sábado, 16 de febrero de 2019

Dan Kavanagh





Cuando comienzas a leer una novela, lees el primer párrafo, y el siguiente te cuenta esto que sigue, creo que es difícil dejar de leer:
Cuando Rosie McKechnie abrió el portal de The Pines aquella tarde de agosto, creyó que era el hombre del gas.  Cualquiera habría pensado lo mismo.  Cuando llegas a la puerta de casa, ves una figura bajita tras los paneles del vitral, quitas la cadena del cerrojo y oyes de inmediato la palabra"gas", crees, naturalmente, que es el hombre del gas.  No piensas en cuánto hace desde la última vez que te leyeron el contador.El hombrecillo atravesó la puerta rápido, con la cabeza gacha, y embistió con fuerza a la señora McKechnie en el pecho izquierdo.  Luego la inmovilizó agarrándole los brazos por detrás y se quedó allí parado sujetándola.  La señora McKechnie sintió un dolor agudo y punzante en el pecho; bajó la vista hacia la parte superior de la cabeza del hombrecillo y vio que tenía el pelo cubierto de medias.  Miró a la puerta abierta y estuvo a punto de atreverse a gritar cuando apareció el segundo hombre.  Se coló de lado, cerró la puerta tras de sí con delicadeza, se llevó el dedo a la zona plana y carnosa de los labios que la máscara dejaba ver y dijo:-Shhhh.
La Novela Negra, la Novela Policíaca o de Detectives que en las últimas décadas ha visto una multiplicación progresiva de nombres de autores y autoras con una edición invasiva de libros relacionados con el género, a veces asiste a la publicación de obras no grandiosas, que no son ni obras maestras ni pretenden llegar a ello, sino tan solo ver la luz como un divertimento, una diversificación de una obra general más amplia, pero hecho con las mejores medidas y muy buenos elementos.  Es el caso de este autor que traemos hoy al blog: Dan Kavanagh.  De él se ha sabido poco, muy poco durante un tiempo: que es originario de Inglaterra, nacido en Leicester en 1946, y poco más por no decir nada.  Se comenzó a sospechar que se trataba de un alias, que tras el nombre de Dan Kavanagh en realidad se escondía un autor ya consagrado.  En la época de Internet, desvelar un secreto así es cuestión de días cuando no de horas.  Y sin esperar mucho, en algún foro de alguna web, alguien dejó el mensaje aclaratorio: Dan Kavanagh es en realidad Julian Barnes.



Julian Barnes

¿Cómo sacaron el hilo que les llevó hasta él?  No se sabe.  Kavanagh tiene la misma edad que Barnes, nacieron el mismo día, en la misma localidad inglesa, a la misma hora.  
Julian Barnes, una de las mejores plumas británicas de los últimos 40 años, es un autor prolífico, de narrativa ágil y musculosa que se merece por méritos propios una entrada en este blog pero referida a él y a su obra.  Hoy nos quedamos con su producción como novelista de historias policíacas, al menos con dos de sus novelas traducidas al español: Duffy, que ilustra el encabezamiento de éste comentario, y Con las botas puestas.
Duffy, publicada en 1980, apareció en nuestro país a través de Ediciones Alfabia, con traducción de Gaizka Ramón en el mes de marzo de 2016.  Es la primera aparición del detective Duffy, un ex-policía reconvertido en investigador privado por un escándalo relacionado con su libido: es bisexual.  Tiene todas las hechuras de un anti-héroe: mediana estatura, más bien baja, con cierta inclinación a la obesidad, malhumorado con ese síntoma marcado de una profunda neurosis, desajustado con el mundo que le rodea...  Desde ese comienzo tan atractivo hasta el final, la novela Duffy no decepciona.  Es una novela policíaca que de alguna forma conecta con los héroes de las novelas de Dashiell Hammett o de Raymond Chandler, sobre todo con Hammett: personajes que, en el fondo, son de un romanticismo casi utópico, que buscan resolver situaciones caiga quien caiga, que sufren palizas, golpes, encerronas, traiciones.  Que físicamente no son Adonis (los detectives de la Agencia Continental de Hammett son cuarentones entrados en carnes, que no pueden correr con agilidad porque no son cuerpos atléticos ni están entrenados...).  Con esa tradición conecta Kavanagh y con la creación del perfil de su personaje, que se desenvuelve con soltura por las líneas de una narración que mantiene los principios de la literatura de Barnes: elasticidad, soltura, redacción metonímica...  Duffy es una historia de mafiosos que tienen la intención de extorsionar a otro.  Ese ínclito, el extorsionado, no puede acudir a la policía porque su expediente no es...trigo limpio, como se suele decir.  Y ahí es donde entrará en juego el Detective Duffy.
Un año después de la publicación de esa primera novela, en 1981, Kavanagh entregaba a la editorial Fiddle City, no traducida al español.  En 1985 aparecía Con las botas puestas (Putting the boots in), que cuenta una historia ambientada en el mundo del fútbol de tercera y cuarta división.  La novela sigue el esquema de un partido futbolístico: Calentamiento, Primera Parte, Descanso, Segunda Parte y Tiempo de Descuento.  La historia recoge datos biográficos del Detective Duffy y así nos enteramos que es portero de un equipo que no consigue buenos resultados.  Que es criticado por algunos seguidores por su "gordura", cosa contraria a lo que se espera de un jugador de fútbol, sea cual sea su posición en el campo de juego.  Pero si la primera novela de Kavanagh merece la pena, y mucho, no sucede lo mismo con esta otra.  Está bien, sí, pero es un poco endeble.  La idea es buena: equipo modesto de fútbol con campo de deporte propio, urbanización de casas y pisos alrededor del estadio, resultados económicamente negativos para las arcas del club, intereses oscuros para ampliar el núcleo urbano de viviendas expropiando el terreno donde se levanta el estadio del club, jugadores que reciben sugerencias para dejar de pertenecer al equipo, proposiciones violentas como cortarles el tendón de una rodilla, o de un talón...  Ahí entra Duffy, para investigar qué sucede y quién está detrás de todo eso.  Y será que me pesó la sombra positiva de la primera novela pero, en verdad, no me llega a seducir tanto ésta Con las botas puestas.  En verdad es breve, son 220 páginas que se pueden leer con soltura en un tren o en un avión, o en la sala de espera de un aeropuerto.  No está mal, simplemente...bueno, bien.  Para colmo está agotada.  He pasado una auténtica odisea para conseguirla de segunda mano (servicio de mensajería que pierde el paquete que tiene que entregar...) y al final (me lo temía), crea tal expectación recibir el libro un mes y medio después de haberlo pedido, que cuando uno lo lee se da cuenta que puesto esperanzas en algo que, sí, está bien...pero no es para tanto.  Aquí en España lo publicó Montesinos, en 1995, con traducción de Carlos Soriano.


  

Una obra más, ésta no traducida al castellano, por lo menos no mientras redacto estas líneas: Going to the Dogs de 1987, la última obra conocida de Dan Kavanagh.  Todo autor, autora, puede llegar a tener sus horas bajas.  Con las botas puestas entra en esa categoría en el caso de Dan Kavanagh, pero su novela Duffy merece la pena y con creces.  Quédate con ésta.







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