viernes, 29 de octubre de 2021

Miguel Sánchez Ibáñez



Miguel Sánchez Ibáñez

Que la palabra nos ubica en medio del Mundo es una realidad que, al día de hoy, algunos seres humanos aún no llegan a compartir.  El lenguaje hablado, escrito, es la principal característica que poseemos y nos diferencia radicalmente de otros seres vivos, principalmente los del reino animal.  Esto es algo de sentido común, desgraciadamente el menos común de todos los sentidos y, por lo tanto, no se puede esperar que nos sirva como elemento de equilibrio.  La lengua madre, en nuestro caso el español, posee unas reglas gramaticales, sintácticas, de las que se ocupa la Lingüística, que se encarga del estudio científico del origen, evolución y estructura del lenguaje.  No sé si alguna vez has leído un ensayo de contenido lingüístico y has conseguido llegar al final.  Personalmente, por mandato académico, lo he intentado (no voy a citar la autoría ni el título) y me he encontrado dando cabezadas continuas porque, además de no enterarme absolutamente de nada, me quedaba dormido de puro aburrimiento.  Ese característico perfil de obra infumable, tocho ilegible, es habitual entre obras que tratan específicamente un tema sea científico o literario.  Son obras que parecen estar escritas pensando en un público especializado, como esas novelas de género histórico que tratan a sus lectores como si fuesen arqueólogos.  En el plano opuesto están los trabajos simplificados: ¡Todo lo que usted debe saber sobre el Efecto de los Rayos Gamma sobre el Ganado Porcino contado en 3.000 palabras!  
Por eso, porque ni don Juan ni Juanillo, cuando aparecen libros que te acercan a un tema de interés y no lo hacen desde la atalaya de la sabiduría sesuda ni tampoco desde la simplicidad insultante sino que te invitan a iniciar una lectura constructiva guiada por una pedagogía didáctica, florida y amena, con un contenido no exento de tecnicismos pero explicados y ejemplificados de forma clara y transparente, trufando toda la narración con anécdotas históricas y situaciones reales, es una satisfacción leer obras como la que traigo hoy al blog.  Quien lo consigue es Miguel Sánchez Ibáñez con su ensayo La (neo)lógica de las lenguas.  ¿Por qué no podemos dejar de crear palabras? publicado por la editorial Pie de Pagina este año 2021.



         
 
Miguel Sánchez Ibáñez nace en Valladolid en 1986.
Se doctoró en Traducción y Mediación Intercultural en la Universidad de Salamanca y su labor didáctica como profesor le ha llevado por universidades españolas, canadienses y norteamericanas.  Forma parte del Departamento de Lingüística Aplicada a la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Politécnica de Madrid.  También ha trabajado como terminólogo para la Organización Intelectual, un organismo dependiente de la ONU.  Desde hace más de diez años sus trabajos de investigación en torno a la neología y la creatividad léxica están relacionados con su participación activa en el Observatorio de Neología de Castilla y León.
También preside MariCorners, asociación dedicada a la difusión y promoción de trabajos académicos de cualquier ámbito de especialidad relacionados con cuestiones LGTBIQ+.
No es la primera obra que publica Miguel Sánchez Ibáñez pero sí la primera que edita firmada con su nombre y sus apellidos ya que otros dos ensayos anteriores los escribió conjuntamente con otros autores:





El lenguaje de la vid y el vino y su traducción
, coescrito con María Teresa Sánchez Nieto.  Editado por la Universidad de Valladolid en 2006








MariCorners (Investigaciones queer en la Academia) investigación realizada entre Moisés Fernández Cano, Sergio Fernández de Pablo, Aarón Pérez Bernabeu y Miguel Sánchez Ibáñez.  Editado por Egales en el año 2020.





Ahora, en solitario, Miguel publica esta obra que se centra en los neologismos porque, como él mismo explica, 
una lengua sin neología es una lengua condenada a morir, y los neologismos son la manera que tiene ese fenómeno de cristalizar

Pero en La (neo)lógica de las lenguas.  ¿Por qué no podemos dejar de crear palabras?  no hay sólo eso, también habla del uso de los Diccionarios y de los abusos hieráticos y férreos que hacen de la lengua y su uso.  Este libro, en palabras de su autor,

puede ayudar a ordenar conceptos y nociones que están en nuestras cabezas pero que a veces nos pueden bailar: el libro abre una puerta bastante amable y accesible a los procedimientos de creación neológica del español, invita a reflexionar sobre qué es la neologicidad y también cuenta con una reflexión sobre la controvertida relación entre los neologismos y los diccionarios. Pero sobre todo,  creo que puede ayudar a quien lo lea a caer en la cuenta del inmenso potencial creador que tenemos los hablantes: la lengua nos pertenece, las palabras nacen de nuestras ganas de entender el mundo, porque no hay mejor manera de empezar a entender algo que poniéndole nombre. Creo que el libro explica por qué es tan importante que no perdamos eso de vista. Y bueno, también enseña la diferencia entre un neologismo winehouse y un neologismo pantoja, que nunca está de más tenerlo claro.

Para ampliar estos datos te remito a la web de la editorial Pie de Página donde hay una entrevista con el autor.  Te dejo el enlace a dicha conversación:

https://editorialpiedepagina.com/entrevista-a-miguel-sanchez-ibanez-autor-de-la-neologica-de-las-lenguas/

Es un placer leer ensayos tan claros y enriquecedores como éste: La (neo)lógica de las lenguas.  ¿Por qué no podemos dejar de crear palabras?   Y como todas las cosas buenas de la Vida, altamente recomendable.



No hay comentarios:

Publicar un comentario