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Diego A. Manrique (Foto de Christian González) |
La recomendación de lectura que traemos hoy al blog es el libro El mejor oficio del mundo, firmado por el periodista musical Diego A. Manrique, que ha trabajado en prensa escrita, televisión y sobre todo en radio. Sigue activo, aunque en el caso de la radio no realiza actualmente ningún espacio, cosa que, como comentaba hace poco en una entrevista en TVE, echa de menos. 
El mejor oficio del mundo está estructurado en siete bloques titulados Estrellas lejanas y cercanas, Un oficio raro, Por las Américas, En el dial, Cuando había programas musicales en televisión, El vicio secreto y Cartas marcadas. Esos siete capítulos se diversifican, cada uno, en 45 crónicas que han ido apareciendo durante los últimos 10 años en las páginas de Cuadernos Efe Eme, la publicación trimestral editada por Efe Eme, con formato de libro-revista dedicada a la historia y cultura musical, no a las turbulencias de las novedades musicales. Esas crónicas revisitadas, pulidas para la ocasión, donde habla de aspectos relacionados con la música y sus intérpretes, sobre programación especializada tanto en radio como en televisión, las áreas personales de algunas figuras del mundo de la música, todo eso y más es el contenido de este libro escrito con ese estilo y formas de expresión que han caracterizado la labor de Diego A. Manrique. No tiene pelos en la lengua para hablar claro y conciso de quien sea o lo que sea, pero siempre dejando un perfil de respeto. Recuerdo que, John Lydon, el Terrible, hablando del Pop, del Rock, ha dejado opiniones repletas de aristas como cuando afirmó que, David Bowie, a la hora de cantar, lo único que había hecho era robar el tono dramático, operístico, de Peter Hammill. La audiencia más fundamentalista se rasgó las vestiduras. Diego acepta el devenir de la música y el Duque Blanco bebió de aquí y de allá para construir su universo. Pero cuando habla de Bowie no deja de reconocer cómo recogió ideas de aquí y de allá y al Duque lo denomina "la urraca Bowie", que me parece un calificativo excepcional, por todo lo que sintetiza. La figura de Diego A. Manrique resulta entrañable para tantos y tantas que venimos de la era analógica y que hemos seguido sus diferentes intervenciones en los medios en los que ha participado. En mi caso, lo primero que conocí de Diego fueron sus crónicas en aquella publicación de tan querido recuerdo: Disco Exprés, allá por 1970/71. Después llegarían los tiempos de Radio 3, su programa Aeropuerto Internacional que empezaba con el tema "John Barry" de The Godfathers como sintonía. Más tarde sería El Ambigú, y continuarían sus crónicas sobre música, disecciones de discos, siempre sin pelos en la lengua pero con un tacto extraordinario para llamar a las cosas por su nombre. Ahora, después de 12 años sin publicar un libro (su producción en este formato es amplia) aparece esta obra editada por Efe Eme con una ilustración en la portada debida a Mauro Entrialgo.
Sin lugar a dudas, una lectura recomendable en cualquier momento y lugar. De verdad, merece la pena.
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