Cíclope 3.0 del martes 7 de noviembre de 2023. Entrega número 7 del Especial Joni Mitchell con el repaso a dos álbumes: uno, de 1982, el otro de tres años después, 1985.
Empezamos por el de 1982, un LP titulado Wild Things Run Fast con diseño de carpeta realizado por la mismísima Mitchell que recuperaba la sana costumbre de utilizar obras de pinturas suyas para ilustrar las portadas y contraportadas de sus discos.
Joni Mitchell toma el camino de la década de los 80 con una mochila llena de sabiduría y experiencia. Ha cultivado, y de qué manera, semillas que han florecido en diferentes territorios de la expresión musical: el Jazz, el Folk, el Pop, el Rock... Predomina un perfil jazzístico a medida que ha ido creciendo, lo que significa que, sobre todo, lo que ha importado ha sido la libertad, no estar atada a una partitura cuadriculada, ni siquiera a una partitura, ha compuesto e interpretado música de forma libre. Dependiendo de las hechuras de la canción que tuviera entre manos así resultaba al final. Ha seguido siempre las normas de una costurera luminosa, creando cada canción con un traje hecho a medida de las ideas de las letras que ha ido escribiendo.
No tendría sentido repetir lo que a está hecho y, además, extraordinariamente hecho: ¿volver a crear canciones como las del álbum Mingus?, ¿o las de Hejira? ¿Para qué? Esa repetición no tendría sentido alguno, sólo contentar a algunos sectores de la audiencia, los que buscan siempre más de lo mismo. Y Mitchell no es así ni siquiera por un rato.
En Wild Things Run Fast, el primer disco para el nuevo sello discográfico encargado de distribuir sus trabajos, Geffen Records, nuestra protagonista logra un mayor equilibrio entre sus habilidades Pop y sus aspiraciones de Jazz, mientras redescubre un enfoque lírico más emocional y directo. El amor ha sido la principal preocupación de Mitchell desde que comenzó a componer y cantar. El significante AMOR recibe cincuenta y siete menciones en este LP y van desde las sutilezas de un amor inocente al amor difuso en la vida de lujo y altos vuelos de Hollywood a la intimidad romántica de la soledad para dejar el eco de una voz mientras se da la fuga a un lugar lejano.
Comenzamos la audición del disco con el tema con el que se abre: Chinese Cafe-Unchained Melody, una interesante serpentina formada con dos hilos, por un lado Chinese Cafe, original de Mitchell, por otro Unchained Melody, firmada por el tándem Alex North y Hy Zaret inmortalizada por The Righteous Brothers. Este LP supone un asentamiento en el sonido Pop de la música de los años 80. Es un trabajo muy elástico con otras formas en las canciones, distintas a las que había hecho hasta el momento. Esto se debe a la la influencia que supuso para ella escuchar música de Steely Dan, Talking Heads y The Police, entre otros, la música que escuchó en una discoteca durante un viaje al Caribe en 1981. De Police lo que más le llamó la atención, lo que más la influyó a la hora de hacer este disco fue la batería de Stewart Copeland.
El tema que le da título al álbum, Wild Things Run Fast, es una composición de Mitchell en texto y música, los arreglos los realiza el hombre de la foto a la izquierda, Larry Klein, guitarra bajo y marido de Joni entre 1982 y 1994.
La lista de colaboradores en esta grabación presenta nombres que ya han aparecido anteriormente como es el caso de Wayne Shorter (1933-2023) que toca, como era habitual, el saxo soprano.
En los teclados, en concreto en el sintetizador, va a estar un pianista de jazz de origen californiano, Russell Ferrante. El sintetizador va a ser un instrumento que tendrá gran importancia en el álbum de Mitchell de 1985, pero no nos adelantemos, estamos en 1982 con el LP Wild Things Run Fast y ahora nos quedamos con una composición debida al dúo Jerry Leiber y Mike Stoller titulada (You're So Square) Baby, I Don't Care, una canción que interpretaron, entre otros, Buddy Holly o Elvis Presley, y que en la versión de Mitchell cuenta con la colaboración de dos saxos:
el saxo barítono de
Kim Hutchcroft
y
el saxo tenor de
Larry Williams, también teclista.
Protagonismo especial para un instrumento, la guitarra eléctrica, que en este caso maneja con elocuencia el hombre de la foto a la izquierda, Michael Landau.
El corte cuenta también con los arreglos del guitarra bajo y marido de Mitchell, Larry Klein.
Los créditos de este álbum de Mitchell de 1982 cuentan con nombres y apellidos tan reputados como el de Lionel Richie, el que fue líder vocal del grupo The Commodores durante la década de los años 70. Él pone la voz en el tema You Dream Flat Tires.
Otro músico que vuelve a intervenir en una grabación de nuestra protagonista es James Taylor, pareja sentimental de Mitchell durante un tiempo particularmente tortuoso que acabó con la relación amorosa pero no con la amistad y la capacidad de colaborar entre ambos. Él está como segunda voz en el tema Man to Man. Con el corte titulado Love cerramos la audición del álbum Wild Things Run Fast de 1982. Ya dije más arriba que el amor es el tema fundamental de este disco. Si bien es cierto que ha sido la temática por antonomasia en la producción literaria de Joni Mitchell, aquí se vuelve un punto de fuga poliédrico, donde la tradición norteamericana de citar las Sagradas Escrituras encuentra un terreno apropiado como sucede en la canción Love. Mitchell recurre al apóstol San Pablo y a su obra epistolar, en concreto una de esas Cartas que, como dice el chiste, nadie contestó. Bromas aparte, la Primera Epístola o Primera Carta a los Corintios le sirve a nuestra protagonista para ensalzar de forma abstracta el concepto de amor. Adapta las palabras paulinas que dicen
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se vuelve engreído; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Joni asume el discurso del apóstol y cierra, con el saxo de Wayne Shorter, el álbum que hemos tenido entre manos. Además de componer y cantar, toca las guitarras, eléctrica y acústica, y produce el disco. Ahora tiempo para el trabajo de 1985, el álbum titulado Dog Eat Dog.
Probablemente es uno de esos trabajos que casi pone de acuerdo a la audiencia con la crítica especializada porque cuando se publicó Dog Eat Dog no le cayó bien a casi nadie. ¿Qué le pasa a este disco? Que es un punto de partida para comenzar a realizar un cambio, y profundo, de lo que hasta ese momento era el universo Joni Mitchell. El cambio comienza por lo más obvio, lo primero que se aprecia: el sonido. Ella sigue teniendo su estilo, su personalidad clara, transparente y diáfana como la luz del día, sigue haciendo canciones que, nada más comenzar, no hace falta preguntar quién es porque se le reconoce inmediatamente. Pero, sí, algo hay diferente. No sabes, así de entrada, qué es lo que tiene de distinto, hasta que en un momento dado lo captas: el cambio radica en que predomina el sonido de teclados. Hasta el momento las guitarras, acústicas o eléctricas, eran la columna vertebral, o al menos parte fundamental de las estructuras de las composiciones. El piano también. Pero que lo que impere sean sintetizadores... Y uno se pregunta: ¿qué tienen de malo? Es 1985, Joni Mitchell no vive aislada, ajena al Mundo y, en este caso concreto, el Mundo de la Música. Colaboran en el disco, como es habitual, músicos que son amigos y colegas de profesión. Hay una intervención muy interesante porque no es alguien que toque su instrumento y pueda añadir algo o, sencillamente, se circunscriba a lo que le dicen que haga.
Estoy hablando de Thomas Dolby, en la foto de la izquierda. Compositor, intérprete, arreglista, productor...
Si él está en un proyecto es un hombre que interactúa con quienes le han llamado para colaborar. Había trabajado con la banda Prefab Sprout ese mismo año de 1985, en el LP Steve McQueen, y los resultados habían sido brillantes. Así que Dolby tuvo algo que ver con las posibilidades que dan los teclados, los sintetizadores, y sí, animó a Mitchell a que experimentara con ellos. Pero lo que no encaja como algo habitual es la postura existencial de la compositora/intérprete/escritora/pintora: antes, Mitchell miraba por la ventana hacia fuera y lo que veía entraba a formar parte de una reflexión sobre el amor roto, sobre la desnudez del amante que se levanta del lecho por última vez porque no se volverán a ver ni en ese motel ni en la casa de ninguno de los dos, reflexiones sobre el tiempo que ha pasado y que no se puede recuperar, de lo que escogió y las consecuencias de tomar por un camino o por otro... Se produjo un cambio en la forma de contemplar el Mundo. Personalmente algo se había estabilizado en su interior: los habituales dramas personales habían dado paso a un período de relativa satisfacción doméstica con su nuevo marido, Larry Klein. Eso contribuyó a que se erosionase una visión más política de lo que le rodeaba. Estados Unidos, lleno de división y descontento, no era el lugar que ella reconocía. El país estaba gobernado por un ex actor de películas de serie B de Hollywood y gobernador de California, Ronald Reagan, cuya cínica alianza entre los republicanos y los evangelistas cristianos había dado lugar a la Mayoría Moral y a un nuevo movimiento conservador que quería rehacer el país. El aspecto medioambiental, la construcción de parkings asfaltando hectáreas de terrenos de bosques, la deforestación en el Amazonas y la hambruna en Etiopía, todo eso había comenzado a unir al mundo de la música en causas comunes que a Mitchell le hizo reaccionar cuestionando la complicidad de Occidente en estas crisis y su falta de voluntad para reconocer sus propios métodos destructivos. Se dio un despertar en ella que se tradujo en la composición de canciones que aparecerían reunidas en este álbum de 1985, Dog Eat Dog. Canciones que hasta a su manager, Elliot Roberts, no consiguieron atrapar. Todo porque no eran las canciones de siempre de Joni Mitchell. Sí, menos mal que ella siguió adelante y el álbum se grabó y vio la luz con canciones como Fiction, contra los falsos dioses del consumo y la fama, compuesta a medias por el guitarra bajo y marido entonces, Larry Klein: él se encarga de la música, ella de la letra. La pareja vuelve a repetir el esquema de tándem en la composición Tax Free, donde Mitchell ataca la hipocresía de los predicadores televisivos y la línea que se desvanece entre la Iglesia y el Estado. Con aires rockerizados la canción cuenta con la colaboración en los coros de James Taylor, una vez más, y Don Henley, de Eagles.
En esta tema suena un fragmento del discurso exaltado de un predicador televisivo. Ese predicador no fue otro que el actor Rod Steiger (1925-2002). En principio la idea de Mitchell era que el papel de predicador lo interpretase Jack Nicholson pero el día que ella fue a proponerle la idea a Nicholson éste se encontraba trabajando, rodando en un plató donde, el guardia de seguridad, le impidió que entrase. Tuvo que cambiar de amigo y el papel se lo pasó a Steiger.Un corte de perfil experimentaloide es Smokin' (Empty, Try Another), una curiosidad de 1 minuto y 42 segundos que esencialmente consiste en Mitchell cantando junto con su propia voz sampleada, el bajo de Larry Klein y un loop de una ruidosa máquina de cigarrillos.
Shiny Toys es una de esas canciones en las que intervienen amigos y colaboradores habituales de nuestra protagonista. De nuevo Don Henley y James Taylor en los coros; Larry Williams, que tocaba el saxo soprano en el álbum de 1982, repite con el saxo y en esta ocasión incluye la flauta; la trompeta también aparece acreditada como instrumento y en este caso son dos los trompetistas
Jerry Hey
Gary Grant
Wayne Shorter aparece en los dos últimos temas que recuperamos del álbum Dog Eat Dog. Las contribuciones que realiza con su saxo realzan ampliamente la gracia y la elegancia de composiciones como Impossible Dreamer, una canción en la que Mitchell reconoce, irónicamente, los pocos cambios que probablemente lograrán sus súplicas y las críticas llevadas a cabo en los textos de las composiciones de este álbum. Terminamos con Lucky Girl, una especie de encantadora viñeta sobre la felicidad doméstica que encontró al casarse con Larry Klein. Él, junto a su esposa y Thomas Dolby, producen el disco.
La portada del disco se debe al ingenio de Joni Mitchell. Es una reelaboración de una pintura suya titulada así: Perro come perro. El original es este:
Hasta aquí el Especial Joni Mitchell Número 7.
Espero que te guste el programa.
Enlace:
https://www.radio.tomares.es/blog/ciclope-30-07-11-23
No hay comentarios:
Publicar un comentario