Un
libro (novela, ensayo) de 600 páginas produce en el posible lector un respeto. Casi siempre hay un planteamiento previo que
prevé (cuántos “pre”) unas cuantas semanas de lectura con el volumen en
cuestión. Hay quien da un paso atrás y
lo deja, en el mejor de los casos, para las Vacaciones de Verano porque
entonces dispone de más Tiempo.
Personalmente me reconozco en ese lector que sopesa el número de páginas
y el peso del libro: ¿es de fácil manejo para leer en el autobús, en la sala de
espera del médico especialidad X? ¿O es
de los que necesitan una mesa de apoyo para poder sostenerse? El último libro que he leído ha pasado todas
esas dificultades a pesar de que la historia que cuenta ocupa 642 páginas y
está estructurada a lo largo de 125 capítulos.
Tampoco pesa, es liviano, aunque la narración que se desarrolla en sus
páginas es poliédrica y se multiplica porque la verdad, la Verdad con
mayúsculas, es un absolutismo que no define ni dice apenas nada. La verdad no sale de una vez, de golpe, por
eso la historia que cuenta Fernando Aramburu en su última obra, “Patria”
(Novela), es una historia que se abre en otras historias, que se cuentan y se
vuelven a contar. La narración no es
lineal, salta atrás y adelante en una sucesión de círculos que, más que circunferencias,
son vuelos elípticos, como el que describe un boomerang. Aramburu retoma imágenes de libros suyos
anteriores donde trataba el tema del terrorismo de ETA y los daños colaterales,
las víctimas que quedaban vivas pero con secuelas y el descoyuntamiento
psíquico de las personas del entorno de las víctimas. En “Patria” se diseminan las imágenes de los
relatos incluidos en los libros “Los peces de la amargura” (2006), “El
vigilante del fiordo” (2011) y algo de su novela “Años lentos” (2012). La lectura de “Patria” es fascinante. Y eso que tiene algún punto obscuro que me
niego a desvelar y que, además, se le perdona por todo el resultado global de
la obra. Yo no soy crítico literario
(líbrenme los Cielos). Lo único que
pretendo es despertar tu interés, tomarte del brazo y decirte: Oye, lee a
Fernando Aramburu. Su novela “Patria”
merece la pena y con creces.
Y
ha pasado por Sevilla para presentar su libro y yo, voy, y me entero
tarde. Mejor no digo más.
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