Walter de la Mare (1873-1956) |
Hoy llega al blog un autor al que venero de forma rotunda: Walter de la Mare.
Escritor inglés, nacido en Charlton, condado de Kent, el 25 de abril de 1873, cultivó la poesía, la novela, la narración breve y el ensayo. Su trabajo cotidiano en una compañía petrolera le dejaba tiempo suficiente para poder escribir. En el año 1908 percibió una pensión que le posibilitó concentrarse a tiempo completo en su vocación literaria.
Lo primero que se editó de él fue un libro de poesías, Songs of The Childhood (Canciones de la Infancia) en 1902. Su narrativa se inauguraba en 1904 con la publicación de su primera novela, Henry Brocken, firmada con el seudónimo de Walter Ramal. Desgraciadamente es un autor poco editado en España, apenas tres o cuatro libros que, para colmo, se encuentran actualmente descatalogados y desde hace ya tiempo. Siguiendo con la publicación de su obra, en 1910 vería la luz otra novela, The Three Royal Monkeys (Los tres monos reales). Ese mismo año, 1910, se publicaba la obra The Return (El Retorno) editada en España en 1947 por Hispano Americana de Ediciones de Barcelona y traducida por Manuel Vallvé.
El Retorno trata de una posesión: la de un mediocre y aburrido cabeza de familia, Arthur Lawford, por el espíritu perturbado de un libertino y suicida francés del siglo XVIII. El protagonista, paseando una tarde por un cementerio, contempla una serie de lápidas rotas de tumbas abandonadas, y de una de ellas, como un aire maligno, saldrá ese espíritu que entrará en él, provocándole un estado de intensa alienación en parte porque el fantasma posee una personalidad infinitamente más compleja y atractiva que la de su anfitrión. Algunos críticos literarios afirman que no es una buena novela porque está inflada de superchería ampulosa tanta que al mismo autor le dio miedo de seguir adelante y la trama se le escapa entre los dedos. Personalmente no estoy de acuerdo. El autor plantea unas circunstancias que aparentemente parecen conducir a una meta que después no resulta ser tal. Al autor le gusta jugar con esas apariencias que funcionan como una tapadera que esconden otra verdad, otra interioridad. A De la Mare se le ha catalogado como escritor de género terrorífico y no lo es. Aunque se hable de posesión diabólica en El Retorno no funciona como tal y si produce un escalofrío es por lo que tiene de extraño, de raro. Él fue un maestro de la puesta en escena, uno de los grandes arquitectos y diseñadores de interiores: construye casas hechizadas amuebladas con detalles de la personalidad del carácter de sus personajes. Con esa arquitectura vincula espacios y lugares que evocan estados de ánimo y atmósferas. El desconcierto que crea la lectura de esta novela es una seña de identidad habitual en el autor que perfeccionó su narrativa en los relatos y cuentos que escribiría después, pero no la considero una obra mala, en absoluto.
Y hablando de terror, de miedo, vaya por Dios, en 1912 aparecía su libro de poemas The Listeners (Los oyentes) que oscila entre el mundo de los espíritus fantasmales y la imaginación siniestra. Hace unos años, visitando Cantabria, estuve en Lloreda de Cayón, en la librería-imprenta de Alastair Carmichael. Como librería de segunda mano tiene auténticas joyas. Conversando con él fui encontrando algunos títulos que me interesaban y charlando fui confesándole algunas pasiones, nombres de autores y autoras entre los que apareció el de De la Mare. Me hizo un regalo grandioso: una antología de sus poemas en una edición de finales de los años 20.
En ésta selección se incluyen seis de los poemas que forman el conjunto de The Listeners, entre otros The Sleeper. Esto es muy curioso: si lo lees, te vas a encontrar con un antecedente de la película Los Otros de Alejandro Amenábar. Ojo, digo antecedente, no copia. Amenábar es un hombre ilustrado, culto, que lo pasó fatal en el pre-estreno en Nueva York de la película El sexto sentido, de M. Night Shyamalan, del año 1999. Él estaba ultimando su película Los Otros y sin saberlo coincidió en una temática cercana a la película americana. El mundo casi se abre con forma de agujero negro bajo sus pies porque se podía pensar que había copiado, imitado. Y no es así. Existen coincidencias en la vida y en el proceso creativo más aún. Por eso digo lo curioso de la coincidencia entre la temática del poema de De la Mare y la película de Amenábar. ¿Conocía él el poema? Lo ignoro, lo señalo a título de curiosidad, nada más.
Volviendo al tema de literatura de terror, para aumentar esa especie de sambenito que le habían colgado, el gran pope de la Literatura de Terror y Horror, H.P. Lovecraft, en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, cita a De la Mare como poeta de versos fantasmales. Si Lovecraft lo incluía en la nómina de autores de su ensayo es que se trata de un escritor dedicado a dicho género. Y así se quedó.
Continuó su labor como poeta a lo largo de la década de los años 10 del siglo pasado. Ninguno de esos libros de poemas son traducidos al español. Descontando la publicación de la novela El Retorno en 1947, lo que se conoce de De la Mare son sus narraciones breves, los cuentos o relatos que aquí aparecen entre los años 1987 y 1989 en la editorial Alfaguara, extraordinariamente traducidos por Francisco Torres Oliver. De la Mare escribió 11 volúmenes de cuentos, dos de ellos dirigidos a un público infantil. En 1942 aparecía el volumen titulado Best Stories of Walter de la Mare (Las mejores historias de Walter de la Mare) cuya selección realizó él mismo. En la introducción, el autor nos dice que
En la historia de la literatura, De la Mare es de esos casos raros por el contenido, por los temas tratados y, sobre todo, por cómo desarrolla las ideas y la prosa o versos que utiliza. Es una mirada oblicua, extraordinariamente personal, que parte del reino de la imaginación, que no de la fantasía o, al menos, de lo que habitualmente conocemos como Fantasía.
De la Mare tenía un concepto muy personal sobre la Imaginación. Decía que hay dos aspectos de la misma: la propia de los niños y la de los muchachos. En el límite de ambas se produce un estado emocional que es precisamente del que se alimenta la literatura de este autor. La imaginación en De la Mare no se refiere a la capacidad de idear la transformación material del mundo real, para él la imaginación es un privacidad privilegiada de la mente, esa cámara secreta del espíritu que llamamos imaginación, según sus propias palabras. Únicamente se le permite actuar sin referencia alguna a teorías psicoanalíticas del inconsciente.
Sumergirse en la lectura de los 16 relatos recogidos en esos dos volúmenes reseñados es entrar en un jardín donde nada es lo que parece ser. Me es muy difícil entresacar algún cuento concreto aunque recuerdo el impacto, el estremecimiento interior de alguno de ellos: La trompeta, Qué sueños pueden venir, La tía de Seaton...no sigo porque nombraría el resto.
En el primer volumen, La tía de Seaton y otros relatos, al principio, aparece una lista de otras obras del autor entre ellas Memoirs of a midget, marcada con un asterisco. La señal indica más abajo: de próxima aparición. Pero no fue así, no sería Alfaguara la que editase Memorias de una enana sino la editorial Siruela en su exquisita colección El Ojo sin Párpado.
Apareció en 1988, entre los dos volúmenes de relatos, traducida y anotada por María Luisa Balseiro. La edición tenía además la contribución de una autora que, en ocasiones, se acerca a la forma de hacer de De la Mare, Angela Carter, que escribía el Epílogo, y esto es muy interesante, no el Prólogo, donde anticipa acontecimientos y cuenta aspectos relacionados con el autor y la obra, escribe el Epílogo, al final, cuando ya has leído y sacado tus conclusiones-emociones sobre el libro. Ella misma señala que
A lo largo de 55 capítulos breves, Memorias de una enana nos presenta el relato, narrado en primera persona, de la juventud y, sobre todo, de los veinte años de una señorita de la época victoriana que tiene la desdicha de ser de talla diminuta, aunque perfectamente constituida y de físico agraciado.
El manuscrito original, escrito y firmado por la señorita M. y titulado como la novela, está transcrito por Walter Dadus Pollacke, un hombre que se confiesa lector, no escritor. Será su interlocutor, la persona que la escuche sin emitir ningún juicio de valor. A lo largo de las páginas que él transcribe se va construyendo un estudio misantrópico sobre la lejanía, el aislamiento. En cierto modo la novela trata de cómo hacerse amigo de la soledad cuando una persona es extraordinariamente diferente, como la señorita M., y no encuentra su sitio en medio de tanto desorden no escogido.
¿Qué tamaño tiene la señorita M.? No se nos da en ninguna parte con precisión. A los cinco o seis años de edad es lo bastante dimunuta como para sentarse en la tapa de un tarro de crema, sobre la mesa del tocador de su padre. Da de comer a las mariposas en la mano; para leer un libro tiene que hacer unos esfuerzos titánicos: levantar la tapa, pasar las páginas. Con el tiempo llegará a dormir en medio de un libro abierto. En verdad sería más correcto hablar de una liliputiense más que de una enana. Casos paralelos de tamaño físico, caso real, fue el de Jeffrey Hudson, liliputiense de la corte de Carlos I de Inglaterra, que estuvo al servicio de la reina Herietta María de Francia, esposa del monarca, y que se vio obligado a retirarse cuando creció más de la cuenta y alcanzó la altura de 1 metro y 14 centímetros.
La obra Memorias de una enana fue acogida con admiración. El autor recibió de sus lectores una serie de regalos pequeñitos aptos para el uso de la señorita M. Russell Brain, famoso neurólogo británico, escribió un libro de charlas con De la Mare que tituló Té con Walter de la Mare, donde describe la vitrina que guardaba el autor en su casa con esos regalos minúsculos.
En 1948, la prestigiosa editorial británica Faber publicó un Tributo a Walter de la Mare en su setenta y cinco cumpleaños, con colaboraciones, entre otros, de escritores y escritoras como Vita Sackville-West.
Toda la obra de De la Mare, prosa y poesía, está impregnada de esa melancolía romántica que fue su especialidad. Pero su reputación tanto como poeta como narrador se fue desvaneciendo silenciosamente desde 1956, año de su muerte el 22 de junio en Twickenham, a los 83 años.
Sin embargo el mundo no le olvidó. El compositor inglés Benjamin Britten escribió, entre 1928 y 1931, una serie de composiciones para voz y piano basadas en poemas de De la Mare. A finales de la década de los 60 Britten volvió a visitar aquellas partituras. Fueron cinco grupos de canciones que no las escribió originalmente como un ciclo cerrado, fue solo a raíz de su revisión para ser interpretadas las partituras y publicadas en la primavera de 1968 cuando las reúne bajo un nombre común a los cinco ciclos: Tit for Tat. Britten dedicó la obra al hijo de De la Mare, Richard de la Mare, en ese momento presidente de Faber Music, la editorial que publicaba las partituras de Britten.
Y ahora, las malas noticias: la obra de Walter de la Mare, en España, está descatalogada y sólo se puede conseguir en librerías de segunda mano, on line o en locales físicos. No es difícil encontrar La tía de Seaton y otros relatos o La orgía: un idilio, lo malo es el precio: 42 y 43 euros, de segunda mano. Memorias de una enana sube más la cantidad a pagar, no recuerdo concretamente cuánto pero es caro. También en el mercado de segunda mano se puede encontrar El Retorno, la misma edición de 1947 que reseño al comienzo de esta entrada, publicada por Hispano Americana de Ediciones de Barcelona y traducida por Manuel Vallvé.
Contrastando la información que tenía hasta el momento he encontrado dos obras del autor que no sabía que se hubiesen publicado: Los músicos, 1989 y Los cuatro hermanos, 1990, ambas editadas en la editorial Debate. Como soy muy pragmático en estas cosas inmediatamente fui a la librería, ya que se encuentra en mi ciudad, pero, ¡oh, frustración! cerrado por vacaciones.
Sin embargo, las obras en inglés en el mercado de segunda mano gozan de unos precios inmejorables: uno, dos euros e incluso céntimos que no llegan al euro. Para leer a De la Mare en su lengua hay que tener un nivel de inglés alto porque escribe con un vocabulario muy culto. Si te atreves, y harás bien si puedes, aquí te dejo algunos de sus libros en el idioma de Shakespeare:
Su primera novela, de 1904, en una edición del mismo año del editor londinense John Murray. Una joya encontrada en un mercadillo de segunda mano en Edimburgo.
Publicado en 1930 y con ilustraciones de Rex Whistler. Islas desiertas, cuyo título completo es Islas desiertas y Robinson Crusoe, es un ensayo, según el autor, compuesto por comentarios divagantes en forma de antología o libro sobre todos los aspectos concebibles de este tema. Hay notas, reflexiones y citas de lecturas de toda la vida sobre restos de naufragios, cimarrones, piratas, utopías, cabras, alucinaciones, comidas exóticas, avaros, castigos, soledad, Darwin, loros, ídolos, santos, ermitaños, mapas, especias, drogas y por supuesto Daniel Defoe. Esta edición es de 1988, publicada por Faber & Faber.
En 1978 la misma editorial publicaba con cubierta blanda Collected Rhyme and Verses, recopilación de poesías para niños.
Walter de la Mare: léase.
Con esta entrada el blog cierra por vacaciones. Volverá la última semana del mes de septiembre, sobre el lunes día 23. Hasta entonces, Salud, y nos volvemos a encontrar.
Escritor inglés, nacido en Charlton, condado de Kent, el 25 de abril de 1873, cultivó la poesía, la novela, la narración breve y el ensayo. Su trabajo cotidiano en una compañía petrolera le dejaba tiempo suficiente para poder escribir. En el año 1908 percibió una pensión que le posibilitó concentrarse a tiempo completo en su vocación literaria.
Lo primero que se editó de él fue un libro de poesías, Songs of The Childhood (Canciones de la Infancia) en 1902. Su narrativa se inauguraba en 1904 con la publicación de su primera novela, Henry Brocken, firmada con el seudónimo de Walter Ramal. Desgraciadamente es un autor poco editado en España, apenas tres o cuatro libros que, para colmo, se encuentran actualmente descatalogados y desde hace ya tiempo. Siguiendo con la publicación de su obra, en 1910 vería la luz otra novela, The Three Royal Monkeys (Los tres monos reales). Ese mismo año, 1910, se publicaba la obra The Return (El Retorno) editada en España en 1947 por Hispano Americana de Ediciones de Barcelona y traducida por Manuel Vallvé.
El Retorno trata de una posesión: la de un mediocre y aburrido cabeza de familia, Arthur Lawford, por el espíritu perturbado de un libertino y suicida francés del siglo XVIII. El protagonista, paseando una tarde por un cementerio, contempla una serie de lápidas rotas de tumbas abandonadas, y de una de ellas, como un aire maligno, saldrá ese espíritu que entrará en él, provocándole un estado de intensa alienación en parte porque el fantasma posee una personalidad infinitamente más compleja y atractiva que la de su anfitrión. Algunos críticos literarios afirman que no es una buena novela porque está inflada de superchería ampulosa tanta que al mismo autor le dio miedo de seguir adelante y la trama se le escapa entre los dedos. Personalmente no estoy de acuerdo. El autor plantea unas circunstancias que aparentemente parecen conducir a una meta que después no resulta ser tal. Al autor le gusta jugar con esas apariencias que funcionan como una tapadera que esconden otra verdad, otra interioridad. A De la Mare se le ha catalogado como escritor de género terrorífico y no lo es. Aunque se hable de posesión diabólica en El Retorno no funciona como tal y si produce un escalofrío es por lo que tiene de extraño, de raro. Él fue un maestro de la puesta en escena, uno de los grandes arquitectos y diseñadores de interiores: construye casas hechizadas amuebladas con detalles de la personalidad del carácter de sus personajes. Con esa arquitectura vincula espacios y lugares que evocan estados de ánimo y atmósferas. El desconcierto que crea la lectura de esta novela es una seña de identidad habitual en el autor que perfeccionó su narrativa en los relatos y cuentos que escribiría después, pero no la considero una obra mala, en absoluto.
Y hablando de terror, de miedo, vaya por Dios, en 1912 aparecía su libro de poemas The Listeners (Los oyentes) que oscila entre el mundo de los espíritus fantasmales y la imaginación siniestra. Hace unos años, visitando Cantabria, estuve en Lloreda de Cayón, en la librería-imprenta de Alastair Carmichael. Como librería de segunda mano tiene auténticas joyas. Conversando con él fui encontrando algunos títulos que me interesaban y charlando fui confesándole algunas pasiones, nombres de autores y autoras entre los que apareció el de De la Mare. Me hizo un regalo grandioso: una antología de sus poemas en una edición de finales de los años 20.
En ésta selección se incluyen seis de los poemas que forman el conjunto de The Listeners, entre otros The Sleeper. Esto es muy curioso: si lo lees, te vas a encontrar con un antecedente de la película Los Otros de Alejandro Amenábar. Ojo, digo antecedente, no copia. Amenábar es un hombre ilustrado, culto, que lo pasó fatal en el pre-estreno en Nueva York de la película El sexto sentido, de M. Night Shyamalan, del año 1999. Él estaba ultimando su película Los Otros y sin saberlo coincidió en una temática cercana a la película americana. El mundo casi se abre con forma de agujero negro bajo sus pies porque se podía pensar que había copiado, imitado. Y no es así. Existen coincidencias en la vida y en el proceso creativo más aún. Por eso digo lo curioso de la coincidencia entre la temática del poema de De la Mare y la película de Amenábar. ¿Conocía él el poema? Lo ignoro, lo señalo a título de curiosidad, nada más.
Volviendo al tema de literatura de terror, para aumentar esa especie de sambenito que le habían colgado, el gran pope de la Literatura de Terror y Horror, H.P. Lovecraft, en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, cita a De la Mare como poeta de versos fantasmales. Si Lovecraft lo incluía en la nómina de autores de su ensayo es que se trata de un escritor dedicado a dicho género. Y así se quedó.
Continuó su labor como poeta a lo largo de la década de los años 10 del siglo pasado. Ninguno de esos libros de poemas son traducidos al español. Descontando la publicación de la novela El Retorno en 1947, lo que se conoce de De la Mare son sus narraciones breves, los cuentos o relatos que aquí aparecen entre los años 1987 y 1989 en la editorial Alfaguara, extraordinariamente traducidos por Francisco Torres Oliver. De la Mare escribió 11 volúmenes de cuentos, dos de ellos dirigidos a un público infantil. En 1942 aparecía el volumen titulado Best Stories of Walter de la Mare (Las mejores historias de Walter de la Mare) cuya selección realizó él mismo. En la introducción, el autor nos dice que
Las historias contenidas en este volumen han sido seleccionadas de cuatro colecciones tituladas The Riddle and Other Stories (El Acertijo y otras historias) 1923), The Connoisseur and Other Tales (El conocedor y otros cuentos) 1926, On the Edge (En el borde) 1930 y The Wind Blows Over (El viento sopla) 1936. Su disposición no está según fecha de publicación. Huelga decir que "best" ("lo mejor") en el título de este volumen simplemente implica una preferencia personal. No se ha incluido ninguna historia de las colecciones tituladas Broomsticks and Other Tales (Escobas y otros cuentos) 1925, y The Lord Fish (El pez señor) 1930, que están dirigidas a niños.Son 16 cuentos y relatos en total que aquí en España vieron la luz en dos volúmenes: La tía de Seaton y otros relatos, 1987, y La orgía: un idilio, 1989. Siete y nueve cuentos, respectívamente.
En la historia de la literatura, De la Mare es de esos casos raros por el contenido, por los temas tratados y, sobre todo, por cómo desarrolla las ideas y la prosa o versos que utiliza. Es una mirada oblicua, extraordinariamente personal, que parte del reino de la imaginación, que no de la fantasía o, al menos, de lo que habitualmente conocemos como Fantasía.
De la Mare tenía un concepto muy personal sobre la Imaginación. Decía que hay dos aspectos de la misma: la propia de los niños y la de los muchachos. En el límite de ambas se produce un estado emocional que es precisamente del que se alimenta la literatura de este autor. La imaginación en De la Mare no se refiere a la capacidad de idear la transformación material del mundo real, para él la imaginación es un privacidad privilegiada de la mente, esa cámara secreta del espíritu que llamamos imaginación, según sus propias palabras. Únicamente se le permite actuar sin referencia alguna a teorías psicoanalíticas del inconsciente.
Sumergirse en la lectura de los 16 relatos recogidos en esos dos volúmenes reseñados es entrar en un jardín donde nada es lo que parece ser. Me es muy difícil entresacar algún cuento concreto aunque recuerdo el impacto, el estremecimiento interior de alguno de ellos: La trompeta, Qué sueños pueden venir, La tía de Seaton...no sigo porque nombraría el resto.
En el primer volumen, La tía de Seaton y otros relatos, al principio, aparece una lista de otras obras del autor entre ellas Memoirs of a midget, marcada con un asterisco. La señal indica más abajo: de próxima aparición. Pero no fue así, no sería Alfaguara la que editase Memorias de una enana sino la editorial Siruela en su exquisita colección El Ojo sin Párpado.
Apareció en 1988, entre los dos volúmenes de relatos, traducida y anotada por María Luisa Balseiro. La edición tenía además la contribución de una autora que, en ocasiones, se acerca a la forma de hacer de De la Mare, Angela Carter, que escribía el Epílogo, y esto es muy interesante, no el Prólogo, donde anticipa acontecimientos y cuenta aspectos relacionados con el autor y la obra, escribe el Epílogo, al final, cuando ya has leído y sacado tus conclusiones-emociones sobre el libro. Ella misma señala que
la prosa de De la Mare es evocadora, nunca voluptuosa, y depende de la asociación con el lector/ra para lograr el efecto deseadoMemorias de una enana (Memoirs of a midget) apareció en 1921 y en poco tiempo adquirió el perfil de lo que se dio en llamar la primera novela surrealista inglesa. Consiguió el premio de ficción James Tait Black Memorial.
A lo largo de 55 capítulos breves, Memorias de una enana nos presenta el relato, narrado en primera persona, de la juventud y, sobre todo, de los veinte años de una señorita de la época victoriana que tiene la desdicha de ser de talla diminuta, aunque perfectamente constituida y de físico agraciado.
El manuscrito original, escrito y firmado por la señorita M. y titulado como la novela, está transcrito por Walter Dadus Pollacke, un hombre que se confiesa lector, no escritor. Será su interlocutor, la persona que la escuche sin emitir ningún juicio de valor. A lo largo de las páginas que él transcribe se va construyendo un estudio misantrópico sobre la lejanía, el aislamiento. En cierto modo la novela trata de cómo hacerse amigo de la soledad cuando una persona es extraordinariamente diferente, como la señorita M., y no encuentra su sitio en medio de tanto desorden no escogido.
¿Qué tamaño tiene la señorita M.? No se nos da en ninguna parte con precisión. A los cinco o seis años de edad es lo bastante dimunuta como para sentarse en la tapa de un tarro de crema, sobre la mesa del tocador de su padre. Da de comer a las mariposas en la mano; para leer un libro tiene que hacer unos esfuerzos titánicos: levantar la tapa, pasar las páginas. Con el tiempo llegará a dormir en medio de un libro abierto. En verdad sería más correcto hablar de una liliputiense más que de una enana. Casos paralelos de tamaño físico, caso real, fue el de Jeffrey Hudson, liliputiense de la corte de Carlos I de Inglaterra, que estuvo al servicio de la reina Herietta María de Francia, esposa del monarca, y que se vio obligado a retirarse cuando creció más de la cuenta y alcanzó la altura de 1 metro y 14 centímetros.
El monarca Carlos I de Inglaterra y Jeffrey Hudson |
La obra Memorias de una enana fue acogida con admiración. El autor recibió de sus lectores una serie de regalos pequeñitos aptos para el uso de la señorita M. Russell Brain, famoso neurólogo británico, escribió un libro de charlas con De la Mare que tituló Té con Walter de la Mare, donde describe la vitrina que guardaba el autor en su casa con esos regalos minúsculos.
En 1948, la prestigiosa editorial británica Faber publicó un Tributo a Walter de la Mare en su setenta y cinco cumpleaños, con colaboraciones, entre otros, de escritores y escritoras como Vita Sackville-West.
Toda la obra de De la Mare, prosa y poesía, está impregnada de esa melancolía romántica que fue su especialidad. Pero su reputación tanto como poeta como narrador se fue desvaneciendo silenciosamente desde 1956, año de su muerte el 22 de junio en Twickenham, a los 83 años.
Sin embargo el mundo no le olvidó. El compositor inglés Benjamin Britten escribió, entre 1928 y 1931, una serie de composiciones para voz y piano basadas en poemas de De la Mare. A finales de la década de los 60 Britten volvió a visitar aquellas partituras. Fueron cinco grupos de canciones que no las escribió originalmente como un ciclo cerrado, fue solo a raíz de su revisión para ser interpretadas las partituras y publicadas en la primavera de 1968 cuando las reúne bajo un nombre común a los cinco ciclos: Tit for Tat. Britten dedicó la obra al hijo de De la Mare, Richard de la Mare, en ese momento presidente de Faber Music, la editorial que publicaba las partituras de Britten.
Y ahora, las malas noticias: la obra de Walter de la Mare, en España, está descatalogada y sólo se puede conseguir en librerías de segunda mano, on line o en locales físicos. No es difícil encontrar La tía de Seaton y otros relatos o La orgía: un idilio, lo malo es el precio: 42 y 43 euros, de segunda mano. Memorias de una enana sube más la cantidad a pagar, no recuerdo concretamente cuánto pero es caro. También en el mercado de segunda mano se puede encontrar El Retorno, la misma edición de 1947 que reseño al comienzo de esta entrada, publicada por Hispano Americana de Ediciones de Barcelona y traducida por Manuel Vallvé.
Contrastando la información que tenía hasta el momento he encontrado dos obras del autor que no sabía que se hubiesen publicado: Los músicos, 1989 y Los cuatro hermanos, 1990, ambas editadas en la editorial Debate. Como soy muy pragmático en estas cosas inmediatamente fui a la librería, ya que se encuentra en mi ciudad, pero, ¡oh, frustración! cerrado por vacaciones.
Sin embargo, las obras en inglés en el mercado de segunda mano gozan de unos precios inmejorables: uno, dos euros e incluso céntimos que no llegan al euro. Para leer a De la Mare en su lengua hay que tener un nivel de inglés alto porque escribe con un vocabulario muy culto. Si te atreves, y harás bien si puedes, aquí te dejo algunos de sus libros en el idioma de Shakespeare:
Su primera novela, de 1904, en una edición del mismo año del editor londinense John Murray. Una joya encontrada en un mercadillo de segunda mano en Edimburgo.
Publicado en 1930 y con ilustraciones de Rex Whistler. Islas desiertas, cuyo título completo es Islas desiertas y Robinson Crusoe, es un ensayo, según el autor, compuesto por comentarios divagantes en forma de antología o libro sobre todos los aspectos concebibles de este tema. Hay notas, reflexiones y citas de lecturas de toda la vida sobre restos de naufragios, cimarrones, piratas, utopías, cabras, alucinaciones, comidas exóticas, avaros, castigos, soledad, Darwin, loros, ídolos, santos, ermitaños, mapas, especias, drogas y por supuesto Daniel Defoe. Esta edición es de 1988, publicada por Faber & Faber.
En 1978 la misma editorial publicaba con cubierta blanda Collected Rhyme and Verses, recopilación de poesías para niños.
Walter de la Mare (1873-1956) |
Walter de la Mare: léase.
Con esta entrada el blog cierra por vacaciones. Volverá la última semana del mes de septiembre, sobre el lunes día 23. Hasta entonces, Salud, y nos volvemos a encontrar.
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