en España está parcialmente traducida.  No están todos sus libros pero los que hay están muy bien editados y traducidos.  Editoriales como Icaria, Vitruvio y especialmente Linteo, se reparten el honor de contar con magníficas ediciones.  Linteo editó en el año 2009 una versión bilingüe de Poemas de Amor, con traducción e introducción del poeta y escritor español de origen británico Ben Clark.



  


Ben Clark coparticipa también de la traducción de Anne Sexton: un autoretrato en cartas, editada en el año 2015 también por la editorial Linteo, editorial que cuenta con la edición bilingüe de la Poesía Completa de Sexton publicada en el año 2013 con traducción, introducción y notas de José Luis Reina Palazón.

Para cerrar éste recordatorio sobre Anne Sexton nos quedamos con uno de los poemas aparecidos en su libro Poemas de Amor, traducidos por Ben Clark.


Nadando desnudos

En la parte más al sur de Capri
descubrimos una pequeña gruta
donde no había nadie y
entramos en ella completamente
y dejamos que nuestros cuerpos perdieran toda
su soledad.

Los peces en nosotros
habían escapado en un minuto.
Alos peces reales no les importó.
No molestábamos su vida personal.
Con calma nos deslizamos sobre ellos
y bajo ellos, desprendiendo
burbujas de aire, pequeños globos
blancos que flotaban hacia el sol junto a la barca
donde el barquero italiano dormía
con su sombrero tapándole la cara.

Agua tan clara que podrías
leer un libro a través de ella.
Agua tan boyante que podrías
flotar sobre tu codo.
Me tumbé sobre ella como en un diván.
Me tumbé sobre ella exactamente como
la Odalisca Roja de Matisse.
El agua era mi extraña flor.
Uno debe imaginarse a una mujer
sin toga ni pañuelo
sobre un lecho profundo como una tumba.

Las paredes de esa gruta
eran de todos los azules y
tú dijiste, "¡Mira!  Tus ojos
son del color del mar.  ¡Mira!  Tus ojos
son del color del cielo".  Y mis ojos
se cerraron como si de repente
estuvieran avergonzados.



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