lunes, 28 de enero de 2019

Rafael de Santa Ana




El canalla, según el Diccionario de la Real Academia Española, es una persona despreciable y de malos procederes.  En el año 1916, el escritor y actor Rafael de Santa Ana, le dedicó una obra, una exégesis en la que narra con todo tipo de detalles cómo debe comportarse un ser humano para ser un perfecto canalla.
No hay fotos con la imagen de de Santa Ana.  De su biografía apenas sabemos que nació en Sevilla, en 1868 y que falleció en Madrid en 1922.  Escritor, dramaturgo, actor, dirigió la revista satírica de literatura Mariclara.  Como actor llegó a figurar como primer actor cómico en la compañía del Teatro Español.  Entre sus obras estrenadas como autor de teatro están Un grupo y varias reproducciones, La victoria del general, Yo puse una pica en Flandes, El generoso extremeño, La gracia andaluza.
Como literato dejó, además del Manual del perfecto canalla, Manual de la perfecta coqueta y el Manual del perfecto neurasténico.
La edición original del Manual del perfecto canalla contó con el prólogo escrito por Jacinto Benavente que especifica en sus líneas que
habrá quien juzgue que todo en ésta obra es ironía, espejo de vicios para contrastar mejor las virtudes.  Habrá quien lo tome al pie de la letra y procure realizar en su vida el tipo ideal del perfecto canalla.  Habrá muchos que en su loca vanidad crean haberlo ya superado.  ¡Infelices!  Hay quien cree que con ser traidor a la amistad y desagradecido a los favores, ya basta para ser canalla.  ¡Funesta equivocación!  La primera cualidad del canalla es que nadie pueda conocer que lo es.  El canalla conocido deja de serlo, porque ya no es peligroso.
A través de una serie preliminar de capítulos como La meca del canalla, Fisiología del canalla, Prácticas del año de preparatorio, nos va situando Rafael de Santa Ana hasta entrar de lleno en el Curso completo para poder obtener el título de Perfecto Canalla.  Quien se adentra en la lectura de ésta obra no puede imaginar que vaya a tener un desarrollo tan ingenioso.  Que el prólogo lo firme Benavente le da mayor credibilidad, como una especie de garantía.  Él mismo dice
Basta con que la introducción aparezca firmada por mí para que este libro parezca un libro reaccionario, germanófilo, fuera de toda literatura.  Los intelectuales caerán sobre él, y nada digamos si el libro se vende y consigue el aplauso del público.  Entonces será cosa despreciable.  Hemos convenido que toda obra aplaudida y celebrada por el público es mala de solemnidad.  Para andar hoy por el mundo intelectual es necesaria una patente que sólo otorgan los aliadófilos.  No descubriré yo aquí si mi buen amigo Rafael de Santa Ana es de ellos o de los nuestros.  Esto ya sería demasiada canallada para un prólogo.
En el año 2005, Trama Editorial se encargó de publicar el texto íntegro del Manual del perfecto canalla de Rafael de Santa Ana, tal como vio la luz en 1916.  Es uno de esos libros raros que merece la pena conocer. 







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