Especial Dead Can Dance # 9 |
Cíclope 3.0 del martes 3 de mayo de 2022, hoy con la Novena entrega del Especial Dead Can Dance y obras de Lisa Gerrard, Peter Ulrich y una reunión, momentánea, del proyecto dirigido por Gerrard y Brendan Perry, Dead Can Dance.
La edición anterior de este Especial estuvo ocupada íntegramente por ella, por Lisa, y su labor bien como coautora de bandas sonoras originales de películas o responsable, ella sola, del score original de la cinta Whale Rider, del año 2003. Hasta el momento hemos repasado su discografía de estudio donde también ha contado con la coparticipación de otros compositores como fue el caso de Pieter Bourke, que aparece en los créditos de The Mirror Pool, 1995, y después firmarían a medias con sus nombres y apellidos el álbum Duality, de 1998.
En el año 2004 la voz, el ingenio y la riqueza como compositora de Gerrard se une a la capacidad creativa de un compositor e intérprete de origen irlandés, Patrick Cassidy (ambos en la foto de la derecha). El resultado de dicha asociación es un álbum titulado Immortal Memory.
Diferentes continentes para un mismo contenido que, personalmente, creo que es poco cromático.
Immortal Memory está resuelto en composición, interpretación y producción por Gerrard y Cassidy, no interviene ningún otro músico en los créditos del disco que, tiene buenas intenciones, pero que resulta un tanto monótono. Los arreglos cálidos de Cassidy arropan la voz de Lisa Gerrard, permitiéndole un dominio casi sobrenatural sobre todas las composiciones que forman el trabajo: espirituales gaélicos, latinos y arameos que suenan con el recogimiento de una oración vespertina. Son piezas etéreas, cierto, pero se llegan a hacer un tanto repetitivas por no resolver de una forma más breve. Llaman la atención temas como Abwoon (Our father), lo que corresponde, en la lengua aramea de Jesucristo, con la oración del Padrenuestro. El texto bebe del manuscrito arameo siríaco de los Evangelios conocido como la versión Peshitta. La Iglesia de Oriente considera esta versión como la más autorizada del Nuevo Testamento.
La intención es extraordinaria, algo que Gerrard ha trabajado junto a Brendan Perry y que ha definido el mundo Dead Can Dance, pero no consigue convencer cuando trabaja a medias con Cassidy. Se echa de menos una instrumentación policromática como la que hacía en trabajos anteriores de DCD. La utilización de teclados para esta ocasión llega a resultar cansina y poco ilustrativa.
El disco contiene composiciones donde aparecen textos de William Butler Yeats (el poema Sailing to Byzantium para la canción del mismo nombre), y Paraíso Perdido, alusión no al de John Milton sino a la novela The Long Green Shore, de John Hepworth.
Una dedicatoria especial, la del tema Psallit in Aure Dei, compuesto por Patrick Cassidy y dedicado a la memoria de Colin Cassidy, su padre.
De este trabajo, el Cíclope extrae 3 composiciones: Elegy y dos más que hacen referencia a la mitología irlandesa, La canción de Amergin y La invocación de Amergin.
Amergin, es druida y juez de los Milesianos, identificados dentro de la mitología irlandesa como los primeros habitantes gaélicos de Irlanda. Probablemente es la parte más enjundiosa de este trabajo.
Aunque Peter Ulrich (foto de la derecha) sigue siendo mejor conocido como un miembro intermitente de Dead Can Dance, donde ejerce de batería y percusionista, es un compositor consumado por derecho propio, como lo demuestra por sus esporádicas grabaciones en solitario. No se ha prodigado mucho, la verdad, al menos hasta el momento: dos trabajos publicados, uno en 1999 con el título Pathways and Dawns (que ya escuchamos en el Especial Dead Can Dance # 7 del 1 de marzo) y otro en 2005, Enter the Mysterium, que es el que traemos hoy al programa. Grabado entre enero de 2002 y mayo de 2003, en su casa y también en algunos estudios británicos, Enter the Mysterium está íntegramente escrito por Ulrich, el cual canta y toca casi todos los instrumentos. Le acompañan músicos amigos y familiares que contribuyen a que el disco, particularmente soso, se haya convertido en un álbum de auriculares, una especie de remanso de paz, pero una paz que, personalmente, me recuerda a esos álbumes de la llamada New Age donde impera la esterilidad más absoluta, identificada erróneamente con la serenidad y la calma. El anuncio de promoción del disco era particularmente sospechoso: Si está buscando música relajante que esté 100 por cien libre de amplificadores Marshall distorsionados, se recomienda Enter the Mysterium. Dos temas son los que escoge el Cíclope para conocer este trabajo.
La recta final del programa de hoy está ocupada por Dead Can Dance y su reunión, momentánea, en el año 2005.
Dead Can Dance se disolvía como proyecto en el año 1996, tras la edición del álbum Spiritchaser. No volverían a encontrarse para grabar en estudio hasta el año 2012, pero antes, en el año 2005, hubo un intento por parte de Brendan Perry y Lisa Gerrard para encontrar el hilo perdido de una idea que había dado tan buenos resultados, una asociación que era posible para reunificar esfuerzos y volver a sentir el entusiasmo de tocar en vivo y, por supuesto, compartir creatividad y plasmarla en trabajos grabados en estudio. Con esas propuestas ideales Dead Can Dance se embarcaron en una gira internacional que les llevó por Europa (Irlanda, Dublin; Lille y París, Francia; Londres, Inglaterra; Madrid, España; Munich y Colonia, Alemania; Bruselas, Bélgica), Norteamérica (Seattle, Washington, Boston, Chicago) y Canadá (Montreal y Toronto). Gira exhaustiva que no consiguió que la banda volviera por sus fueros a meterse en estudio y grabara nuevo material. Nuevas canciones de estudio, porque canciones en vivo, ese año 2005, salieron por un tubo, como resultado de la macro gira que quedó registrada en 6 CDs. No se guardaron todas las actuaciones, pero sí las más representativas o las que llegaron a sonar mejor, no solo dependiendo de cómo había tocado el grupo, sino también por las condiciones técnicas de la grabación, que también influyen. De las actuaciones del año 2005 salieron 6 CDs dobles, diferenciados por el subtítulo que recogía la fecha y el lugar donde se había llevado a cabo el concierto. Son las mismas canciones interpretadas en algunos casos en orden diferente pero en general es el mismo programa repetido en las diferentes localidades y países.
Este diseño de portada es común a los 6CDs, se diferencian por el país donde tocaron, la localidad, la sala y la fecha, siempre del año 2005. La calidad de sonido es soberbia, sin añadidos posteriores de postproducción.
El Cíclope ha escogido el primer volumen de la serie correspondiente a la actuación en Irlanda, en Dublin, el 10 de marzo de 2005. Como es habitual, interpretan en vivo temas de su discografía e insertan, como regalo para el público asistente, canciones que no aparecen en ningún álbum de estudio como es el caso de dos de los tres temas seleccionados: The Lotus Eaters y Hymn for the Fallen, inéditos en su discografía de estudio y que suenan como uno solo, y el tercero, Black Sun, que aparece en el álbum Aion, de 1990 y que reproducen en directo fiel a la grandeza que tiene en estudio.
Tras la gira cada uno siguió su camino. Perry volvió a su casa/taller donde imparte talleres de percusión y Gerrard continuó componiendo música para películas y colaborando allí donde la llamen para seguir haciendo música.
Espero que te guste el programa.
Enlace:
https://www.radio.tomares.es/blog/ciclope-30-03-05-22
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